Con su mochila carrito azul y roja en una mano y su papá Marcelo en la otra, Joaquín (7) se acercó ayer hasta la puerta de la Escuela de Niños Cantores, donde cursa su primer grado.
Para su sorpresa, la institución estaba cerrada y debió volverse a su casa. La misma secuencia se repitió con cientos de niños y padres que se disponían a cumplir su rutina diaria por la mañana, aunque otros directamente no fueron porque alcanzaron a enterarse de la novedad por una cadena que circuló por WhatsApp.
El motivo de la suspensión de las actividades en el colegio privado obedece, según contaron los padres de los estudiantes, a las malas condiciones del edificio donde funciona la escuela: la ex estación del ferrocarril Belgrano en Mitre y Godoy Cruz de Guaymallén. Si bien desde hace años ellos vienen reclamando por mejoras, la lluvia de los días previos agravó la situación a tal punto que se inundaron cinco aulas y se mojaron los cables del techo.
“Como ayer (por el miércoles) varios chicos volvieron a sus casas todos mojados y con frío, con los papás empezamos a organizar una protesta para esta mañana (por ayer), pero parece que las autoridades se enteraron y decidieron suspender las clases”, relató Romina Gargiulo, mamá de una nena de primer grado. A ella le llegó un mensaje al celular que le adelantó el panorama, pero igual se hizo presente en el establecimiento junto a una decena de padres.
“Lo que me gustaría es dejar a mi hija en la escuela y quedarme tranquila sabiendo que va a estar bien y que no corre peligro”, destacó indignada.
Gabriela Gabetto es mamá de un alumno de séptimo grado quien le contó las extrañas circunstancias en las que cursó el pasado miércoles. “El aula parecía como una pileta techada de natación por lo que los mandaron al salón de usos múltiples para tener clases y como no tenían bancos el docente les dejó sacar fotos con el celular de lo que iba escribiendo”, detalló la mujer.
Igualmente allí su hijo no se encontró a salvo de la lluvia porque también le refirió que el techo de ese salón tenía varias goteras. Ante este panorama, varios estudiantes realizaron videos que circularon por las redes sociales.
Marcelo Montes, padre de Joaquín, comentó que la falta de mantenimiento es constante. “Ellos dicen que el edificio no les pertenece, pero igualmente lo tienen que mantener en un estado decente porque allí concurren chicos todos los días”, se quejó a la vez que resaltó que en la puerta de la escuela debería haber habido algún directivo explicando la situación. “Es un colegio privado en el que pagamos $ 1.300 por mes, lo mínimo que podrían hacer es hacerse cargo de lo que pasa”, dijo.
A pesar de los constantes inconvenientes, los papás explicaron que siguen mandando a sus hijos a ese establecimiento porque comparten un proyecto educativo. “El nivel es muy bueno y tiene una parte artística increíble, eso es lo que nos convence para no irnos”, explicó Anastasia Neme, mamá de un alumno de 3ro, con lo que coincidieron otros progenitores. Ellos valoran tanto la educación que reciben sus hijos que incluso han ofrecido ayuda para arreglar las instalaciones.
“Sabemos que el edificio es muy antiguo y nos ofrecimos, por ejemplo, a colocar rampas para discapacitados, pero nos dijeron que no querían recibir ayuda”, recordó Gargiulo y destacó que les cuesta mucho comunicarse con las autoridades.
Nota a los directivos
En conjunto los padres presentes decidieron firmar una nota destinada a las autoridades, aunque subrayaron que no es la primera vez que lo hacen.
Entre los puntos, piden una evaluación por un profesional sobre el riesgo eléctrico y mejoras en los sanitarios porque consideran que son escasos y están en mal estado. “Solicitamos que se haga una inversión en la salud de los chicos y queremos un compromiso efectivo para que las cosas se solucionen”, remarcaron.
Además de estos problemas también relataron que ellos mismos han visto ratas en el lugar donde los chicos comen y que en invierno los estudiantes pasan mucho frío porque las conexiones de gas y eléctricas son tan viejas que no pueden sumar más estufas. Por otro lado, reconocieron inversiones puntuales de las autoridades para mejorar el colegio, pero sostuvieron que fueron insuficientes. “Invirtieron en la parte de canteros y arreglaron un par de techos”, deslizaron.
Sin respuesta
Las dificultades para comunicarse con las autoridades de la Escuela de Niños Cantores, referida por los padres, fue comprobada por este medio. El portero eléctrico que se encuentra en el ingreso del edificio no funciona por lo que fue imposible acceder al establecimiento para hablar con alguna autoridad.
Por otro lado, la institución carece de teléfono fijo y los padres se comunican con ellos a través de un celular que se encontraba “apagado o fuera del área de cobertura” durante toda la mañana de ayer. Ante esta situación se desconoce por cuánto tiempo el colegio permanecerá cerrado.
Al ser una institución privada con subsidio del estado, este diario consultó con la Dirección General de Escuelas (DGE). Desde el organismo explicaron que si bien la escuela recibe dinero por parte del estado todas las decisiones que toman le corresponden a los dueños.
Además reconocieron un cierto atraso en la transferencia de fondos por la situación financiera de la provincia, pero negaron que el panorama actual se deba a este inconveniente porque desde hace tiempo se sabe que el edificio tiene problemas estructurales.
“Lo que se les ha pedido desde la DGE es que informen las acciones que han ido tomando para mejorarlo y los dueños han mostrado los arreglos, pero tienen problemas más graves que tiene que resolver”, expusieron.
Un poco de historia
Una nota publicada por este diario en 1998 cuenta en detalle la historia de la Escuela de Niños Cantores de Mendoza. La institución nació por iniciativa de las familias de los chicos que conformaban el Coro de Niños Cantores junto a su directora Juana Mauro de Fernández en 1991.
Primero fue el “bachillerato artístico musical de Mendoza”'. Once alumnos comenzaron las clases en una casa prestada en la calle Emilio Civit. A la mañana funcionaba como establecimiento educativo, a la tarde ensayaba el coro. Al año siguiente agregaron grados del nivel primario, desde cuarto a séptimo; entonces todos los niños del coro entraron a la escuela. Así, en la próxima etapa se sumaron los que faltaban y el jardín maternal.
En la actualidad sigue funcionando en la estación del Ferrocarril General Belgrano con nivel inicial, primaria y secundaria.