En el Parque General San Martín soplan aires de cambio. Y más después del triunfazo en Tandil (2-0 ante Santamarina).
Porque los "soldados" de Astudillo se llevaron más que tres puntos, consiguieron dar vuelta una página que venía torcida y miran el futuro con otros ojos.
Y es que el equipo se debía una reivindicación tras su frustrado viaje a Santiago del Estero. ¿Será el punto de partido para este elenco? Ojalá. Veremos...
Una pesadilla. Una enormidad le costó a la Lepra hacer pie de arranque en campo tandilense. Entró con la cabeza en otra cosa y la pasó realmente mal, porque Santamarina fue muy profundo y estuvo dos veces muy cerca de ponerse arriba del marcador.
El Azul en quince minutos resultó un desconcierto total, frágil del medio hacia atrás y sin ideas para lastimar en ataque. Pero de a poco empezó a meterse en el partido y la historia transcurrió por los carriles que el elenco de Astudillo pretendía. Con Dolci firme en la mitad y Cardozo haciendo estragos por izquierda. De dos centros del zurdo partieron las ocasiones más claras para la visita, una increíble de Curuchet que no pudo vencer a Papaleo en el área chica.
El panorama era otro. Más jugado, más equilibrado y sabiendo Independiente que tenía argumentos futbolísticos como para maniatar a su rival y llevarse a Mendoza la victoria. Claro que tampoco podía descuidarse y entrar en desconcentraciones defensivas.
Ya nada era como al principio y la Lepra necesitaba ser lúcida y efectiva para adueñarse del encuentro, más allá del empuje entusiasta del dueño de casa, mucho dependía del conjunto de nuestra provincia a la hora de inclinar la balanza a su favor.
Estaba claro que la fórmula ganadora estaba en animarse, para ser protagonista y no fallar en los momentos justos, en los metros decisivos donde se resuelven los partidos. Y acá debían afinar la puntería Cardozo, Curuchet y Tarragona. El negocio redondo estaba por los costados, sin dudas con los rapiditos para desbordar y asistir.
A ninguno le cabía el empate, los dos estaban urgidos por ganar y entonces fueron sin guardarse nada. De ida y vuelta, con aciertos y errores. La clave estaba en saber quién iba a acertar en el arco contrario.
Y en este contexto de juego, el local tuvo una ráfaga donde encontró espacios e hizo revolcar a Aracena, quien también tuvo el travesaño como aliado para ahogar el grito de gol de los muchachos de Nosei.
Cuando el Azul se despertó, marcó el camino y a través de Daher, su tiro libre estalló el travesaño del arco de Papaleo, casi anota el gol. Nadie hubiese dicho nada si la pelota entraba y hacía enrojecer las gargantas leprosas. Estaba para el toque letal, y lo dio Cardozo con un tremendo cabezazo de pique al suelo.
El primer estiletazo ya estaba dado. Había que defender con uñas y dientes el triunfo, como nunca antes. Y así lo hizo, hasta que Curuchet desahogó a todo el pueblo leproso. Que respira otro aire, no aliviado pero con esperanzas.
Franco Dolci explotó tras su expulsión: "Juro por mis dos hijos que jamás insulté al juez de línea"
“Me voy muy triste por la expulsión. Le reclamé al línea que la pelota era para nosotros. Sólo eso. Yo puedo jurar por mis dos hijos que no lo insulté. Yo les ‘hincho las pelotas’ a los árbitros pero jamás los insulto porque no me gusta que lo hagan conmigo. Sí le dije que se había equivocado y nada más. Se lo dije en un tono elevado y él me respondió que me esperaba en el vestuario. Pero ya está, nos vamos nosotros con los tres puntos”, contaba Dolci e inmediatamente luego se fue a cruzar con Giannini en vestuarios. Mucha bronca tenía el capitán por la roja. Sobre el partido, dijo: “Es una gran victoria, teníamos que cambiar la imagen dejada en Santiago. No arrancamos bien pero luego lo corregimos”.
