Desde los 16 años Lucas Hirschegger (30) sabía que cuando terminara el secundario partiría a Eslovenia a conocer la tierra de sus abuelos y a aprender su idioma. Lo que nunca se imaginó fue que ese país, que pretendía visitar por un año, se convertiría en su nuevo hogar y que allí formaría su propia familia. “En ese entonces era posible conseguir becas para estudiar idiomas y me agradaba la idea de conocer un poco el mundo”, relata vía mail desde Ljubljana, la capital eslovena. Hoy trabaja como administrador de sistemas en Adria Airways, la aerolínea de bandera de Eslovenia, está casado y tiene una hija de 5 meses.
El joven recuerda que cuando llegó al país -que nació al desmembrarse la ex Yugoslavia en los ‘90- le costó algunos meses integrarse: “Más que un tío y tía no me recibió nadie por estos lados. No conocía a nadie y así fue bastante tiempo. Llegué en abril y hasta que empecé con los cursos de verano de idiomas tuve poco contacto con el mundo exterior”, cuenta. Pero a partir de allí la experiencia comenzó a mejorar: “La verdad que siempre me sentí muy a gusto. El país es chico y muy tranquilo, lo cual me agrada. El clima me sienta mejor. El sistema funciona un poco diferente a lo acostumbrado, pero me amoldé bastante rápido y ahora lo prefiero”, asegura el oriundo de Godoy Cruz.
En sus días de estudiante tuvo que desempeñarse en diferentes rubros para poder mantenerse. “Hice mudanzas, trabajé en la construcción, fui ayudante de plomero, hice instalación eléctrica, estuve en varios depósitos armando pedidos, entre otros”, detalla y recalca que en Eslovenia los empleos para estudiantes están muy bien organizados.
Una vez que terminó la carrera de ingeniero en Trans- portes y Logística en la Facultad de Estudios Marítimos y Transporte de la Universidad de Ljubljana, comenzó a desempeñarse en la empresa de correos TNT. “De ‘che pibe’ (almacén, courier, data entry, etc.) pasé al área de importación/exportación. De ahí al área de informática”, recuerda. Hasta que un día se le dio la oportunidad de ser administrador de sistemas en Adria Airways, la aerolínea de bandera eslovena, su actual empleo.
Un día de su vida
Lucas arranca su jornada temprano, desayuna con su esposa e hija y parte a su trabajo, que queda en el aeropuerto a 20 minutos de su casa. “La jornada laboral es corrida de 8 horas, tengo 30 minutos para almorzar pero es temprano, entre las 11 y las 12”, señala.
Regresa a su hogar entre las 16 y las 17, cena a las 18 y a las 19 empieza con la rutina de la bebé: “Baño, comida, cama”, enumera. Luego de las 21 ya puede disfrutar de su tiempo libre que aprovecha para ver películas, leer, ver fútbol, dormir temprano y a dedicarse a su hobby como voluntario para Mozilla Eslovenia. “Durante los fines de semana el trabajo se cambia por salir a pasear (centro, naturaleza, visitar parientes o amigos)”, comenta.
Además, disfruta dedicar tiempo al deporte de escalada, esquí, gimnasia, fútbol, aunque, como su beba todavía es pequeña, ha tenido que dejar esa pasión de lado.
Diferencias culturales
Luego de 11 años de estadía allá, el joven mendocino considera que la cultura eslovena es bastante diferente a la argentina. “Dado que el clima es templado, la gente tiende a ser ordenada y trabajadora. Si comparo con nosotros, suelen ser más reservados y formales. Puede ser gracioso saber que no comparten cosas: cada uno tiene su cerveza y por lo general sólo uno paga la cuenta”, destaca Lucas.
Una de las costumbres que más le llama la atención es el hecho de descalzarse en las casas. “Siempre que se entra en un departamento o casa es normal, seas visita o no, sacarse los zapatos y andar en pantuflas”, precisa.
Él mismo reconoce que antes de llegar tenía un preconcepto sobre los eslovenos, pero después de haber compartido parte de su vida con ellos cambió su percepción: “Vine con la idea de que los eslovenos eran gente aburrida y cerrada pero nunca he tenido esa sensación. Son gente alegre, que les gusta tomar y bailar”, remarca Lucas, que no tiene pensado volver a vivir a Mendoza pero que siempre que puede viene de visita.