En un reciente documento, emitido con motivo de los festejos navideños, la Iglesia argentina volvió a expresarse sobre la delicada situación social que viven millones de personas en el país. “Nada es fácil en la Argentina de hoy, sobre todo para los que dependen de uno o dos sueldos, y ni pensar si la familia con varios hijos está al margen del sistema laboral y previsional”, enfatizan los obispos en el texto dado a conocer tras la 175° reunión del Episcopado.
Agregan que la emergencia social promovida por el Gobierno y aprobada por el Congreso hace pocos días, “nos excusa de dar más ejemplos y comprueba esta cruda y cruel realidad”.
En el remate de la expresión más dura del documento, el Episcopado hace un llamado “apremiante a los que tienen algún grado de decisión en la economía argentina, para que inviertan en fuentes de trabajos dignos y bien remunerados. Los cálculos mezquinos, la especulación financiera y la subordinación del bien común a intereses electorales, no responden a las expectativas y hacen mucho daño al país”. Formulan un nuevo pedido de esfuerzos de los distintos sectores involucrados en la búsqueda del bienestar de la gente para lograr un ámbito de diálogo “responsable y permanente y así fortalecer nuestra aún frágil convivencia ciudadana”.
Distintos analistas coincidieron en señalar que los obispos dieron a conocer este mensaje de fin de año aprovechando la pelea política que se generó con el debate de la modificación del impuesto a las Ganancias en el Congreso. La reflexión es oportuna desde varios puntos de vista. En primer lugar, porque no es menor la advertencia que se hace sobre la fragilidad del diálogo en los ámbitos políticos cuando es prioritario consensuar medidas que deriven en soluciones para la gente.
Habla la Iglesia de una clara subordinación del bien a común a intereses electorales. Hay en esta definición mucha certeza, ya que se trata de un cuadro de situación que no responde a las expectativas de la mayoría de la ciudadanía y que termina generando un daño irreversible al país en su conjunto.
Justamente, la pelea política por el distorsivo impuesto a las Ganancias para muchos mostró una exacerbada y demasiado anticipada connotación electoral que hace sospechar que muchos políticos piensan más en la contienda de 2017 por bancas en el Congreso que en el bien común. Esto, sin dejar de reconocer que el destino de ese polémico gravamen fue aprovechado electoralmente en la última campaña prácticamente por todos los que compitieron desde las PASO hasta la segunda vuelta, tanto por quien preside hoy la Argentina como cada uno de sus ocasionales oponentes, entre los cuales está en estos días quien encabezó la movida parlamentaria para modificar dicho impuesto.
Hay que llamar a la responsabilidad política para que los embates de la oposición no sólo se circunscriban a imponer leyes de dudosa viabilidad o factibilidad, como la modificación de Ganancias, o a preguntar qué pasó con las promesas electorales de quienes ejercen el gobierno.
La lucha contra la pobreza con iniciativas serias y despojadas de especulación, el combate a la corrupción y la libre expresión de la Justicia, entre otras, deberían seguir siendo premisas para la clase política, más allá de las correcciones que la coyuntura económica requiera. La consolidación institucional de la Argentina requiere constancia para cambiar desatinos de muchos años.