“Mostrales a los tíos cómo aprendiste a tocar las notas del piano...”.
“Dale un beso y un abrazo a la señora...”.
“Todos callados que Agustinita nos va a mostrar cómo canta la canción de Adele...”.
¿Cuántas veces solemos escuchar y presenciar en vivo y en directo tales “pedidos” de los padres hacia sus hijos? Algo que suele terminar por exponerlos cruelmente y avergonzarlos, cuando las “performances”, o los pedidos de afecto hacia un extraño no se dan de manera natural por parte de ellos.
Una lectura correcta es la búsqueda del equilibrio que nada tiene que ver con no expresar a los hijos el orgullo que se tiene hacia ellos, más allá de si se equivocan o no.
Desde la mirada profesional de la psicopedagoga y escritora bonaerense María Zysman (directora de "Libres de Bullying"): "Hay padres que exponen a sus hijos para lucirse frente a la mirada de los demás, como si los chicos fueran objetos y eso es terrible para el niño".
- ¿Cómo y por qué considerás que se dan estos casos?
- Es un proceso gradual, en donde hay que discernir que todo papá o mamá que cuenta o comparte los logros de sus hijos no se encuentra en la misma escala que aquellos que exponen de manera desenfrenada y obligada a los chicos.
Este tipo de padres priorizan su propio narcisismo y frustraciones a los gustos, la felicidad o personalidad de sus propios hijos. Entonces ahí sí aparece una sobreexigencia para el chico, en donde él mismo tiene que satisfacer de alguna manera los deseos del papá o la mamá.
Hay veces que evolutivamente los chicos no están preparados para las exigencias de los adultos, ya sea en el área de deporte, el arte, o académicamente.
Entonces lo que termina ocurriendo es que se les imponen los gustos e ideales de los padres. Poder revelarse a eso para un chico es complejo, ya que ningún hijo quiere defraudar o traicionar lo que le dicen sus padres. Sin embargo ubicarlos en esos lugares es injusto y les genera mucho estrés y problemas.
- Incluirlos desde chicos en diversas disciplinas ¿resulta una presión?
- Todo dependerá de la edad de la que estemos hablando. Una cosa es descubrir que a un hijo, a los 6, 7 u 8 años, le gusta un deporte, en el que uno como papá o mamá lo acompaña sintiéndose orgulloso de él y sus logros, y algo muy diferente es obligarlo desde los 4 años a entrenamientos o aprendizajes que nada tienen que ver con el interés que manifestó el chico.
Hay muchos niños que empiezan a pedir de pequeños la posibilidad de ejercitarse o practicar determinadas actividades, y en este sentido es muy bueno como padres acompañarlos, pero también darles la posibilidad de que puedan cambiar, si así lo desean.
Por ejemplo, me ha pasado de ver que a los 6 o 7 años piden practicar golf y luego quieren dejar y hacer tenis, y después fútbol... Es decir: el niño puede cambiar de gusto y opinión desde chico y es bueno que, como padres, no se piense que porque un niño de 6 u 8 años disfruta de una actividad ése es su futuro, porque ahí sí intervienen las expectativas de los padres.
- ¿Qué les genera la exposición que algunos adulto les exigen frente a la mirada del otro?
- Mucha vergüenza o un histrionismo total, en donde se pueden ver a los típicos chicos histriónicos, difíciles de contener, y que desean de manera permanente ser mirados y aplaudidos, algo que tampoco es bueno, ya que en ninguno de los casos parte del chico de manera natural. Es igual que cuando los obligan a saludar a otro adulto con un beso y abrazo...
- ¿En relación de la obligación que les imparten?
- Tal cual. Hay que entender que existen estilos diferentes a la hora de mostrar afecto en cada familia. En algunas, por ejemplo, los miembros se viven abrazando y besando cada vez que entran o salen de un lugar, o se genera un encuentro dándose de manera natural, muy diferente de otras en las que no sucede así.
Hay que respetar el cuerpo del chico, ya que uno como adulto y padre no puede obligar a los hijos a ser afectuosos con una persona que recién conocen.
Por ejemplo, es llamativo que un niño me abrace si me ve por primera vez, ya que no me conoce. Particularmente en mi trabajo me encuentro con muchos chicos que no me quieren saludar con un beso y no los presiono a que lo hagan. Son educados y me saludan a su manera.
- ¿Cómo equilibrar en ellos el aspecto de ser educados?
- Las cuestiones básicas de educación como saludar, pedir permiso o agradecer (entre otras) son fundamentales como valores. Sin embargo hay que internalizar que el chico puede saludar a otro adulto sin necesidad de poner el cuerpo en lo que hace.
El equilibrio y el sentido común es lo que debe guiarnos en esto. Tampoco puede ser, por ejemplo, que los padres no sean educados y no saluden a las personas, pero les exijan a sus hijos hacerlo. Eso también choca en contra de lo que supuestamente deseamos desarrollar como valores en ellos.
- ¿Qué consejos darías a los padres a la hora de no proyectar en los hijos las frustraciones propias?
- A que el chico sólo muestre lo que desea de manera natural a la hora de compartir algún talento, cualidad o curiosidad frente a otros adultos (familiares o amigos) de sus padres.
El consejo para los padres es que puedan acompañar a sus hijos en sus inquietudes y actividades respetando que cambien de deseo, o incluso de ganas respecto a ellas.
La infancia y la adolescencia son etapas en las que siempre se pueden probar muchas y diversas actividades, en las cuales los chicos quieran probarse con ganas, sabiendo que pueden equivocarse y que no tienen por qué ser siempre los mejores.
Es decir que, desde los adultos, el mensaje sea para los hijos que pueden caerse y levantarse, y que se sepan igual de importantes y valiosos, pase lo que pasare.
