Acabo de ver San Martín en Mendoza por segunda vez; también en estos días estuve leyendo Belgrano el Hombre del Bicentenario y La Voz del Gran Jefe, de Felipe Pigna, y recordaba todas las versiones que he visto y leído de la revisión histórica referidas a nuestros héroes; películas, obras de teatro y musicales de diferentes escritores y dirigidas por diversos directores, con los más variados actores y de todos los puntos de vista habidos y por haber.
Y todos, sí, todos coinciden en destacar los puntos altos en la personalidad y el modo de actuar y conducirse en la vida y ante sus semejantes de los grandes hombres y mujeres de esa parte de nuestra historia: el coraje, la decisión, la honorabilidad, el desinteresado amor por la Patria y el desapego a lo material en pos de un ideal: la libertad de nuestra Nación.
Con varones como San Martín, Belgrano, O'Higgins, Brown y gauchos como Güemes, ingenieros como Álvarez Condarco, hombres de la Iglesia como fray Justo Santa María de Oro, entre otros, que enarbolaban y defendían las banderas de sus ideales puros y libertarios pregonando con su ejemplo; qué importante, pregonaban con el ejemplo.
Y, a la par de ellos, mujeres, esforzadas mujeres como Juana Azurduy, Martina Silva Gurruchaga, Manuelita Sáenz, Pascuala Balvás, María Remedios del Valle, conocida como La Capitana y minimizada por su condición de negra, y tantas que, desde el anonimato, algunas, y en el frente de batalla, otras, acompañaron la Gesta Libertadora de esos insignes. Muchos de ellos murieron en las peores condiciones de pobreza.
Jóvenes nuestros héroes, niños redoblando el tambor para juntar, unir e infundir valor a las tropas, esos hombres de acero, esos Patton, Romell, mariscal Tito argentinos, sólo comparables con grandes de la Historia Mundial.
Pensé irremediablemente en nuestros gobernantes de un muy cercano pasado, e indudablemente la comparación fue instantánea y la gran desilusión también.
Y me pregunto, ¿dónde quedaron esos ideales? ¿En qué parte de la historia se bajaron del tren de la Patria? ¿En qué arcón están guardados? ¿Quién los encerró para no dejarlos salir, con qué fin?
Ellos dejaron la vida por nosotros y nos dieron un futuro grande. Estos, los recientes, nos robaron el futuro; aquellos dejaron sus riquezas por la Patria; estos nos robaron las riquezas de la Patria; aquellos, patriotas reales y leales; estos, patriotas de quincalla; aquellos murieron pobres de dinero y ricos en honor; estos viven ricos en dinero y pobres en honor. ¡Qué paradoja! Aquellos nos pensaron una Gran Nación, con instrucción escolar, trabajo y progreso.
Crearon escuelas, bibliotecas y se habló de la instrucción del pueblo como único medio de la grandeza de la Nación. Estos destruyeron todo lo que se creó y soñó; quisieron hasta cambiar la historia tergiversando lo escrito, queriendo hacernos olvidar a esos héroes de nuestra Patria trocándolos por otros.
Nuestros jóvenes, a diferencia de aquellos, han tenido como ejemplo el subsidio, el libertinaje, el desapego al trabajo y al estudio, la irresponsabilidad, lo fácil.
Queda más vigente que nunca el pensamiento de Enrique Santos Discépolo hecho letra y tango: Siglo XX cambalache problemático y febril; el que no llora no mama y el que no afana es un gil...
Claudio Daniel Aguilera Panella
DNI12.537.577