Ningún docente nace loco

Ningún docente nace loco

“Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Albert Einstein

Son tiempos difíciles para los docentes. La paciencia que debemos tener  para ejercer esta profesión parece que está a punto de acabarse. Desde hace un tiempo estamos sufriendo todo tipo de descalificación por parte de funcionarios o de cualquier persona que cree conocer nuestra realidad y opina.

A pesar de eso, seguimos adelante con nuestra tarea día a día, frente a las aulas de toda la provincia, y ponemos el  pecho, con coraje y por un mejor futuro, a todo lo que requiere de nuestra atención. Porque quizá pequemos de ingenuos pero nosotros seguimos apostando a la educación como solución a muchos problemas de la sociedad.

La mayoría ni siquiera imagina cuáles son las actividades habituales de un docente. Aquí un ejemplo: atiende y cuida alumnos, les reparte  viandas, contiene a padres con problemas conyugales, económicos o laborales. Consuela a alumnos que padecen abusos y nadie los escucha; corre de una escuela a otra (2, 3, 4 y a veces ¡más!) en busca de un salario "digno".

Y hay más: corrige trabajos, planifica clases, elabora estrategias pedagógicas creativas para que los chicos presten atención y por un minuto hagan algo que no sea insultar, escaparse del curso, jugar con las Net o sus celulares.

Somos nosotros los que debemos implementar las caprichosas "novedades curriculares" (tan incoherentes como inútiles) que elucubran  cerebros que la última vez que pisaron un aula fue en los '90 (donde la realidad era totalmente distinta a la de hoy).

 Todo esto, obviamente,  sin cobrar horas extra, en nuestro "tiempo libre" y,  muchas veces sacando dinero de nuestros propios bolsillos cuando una necesidad de un alumno así lo requiere.

¡Ah! ¡Y dictamos clases, también! En un ambiente laboral en el que ciertos días salimos orgullosos por haber logrado nuestro fin de educar; otros días, salimos con el corazón en la boca, después de escuchar y recibir todo tipo de insultos, amenazas  y agresiones de parte de alumnos, padres, directivos.

Stress, dolores varios, cuerdas vocales agotadas, cansancio crónico, depresión, suelen ser las afecciones más comunes de los docentes por estos días. Por lo expuesto, no es por casualidad que parezcamos locos pero ¡no es nuestro estado natural! Es la consecuencia de nuestras condiciones de trabajo actuales. De más está aclarar que nuestros hijos, hermanos, etc.

también son parte de este sistema (como los suyos, estimado lector), por lo cual no somos los únicos damnificados.

Entre tanto, algunos ignorantes, entre ellos la Presidenta, todavía piensan que sólo trabajamos 4 horas y tenemos 3 meses de vacaciones. La paciencia se acaba y ya nos parece insultante caer en este debate.

¿No entienden? Tampoco entendemos nosotros la siguiente afirmación: "Para la DGE este año mejoró la convivencia". En el año en que más hechos de violencia se han registrado en las escuelas mendocinas, es inadmisible que digan eso a los docentes que la sufrimos a diario.

El retroactivo del radio se iba a pagar en marzo de 2013, no sabemos  nada todavía. Tampoco las deudas por antigüedad se saldan. No entendemos por qué somos la única provincia argentina que trabaja media hora más por semana, es decir, un mes más al año que no cobramos.

Ahora quieren hacer creer que empezar las clases en febrero  garantizará mejor calidad educativa, cuando está demostrado que no es cantidad lo que va a hacer que el sistema educativo mejore. Pero no somos escuchados. Las jornadas son un dibujo para que legitimemos las decisiones que ya fueron tomadas y los docentes somos los convidados de piedra.

Nosotros sí sabemos cómo mejorar y necesitamos que el sistema nos apoye. Pero modifican el sistema de sanciones disciplinarias para terminar perjudicando el aprendizaje de aquellos que sí quieren estudiar. Se bajan instrucciones no escritas a los directivos para que promuevan a los alumnos aun si el docente no considera que está en condiciones (pasan sin saber leer ni hacer cuentas básicas).

Los cursos están superpoblados. Los gabinetes psicopedagógicos cuentan con poco personal. Nuestras aulas no poseen las mínimas condiciones que se requiere para enseñar (¡ni las mínimas!). Una nueva que pega justo en el punto más débil de la salud docente: el hiatus de cuerdas vocales, el cual todavía no queda claro si la nueva ART lo considera o no enfermedad laboral (que claramente lo es) con el consiguiente desamparo que esto implica.

Todos los educadores pretendemos  que con nuestro trabajo se promueva una sociedad incluyente, democrática, signada por la calidad. Pero el Gobierno provincial parece tener otras prioridades más relacionadas con su necesidad de permanencia en el poder que con el compromiso de tener una Mendoza con recursos humanos bien formados.
 
Los docentes necesitamos ser rescatados de este contexto de vulnerabilidad para poder cumplir correctamente nuestra función social.

No nacimos locos, no estamos locos, por eso hoy los docentes mendocinos independientes decimos: ¡Basta!

Laura Lidia Ruiz - DNI 25.329.764

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