Nic Loreti: “Es muy fácil trabajar con esta clase de actores”

El director de 27: El club de los malditos habla de su particular manera de entender el cine y elogia a Diego Capusotto y Sofía Gala.

Nic Loreti: “Es muy fácil trabajar con esta clase de actores”
Nic Loreti: “Es muy fácil trabajar con esta clase de actores”

Nicanor Loreti descubrió que le fascinaba el cine desde muy chico, y en plena adolescencia se dio cuenta de que lo que más le atraía eran todas esas películas denominadas "Clase B".

Su extravagante paladar lo llevó cada vez más a interesarse por el tema y, de hecho, estudió en la Universidad del Cine (FUC). Trabajó como periodista en revistas especializadas, escribió libros sobre las entrevistas que realizó a personajes del mundo del cine (Cult People y Cult People 2) y a la par se fue metiendo en la industria escribiendo guiones, filmando cortos, documentales, produciendo, e inclusive actuando.

Sin dudas, atrajo la mirada de todos al realizar Diablo (2011), protagonizada por Juan Palomino, en donde cuenta la historia de un ex boxeador que vive un día bastante particular.

Este film ganó el premio a Mejor Película Argentina en el Festival Internacional de Mar de Plata, y eso lo llevó a otro plano. Loreti consiguió hacerse su lugar con Kryptonita (2015), la historia de unos improbables superhéroes del conurbano, y consolidarse como un director al que le gusta hacer apuestas arriesgadas y mostrar algo diferente al público. Y eso es exactamente lo que propone con 27: El club de los malditos.

–Tenés dos grandes pasiones: la música y realizar películas. Acá pudiste darte el lujo de combinar ambas cosas.

–Originalmente, este largometraje siempre tuvo en la trama el tema del rock. O sea, siempre la idea era combinar ambas cosas. Incluso, el soundtrack del film tiene “nerdeadas” que puso Pablo Sala, quien hace la música. Por ejemplo, incluyó a Sergio Vall, que fue baterista de Los Violadores; a Claudia Puyó, que canta ese tema que recuerda a Janis Joplin; las guitarras las hace Daniel “Alambre” González, un músico de blues muy prestigioso... Hay muchas de esas cosas. Y después, siempre había soñado con la idea de tomar -como en Kryptonita- personajes de la música y meterlos en algo de acción. Sin mucho sentido, porque es divertido.

–Por un tema generacional, Kurt Cobain te tocó como ejemplo de esos músicos que murieron jóvenes.

–Claro, y en una primera versión del guion había un Kurt…

–Cuando leés los créditos, los nombres de los músicos no están escritos iguales a los que vivieron. ¿Fue por algo legal?

–Yo averigüé legalmente cómo funciona y, si no difamás a nadie, podés hacer una especie de biopic. Lo que pasó es que, en un momento, escribiendo el guion con Alex Cox me empezó a tirar la idea de hacer como revisionismo histórico y poner personajes que no hubieran muerto a esa edad, como Sid Vicious o Joe Strummer, y que tuvieran otra onda, como el punk. Así los incluimos como si hubieran muerto a esa edad. En cuanto hicimos eso, decidí que no fuera el mismo Sid Vicious de la vida real, y si queríamos contar una historia alternativa, teníamos que inventarlo. Hicimos versiones de los personajes y les pusimos nombres parecidos, así podíamos hacer lo que quisiéramos.

–Es increíble que hayas tenido la colaboración de Alex Cox, director y guionista de, entre otras cosas, Sid & Nancy (1986).

–Sí, fue algo espectacular. En el momento en que me dijo que quería escribir las escenas que funcionan como flashbacks, las filmadas en blanco y negro, me pareció buenísimo. Iba a ser complicado escribir un guion a dos manos porque, más allá de la distancia, no tiene ni Skype. Entonces, Alex podía escribir esas escenas y yo todo lo restante en base a eso. Cuando se copó y lo hizo, fue el momento en que decidí que quería hacer la película sí o sí.

–La película tiene varios "cameos", ¿cómo se fueron dando esas participaciones?

–Por ejemplo, con Nai Awada tenía muchas ganas de trabajar. Muchos se copan porque pegamos buena onda, y hay muchos actores como Ezequiel Rodríguez, que hace del motoquero con Síndrome de Tourette, al que le encantó la idea de la película. Es muy amigo de Willy Prociuk, que personifica a Sid, y entonces participó. Muchas veces las cosas ocurren así: a uno le gusta la trama o la idea del film y te pregunta si puede traer a otro para que se sume. No tengo mucho prejuicio de dónde procede el actor. Si sirve para el papel y suma, lo ponemos. Así fue con El Polaco, que me lo propusieron y me gustó mucho lo que hizo.

–¿Escribiste en especial para alguno de los actores?

