El drama de la joven que perdió la cuenta de cuántas veces se casó

Las bodas mutah, una antigua práctica, son uniones por tiempo limitado, incluso de algunas horas. Una historia que desconcierta.

El drama de la joven que perdió la cuenta de cuántas veces se casó
El drama de la joven que perdió la cuenta de cuántas veces se casó

El término Nikah mut'ah quiere decir "bodas de placer" en árabe. Se trata de una antigua tradición islámica, conocida como bodas mutah, un casamiento por tiempo determinado estipulado en un contrato. Funciona como una vía abierta para que los hombres musulmanes puedan consumar sus deseos sexuales por fuera de una unión pensada para la reproducción, pero que abre la puerta para que abusen de niñas, todo bajo el auspicio de clérigos musulmanes, según consignó Clarín.

Los clérigos shiítas (la única rama del islam que la permite) la condenan. Dicen que está prohibida. En una investigación encubierta de la BBC se descubrió que numerosos imanes las celebraban sin problemas, para niñas de hasta 9 años. 

Una de las jóvenes que aparece en la investigación de la BBC es Rusul. Es una adolescente que está distanciada de su familia. Trabaja para mantenerse a ella, y a su hermana menor.

A pesar de que Rusul tenía una vida difícil, la joven estaba decidida a salir adelante sin la ayuda de un hombre. Cada tanto, un hombre le pasaba su teléfono, pero ella siempre los descartaba.

Un día conoció a un hombre en la tienda donde ella trabajaba y a lo largo de varias semanas, el hombre siguió apareciendo de forma regular. Cuando en una de esas visitas, el hombre le propuso casamiento, la joven dijo que sí, sin dudarlo.

La joven y el señor fueron a una oficina de casamiento religioso en Kadhimiya, una zona de Bagdad. Hubo una breve ceremonia en la que el clérigo dijo unas pocas palabras, le preguntó a Rusul si estaba conforme con la dote de 200 dólares que le correspondía, y le acercó un contrato. Aún si Rusul hubiera sabido leer, era poco probable que se diera cuenta que algo raro estaba pasando.

El hombre la llevó a un departamento cerca de la oficina para consumar el matrimonio. "Sentía que un peso se me había levantado de los hombros. Por fin, no todo dependía de mí", confesó Rusul al medio británico BBC.

Sin embargo, a las pocas semanas, el hombre desapareció. Confundida, fue a ver al imán que la casó y se enteró que había sido parte de una boda mutah.

Si bien las bodas mutah pertenecen a la tradición islámica, hay que hacer la distinción que, al menos oficialmente, solo la rama shiíta las permite. Para los clérigos sunnitas, no es una opción. De acuerdo a la doctrina shiíta, las mutah son pensadas para el disfrute sexual, y no para la reproducción.

En diálogo con la BBC, Rusul confiesa que no sabe cuántas veces se ha "casado". Docenas de veces. Su último matrimonio duró 3 horas. Su historia, como la de incontables otras mujeres, revela el papel que juegan los clérigos, no solo a la hora de mantener la práctica vigente, sino como "proveedores" de mujeres para hombres que buscan este tipo de uniones.

El clérigo que la casó por primera vez fue quien la "reclutó" para lo que seguiría. Le recordó que, en tanto una adolescente que ya no era virgen, le sería prácticamente imposible casarse con un hombre para toda la vida, y tener hijos. Le sugirió que podría ganar dinero como "esposa" de bodas mutah. Le sacó fotos, y le dijo que la contactaría cuando surgiera una posibilidad de boda. Consciente de su falta de opciones, Rusul accedió.

No quiere dar a conocer cuánto dinero gana. Sólo que el clérigo hace de intermediario: le cobra al cliente, y luego le pasa un porcentaje a ella. Respecto al control de natalidad, el clérigo le coloca inyecciones anticonceptivas.

"Esta es una práctica muy extendida. Hay muchas chicas como yo", remarcó la joven.

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