Dar voz a los niños, la mirada de la Filosofía

Esta disciplina pretende favorecer el juicio crítico, el pensamiento abstracto y la formación ética de los más pequeños. Puede ayudar a resolver conflictos entre pares y problemas de conducta. Iniciativas en Mendoza.

Dar voz a los niños, la mirada de la Filosofía

Hablar de Filosofía para niños parecerá para muchos algo difícil de aplicar. Sin embargo, esta corriente que surgió en Estados Unidos en la década del '60 está dando sus pasos en Mendoza donde es estudiada desde los '90.

Tal cual está planteada, viene a romper con la idea de enseñanza tal como se ha entendido hasta ahora, es decir a partir de lo que los adultos creen que los niños necesitan saber y en un procedimiento lineal, en el cual en la mayoría de los casos los alumnos son receptores más bien pasivos.

Esta propuesta apunta a trabajar a partir de los intereses propios de cada edad, otorga voz a los chicos y es en este sentido que viene a ser un quiebre con la concepción de infancia que etimológicamente significa "los sin voz".

Sale de la linealidad planteando el aprendizaje como una interacción en la cual ellos tienen mucho que aportar. En este sentido, plantear abiertamente sus inquietudes, la posibilidad de elaborarlas para formularlas y encontrar un espacio de debate es lo que puede hacer la diferencia para abordar conflictos entre pares, problemáticas individuales y de conducta.

La intención es favorecer el desarrollo de un pensamiento complejo, con una mirada crítica que les permita desarrollar sus propios argumentos e interpretaciones.

Flavia Federicci es docente del colegio Santa Clara de Maipú, donde se ha incluido como materia en cuarto, quinto y sexto grado. Reconoce que los cambios son notorios en cuanto al trato entre los compañeros y en la manera de trabajar los contenidos.

"Hemos tenido grados con conflictos entre compañeros y de conducta. Se lo comunicamos a la profesora de Filosofía que ha aplicado técnicas, lecturas, tareas y los chicos han ido cambiando. Ella es muy rápida para reaccionar y en los chicos de séptimo se notan cambios importantes", contó.

Aunque en este último curso no se dicta, ya que tienen demasiadas actividades, la maestra sostiene que adquieren técnicas de escucha y de análisis más complejos. En lo cotidiano, dio como ejemplo que cuesta que las nenas se den su lugar o que puede presentarse discriminación a un compañero por algún aspecto y que este espacio ha permitido resolverlo.

Voz propia

En el aula, a través de un disparador se trabaja a partir de las inquietudes que ellos mismos tienen acerca del mundo.

La Filosofía para niños "piensa que hay que resignificar la educación para hacerla a partir de sus intereses y menos dirigida", explica Rita David Paratore, profesora del colegio mencionado y estudiante investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela del Instituto de Filosofía Latinoamericana de la UNCuyo.

Especifica que "busca que el niño se ocupe de lo que se tiene que ocupar, que (el aprendizaje) sea significativo para él y no desde lo que a los adultos les interesa que sepan". Por eso, aunque lleve planificado el taller, éste cambia a partir de lo que los mismos chicos plantean y muchas veces se generan debates. En definitiva, se adapta a cada curso.

En esto de darles voz, Rita David Paratore asegura que los chicos se sorprenden cuando son ellos los que tienen que preguntar y formular respuestas; no están acostumbrados.

El tema de las normas de convivencia está siempre presente, pero abordado desde diferentes instancias según el curso.

Por otra parte, los niños actuales están expuestos a gran cantidad de información, como consumidores de ésta "la idea es que aprendan a mediarla, que sean críticos, no criticones, que tengan ideas propias -explica David-, pero para formar el pensamiento crítico es necesario que los papás lo estimulen"; por eso, es habitual que se lleven preguntas y actividades para trabajar en familia.

"Yo les digo que vamos a volver al tiempo del por qué, que preguntemos todo lo que queramos", cuenta.

Aclara que no se trata de una negación a la forma de educación actual, aunque considera que al ser tan dirigida no les deja espacio para ser creativos ni críticos. Bajo esta mirada, si se les da un libro para leer una materia, pueden luego de leerlo disentir con el resto y decir que no les gustó, pero explicando por qué.

Esta concepción debería ser transversal a todos los contenidos pedagógicos. Por eso, en esta institución es habitual que las docentes charlen con Rita sobre la manera de abordar en conjunto determinados temas.

La psicopedagoga Mónica Coronado destacó que con estas técnicas "el chico sintetiza, elabora hipótesis y conclusiones, relaciona, compara datos y lleva a cabo habilidades del pensamiento abstracto bastante complejas". En este marco, se ponen sobre el tapete problemas que tienen que ver con a vida, la ética, los derechos, las relaciones humanas y las formas sociales.

Explicó que aunque hay otros programas similares, lo bueno de éste es que trabaja con contenidos de fuerte carga ética.

De esta manera, permite generar mayor capacidad reflexiva que disminuye la impulsividad, uno de los principales factores que influyen en los problemas actuales de convivencia. "Actualmente, van directamente a la resolución conflictiva del problema, pero a través de este aprendizaje pueden usar mejor la palabra, mediar de otra manera", insistió.

Origen

Este programa educativo filosófico fue creado en la década del '60 en Estados Unidos y luego se extendió a otros países. A nivel local se realizó una adaptación ya que los textos originales correspondían a una realidad diferente. Aquí suelen usarse como disparadores textos comunes, no específicos, como por ejemplo, historietas de Quino.

El fundador fue Matthew Lipman, quien vio en la Filosofía y el filosofar el modelo educativo necesario para hacer una transformación de las prácticas educativas tradicionales. La inquietud surgió cuando reconoció que sus alumnos universitarios tenían dificultades para el razonamiento lógico y consideró que esto debía desarrollarse desde pequeños.

Desde su punto de vista, esas prácticas son autoritarias e intelectualistas y sólo afirman la dimensión cognitiva del pensar y la repetición memorista de conceptos.

Por eso, propuso un programa de formación filosófica, que se centrara en prácticas para el desarrollo mental y social de los niños, a través del diálogo filosófico como herramienta privilegiada de indagación, comunicación y participación democrática.

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