Se cumplió un nuevo aniversario de la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman y todavía no se sabe qué motivó el tremendo desenlace. Muchas pericias coinciden en que no se trató de un suicidio, como siempre argumentaron desde el kirchnerismo, que aún estaba en el poder al momento del hecho. Se habría tratado de un asesinato, pero no hay ninguna definición sobre los móviles del desenlace.
Alberto Nisman murió el 18 de enero de 2015, unos veinte años después del atentado terrorista a la AMIA, de cuya causa judicial él era justamente el fiscal especial a cargo de la investigación. Ese caso puntual tampoco ha sido aún esclarecido por la Justicia.
Nisman había denunciado a la por entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, junto a su canciller Timerman y otros funcionarios, como mentores de un plan destinado a otorgar impunidad a los apuntados como responsables de la voladura de la mutual judía en Argentina, que dejó más de 80 muertos en aquella trágica mañana de julio porteña.
Nisman estaba a unas horas de la presentación de su denuncia en el Congreso de la Nación cuando lo sorprendió la muerte en su departamento del barrio Puerto Madero. Pretendía, con su investigación y su esperado informe, que la entonces jefa del Ejecutivo y sus colaboradores fuesen investigados por graves cargos, potenciados por el rol de funcionarios públicos que ejercían.
Lamentablemente, con el trascurso de estos cuatro años la investigación que derivó en la impactante denuncia que Nisman iba a formalizar si no moría trágicamente, fue perdiendo fuerza en las instancias judiciales, hasta quedar prácticamente desechada.
Así, los que siguieron en la mira por supuesto involucramiento en lo denunciado por el ex fiscal gozaron todo este tiempo de total tranquilidad mientras que, con desazón, ese inmenso porcentaje de argentinos que creyeron en la seriedad de la investigación llevada a cabo debieron soportar una vez más los efectos de la lentitud, inoperancia y negligencia que caracterizan a la Justicia de nuestro país.
En estos días, al recordar los cuatro años del trágico suceso, el presidente Mauricio Macri expresó públicamente que su gobierno, en el último año de gestión ya, va a seguir apoyando a los jueces hasta que se alcance la verdad. “Los argentinos necesitamos saber qué pasó y vamos a apoyar a la Justicia hasta alcanzar la verdad”, remarcó el titular del Poder Ejecutivo en su breve pero contundente expresión. Hay que recordar que este tema fue siempre prioritario para el gobierno de Cambiemos, por lo que debería incluirse al Presidente y funcionarios entre esa multitud de ciudadanos que no pueden creer cómo temas de tal gravedad nunca se esclarecen.
Pero no solamente hay que mirar y criticar a los miembros del Poder Judicial. La política también debería rendir cuentas en casos como el que nos ocupa, máxime cuando se buscan argumentos amañados para zafar de pasos que institucionalmente un hombre público está obligado a dar. El manejo discrecional de los fueros parlamentarios es un claro ejemplo de esa connivencia que muchas veces la política sobrepone a los intereses de la Nación. Puntualmente, la ex presidenta Fernández de Kirchner, actual senadora nacional, fue beneficiaria de esos manejos extraños en ésta y otras causas que la comprometen seriamente.
Por todas estas consideraciones no se deben olvidar los alcances del trabajo de Nisman mientras su muerte no resulte esclarecida, como merece una sociedad que se resiste a ser manipulada por los intereses políticos y tampoco quiere seguir tolerando a jueces timoratos o bien cómplices del delito.