“Yo estuve en el plantel de aquella final del '76. No jugué porque estaba lesionado, pero fui con el plantel hasta la cancha de Racing y di la vuelta olímpica. Viví todos esos momentos previos que siempre son de nerviosismo, aunque cuando uno entra a la cancha se olvida de todo. En ese momento comienza a jugar la personalidad y la capacidad”, rememora mientras mira el Lago del Parque desde el restaurante Las Terrazas, donde fue a almorzar el día del partido. Allí llega puntual a la entrevista y se sienta sin poner condicionamientos.
-¿Qué diferencia hay entre aquella época y esta?
-Yo diría que lo mediático. Antes llegaban las dos hinchadas y todo era una fiesta. Ahora es más importante lo que pasa en el entorno y alrededor del estadio. Antes no pasaba, sólo querían saber cómo formaba el equipo e iban a la cancha a disfrutar. Es una lástima, porque es un Boca-River y hay que disfrutarlo. Después, adentro de la cancha la cosa es la misma. Puede haber cambiado algo la velocidad y los trabajos, pero el juego sigue siendo el mismo.
“Eso sí. Hoy hay más profesionalismo. El modernismo hizo que los técnicos trabajen de otra manera. Ha cambiado la forma de vida y en las concentraciones tienen un montón de estímulos que nosotros no teníamos. Hoy ya no ves sólo un periodista como pasaba en nuestra época, ahora ves 20 o 30 todos los días y hay que tener cuidado de todo eso. Este partido se está viviendo hace más de dos meses”.
-¿Y en lo que tiene que ver con los jugadores?
-Antes era todo más pasional. Vos querías ganar primero por vos, por tu orgullo y después por la gente, porque antes no pensabas en irte. A lo sumo pensabas en la Selección y además porque te interesaba seguir en el club. No había dinero de por medio. Nosotros no jugábamos por un premio. Lo que nos importaba era ganar para ser los mejores en ese momento. Mis mejores amistades las tengo con jugadores de River con los que he jugado en contra, pero después nos hemos divertido.
-Jugaste 40 años adelantado. ¿Cuánto valdría hoy el Chino Benítez?
-No sé lo que valdría, pero hay una diferencia abismal. Muchos me dirán que hablo con el pensamiento de hace cuarenta años. Pero para mí nada ha cambiado. Por eso uno a veces pide un poco más de esfuerzo y ganar con pasión, más allá de que entiendo a los chicos y entiendo que hoy está la tecnología. Hoy no hay nerviosismo en las concentraciones. Cada uno está en su mundo, no como nosotros que teníamos un teléfono para veinte. Ellos están un ratito pensando en el juego y después se meten en su teléfono. Se salen del momento. La locura es de la gente.
-Si tuvieras una varita que cambiarías
-Ufff, sería muy difícil. Porque las cosas ya cambiaron demasiado. Antes los jugadores de fútbol venían de lugares muy complicados, hoy no. Ahora los pibes saben idiomas, te miran como te parás, como hablás. Antes a nosotros lo único que nos importaba era entrar a la cancha. Que me dieran el número de la camiseta y chau. El técnico por ahí se equivocaba y a vos no te importaba, vos querías entrar a la cancha y ganar. Hoy observan todo lo que te decía y se preparan para eso.
“Sí podría cambiar el error que cometí en la Copa Libertadores (escupió a un rival dirigiendo a Boca). Sé que me equivoqué pero son cosas que no se pueden retroceder, más con las veinte cámaras que hay dentro de la cancha. Antes podías hacer de todo y valía todo, pero en este momento eso es imposible”.
Está físicamente igual que cuando jugaba. Tiene el humor a flor de piel y nos recuerda que trabajó con dos mendocinos como son Luis Darío Felman (hoy en España) y Martín Romero, preparador físico destacado de la provincia. Los tres conformaron un grupo técnico que dirigió en Ecuador.
-Qué pensás de la organización de los torneos?
-Tienen que volver los torneos cortos. Porque así si sacaste una ventaja, es muy difícil para el resto y se pierde el interés. Tampoco veo bien que haya tantas categorías en el ascenso.
-¿Cómo ves a Boca hoy?
-En lo deportivo lo veo muy bien. En lo dirigencial, a veces se habla demasiado de política pero saben cómo gastar la plata, saben cómo manejarla. Compran lo justo y yo creo que eso le hace bien. Ha llegado a triplicar la cantidad de socios.
-Indefectiblemente de política se va a hablar porque Macri fue presidente de Boca.