–No, creo que no. De hecho, originalmente Luisana Lopilato iba a hacer el papel que terminó haciendo Sofía Gala. Teníamos este proyecto hace muchos años, y cuando se lo llevé a ella fue por 2014 o 2015. Ella quería hacerla, y después se lo llevé a Diego Capusotto y ellos dos eran los protagonistas. Después pasó todo lo del tema del hijo y no podía hacer la película, y yo sí o sí tenía que filmar en esa fecha porque había conseguido todo. Si tenía que correr la filmación, se iba a postergar un año e íbamos a tener que empezar todo de vuelta. Diego sí podía (y cuando me dijo que sí laburé mucho el guion para que se adecuara a él) y pensé en Sofía para remplazarla. Llamé a Capusotto y le pregunté si tenía a alguien en mente y coincidió que también pensaba en ella. Tuve mucha suerte de poder contar con Sofía.

–Tenés mucha llegada con los actores. Muchos quieren trabajar con vos y sabés dirigirlos bien. Cuando te toca trabajar con alguien como Capusotto, que puede llegar a improvisar bastante, ¿cómo lo manejás?

–Siempre trato de poner a la persona que me va a dar algo real, que los diálogos no vayan a sonar como fingidos o impostados. En este caso, Diego estaba muy cómodo con el guion y, aunque no parezca, es un actor muy obediente y sigue a rajatabla las direcciones que uno le da. Lo que también tiene de bueno es que te propone muchas cosas, y casi siempre lo que aporta es acertado y modificás lo que tenías. Y también te escucha muchísimo. Sofía es muy parecida en eso. Entonces es muy fácil trabajar con esta clase de actores. En general, tuve mucha suerte con los que me tocó trabajar.

"Siempre trato de que los diálogos no vayan a sonar como fingidos o impostados. En este caso, Diego Capusotto estaba muy cómodo con el guion".

–Tengo que preguntarte cómo fue que pudiste sumar a Willy Toledo al elenco…

–Pasaron dos cosas: por un lado, Néstor Sánchez Sotelo, productor de este largometraje también produjo Soy tu Karma (2017), que está protagonizada por Guillermo, entonces ya lo conocía. Por otro, me lo encontré en el Festival de Cine de las Tres Fronteras. Juan Palomino es muy amigo y le contó sobre la trama de 27, y dijo que quería estar. A mí me parece un actorazo, y le pregunté a Néstor si podíamos tenerlo y me dijo que sí. Llamamos al representante para ver si tenía tiempo de hacerla. Contestó que no había problema, le mandé el guion a Willy y le dije que quería que hiciera de un Jim Morrison que habla en español. Le encantó la idea y se sumó. Fue grandioso tenerlo.

–Te ganaste en lugar en el cine argentino como el director que propone algo diferente a lo que se hace comúnmente. ¿Lo sentís de esa manera?

–Trato de que mis películas sean diferentes, para que haya cierto interés por verlas. Creo que, en el caso de 27, me parece que podría haber sido algo más extrema y yo puse un freno. La próxima tendría que ir más a la energía que tenía Diablo. Me siento como un poco tibio, no porque este film sea mejor o peor, sino porque si lo comparás con otras obras, como las de Takashi Miike, parece que estuviera haciendo televisión. Uno en la Argentina también piensa mucho en la taquilla, que no sea prohibida para menores de 16 años, todas esas cosas. Al ser productor me preocupan esos temas. A muchos actores les llama la atención el cine que hago y quieren ver la propuesta. Muchos quieren hacer cosas diferentes, pero si se arriesgan y les sale mal, pierden esa posición que habían ganado. En esta industria pasan esas cosas. Y yo entiendo ese lugar.

–¿Cómo ves la situación actual del cine argentino?

–Es un momento crítico, por las razones que ya sabemos de decisiones políticas y demás. Igual, me parece que hacer cine en Argentina es tratar de sobrevivir, no vivir. En Hollywood pasa algo parecido. La diferencia es que al ser menos plata de presupuesto es más grave. Allá se pelean por 10 millones de dólares de diferencia, y acá estás contando cada centavo. La situación actual agrava todo y uno va pensando dos veces cómo y qué película quiere hacer. Creo que hay que tratar de hacerlas igual, y eso te lleva a buscar socios que capaz se lleven más dinero que vos. No es lo ideal pero si no, no hay nada que hacer.

–¿Tenés algún proyecto nuevo?

–Estoy terminando de editar una película que se llama Anoche, que codirigimos con Paula (Manzone), mi señora. Es una comedia romántica con Gimena Accardi, Benjamín Rojas, Diego Velázquez y Valeria Lois. Paula escribió el guion en base a una obra de teatro en la que participó y de la que a mí me parecía que se podía hacer una película. Después queremos hacer con Leonardo Oyola un largometraje de terror a fin de año, que ya estamos escribiendo.

–Por último, ¿conocés Mendoza?

–No. Me encantaría hacerlo. Me gusta viajar y conocer otras provincias, otros lugares y ver todo lo que tienen para ofrecer. Y, en cuanto podamos, vamos a ir con mi señora a conocer porque tengo muchas ganas de visitar la provincia.

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