Niamh Mekevitt es una adolescente inglesa, jugadora en la ciudad de Sheffield, que cambió con la estructura inglesa -y del resto del fútbol mundial- al jugar con varones y forzar a la Asociación de Fútbol Inglés (FA) cambiar el reglamento que impedía a las niñas jugar hasta los 11 años. Sin embargo, ella fue creciendo y esa norma varió gradualmente.
Con 16 años, logró que el límite para que las chicas compartan equipo con varones sea hasta los 18.
A raíz de este logro, sumado a sus vivencia experimentadas y sus malos momentos por sexismo, discriminación, burlas y otras actitudes de resistencias por parte de clubes, expectadores (padres), dirigentes y técnicos es que la llevó a contar todo en un libro: "Playing with the boys, Vision Sports Publishing.
Todo empezó una mañana de sábado cuando Niamh, de cinco años, acudió junto a su padre y su hermano al entrenamiento de un equipo local. "La otra opción era ir con mi madre de compras; la idea del fútbol sonaba un poco mejor", recordó.
Y agregó que disfrutaba tanto que "en las horas del recreo o en su tiempo libre solo pensaba en jugar a fútbol. Que hubiera solamente chicos con quien hacerlo no le suponía ningún problema", a la vez que destaca en su libro cómo siempre era la última en ser escogida a la hora de hacer equipos.
Pero aquella discriminación precoz tampoco le preocupaba: ya en ese entonces el fútbol le gustaba demasiado. "Me encanta la sensación de salir al campo y saber que puede pasar cualquier cosa", contó la adolescente, en Sheffield.
También disfruta ir a la cancha y disfrutar el fútbol como espectadora: es seguidora del Everton, de los programas deportivos y hace unos meses estuvo en el Camp Nou: "Ver jugar a Messi en directo es una maravilla", comentó.
Cuando Niamh cumplió 12 años la FA, el máximo organismo del fútbol inglés, anunció que permitía equipos mixtos hasta los trece. Pero posteriormente, la FA aplazó el límite hasta los 14, y posteriormente, a los 15 años. "Ahora se puede hasta los dieciocho", informó encantada.
Durante estos años Niamh y su familia tuvo encontronazos con autoridades futbolísticas, clubs, escuelas, maestros y entrenadores, quienes insistían que debería limitarse a jugar con chicas. Pero ella se negó, pese a haber vivido experiencias no del todo agradables: "En mi primera temporada recuerdo insultos sexistas por parte de los contrarios que la verdad, me tiraban para atrás". También hubieron golpes, entradas fuera de lugar y, sobretodos, muchísimas miradas y muecas burlonas. "Es un mundo donde el fair-play brilla por su ausencia", resume. De nuevo, no se dejó amilanar. Niamh, que juega como defensa y fue la primera mujer en formar parte de los infantiles del Sheffield Wednesday, asegura que la indignación le daba "más energía". En su libro tampoco olvida a los padres de los jugadores, otro factor a tener muy en cuenta en el mundo del deporte infantil: "En general, los padres están callados, pero alguna vez he escuchado algún comentario o insulto de uno que me han dejado parada: me daban ganas de preguntarle cómo era posible que un adulto como él no fuera capaz de asumir que yo estuviera en un campo de fútbol".
Mirá la introducción de su libro.