-Sí. Yo tuve la suerte de trabajar con Mauricio y creo que fue uno de los mejores. Hizo las cosas bien, le cambió la cara. Alberto J. Armando, que también era capaz, no lo pudo hacer porque lo económico era distinto.
Incisivo, rápido. Como cuando se calzaba la ocho de Boca y superaba tácticamente a sus rivales. Así es Jorge José Benítez, a quienes lo reconocen algunas señoras que estaban en el club y le piden una foto. Llamativamente nos cuenta que tuvo que pagar su entrada para poder ver la definición superclásica. "No entiendo cómo las entradas no son numeradas. ¿A qué hora debería ir para tener un buen lugar en la platea descubierta?", nos consulta.
-¿Y el tema hinchas?
-Siempre están los mismos. Antes eran menos violentos, menos ansiosos. Hoy la hinchada es una sociedad que participa de todos los negocios que uno ve. Cómo lo hacen? No sé. Pero que participan en los negocios es real. Lo digo porque lo he vivido de adentro y de afuera. Fui diez años técnico de divisiones menores, jugué once años en la Primera, estuve adentro de las oficinas como técnico.
“Conozco cómo son los movimientos. Nunca va a cambiar y sé quienes son los hinchas, porque he participado, porque he hablado con ellos, porque han venido a ‘visitarme’ a mi casa.
“No lo voy a negar. Ahora, ¿qué reacción tengo? Ninguna, hacelo vos. Tenés que hablar mucho para que se pueda modificar, porque es un negocio y cuando la plata está de por medio es complicado. ¿Está bien o está mal? No soy yo quien deba juzgarlo.
“Yo conozco a los muchachos y por ejemplo me junto con Rafa (Di Zeo) y hablo, pero sé cuál es su negocio y no me meto. Al que dice que el dirigente no hace nada, yo le digo que no hay que ser injusto. ¿Qué querés que el dirigente ponga?, ¿su casa?
“La decisión tiene que venir desde arriba (NdR: en clara alusión a los políticos). Los muchachos son inteligentes y es gente con la que se puede hablar. Pero tienen un negocio en el que saben dónde pueden ir a comprar para ganar y van y compran. Lo que no me gusta es la violencia, pero desde cualquier ámbito.”
Fernando Gago, Carlos Tevez y el liderazgo
“A Fernando lo conozco muy bien. Él creció con nosotros y yo lo dirigí en divisiones menores. Era un flaquito que no decía nada, pero con los pies la rompía. Yo tuve la audacia de hacerlo debutar en Primera. En cuanto a Carlitos, no lo tuve en mis equipos, pero lo conocía y veo que ha vuelto muy maduro. En Europa nosotros aprendemos rápido. Es hoy un tipo serio, responsable, profesional. Cauteloso para responder. Para un plantel es importante. ¿Si es líder? Yo creo que hoy por hoy no hay un líder en Boca. Ser líder no es ser el capitán o el que más grita.
“Líderes de los que te puedo hablar son Román, que más allá de las diferencias que se podía tener con él en el vestuario, entraba a la cancha y la rompía. Te puedo hablar de un Suñé, que te respondía siempre.
“Te puedo hablar de un Diego Maradona, un tipo en el que vos podías respaldarte y eso lo hacía manejar el grupo. Yo fui un desordenado siempre, pero he tenido compañeros que me apuntalaron, como Pernía. El Tano llegaba siempre primero al entrenamiento y trabajaba muchísimo. Otro era Mouzo. Corrían, se mojaban la camiseta y siempre querían ganar. A mí me veían con la camiseta seca y me decían, ¿vos cobrás un sueldo por hacer lo que hacés? Te hacían meterte en el espíritu de Boca. Esas cosas tendría que recuperar el club.
-Riquelme quiere ser presidente, ¿cómo lo ves?
-Hay que rodearse de buena gente. A mí me gustó mucho lo que hizo Verón con Estudiantes, quien volvió después de haber corrido hasta los 40 años y se hizo cargo de la institución. Es un buen ejemplo, pero Boca es distinto al resto. Ni mejor, ni peor. Por eso digo que si Román se rodea de buenos políticos, seguramente la gente lo va a acompañar, porque indudablemente lo quiere.
“Un tipo simple. Un laburador del fútbol que tuvo su momento de gloria y hoy disfruta de las pequeñas cosas que le da la vida.
“Estar almorzando acá con amigos y con este día espectacular no tiene precio y me hace muy feliz", dice antes de despedirse. Un apetitoso lomo a la manteca esperaba en su plato.