La idea de esta nota no es pedir venganza por los asesinatos de mi hijo y de Martín Capelli, usando como arma un vehículo a más de 120 km/h dentro de la ciudad, sino pedir conciencia para los próximos asesinatos de los que hoy están con vida a nuestro lado. Yo nunca preví que me iba a pasar, ni siquiera sabía nada de cementerios o casas de velatorio, como hoy hay muchos padres creyendo que solo les pasa a otros.
Lo que pretendo es salvar a los próximos, porque el problema es grave y continúa, mientras haya chicos sin la suficiente educación vial, no solo desde la escuela sino fundamentalmente de los padres, que les dan un arma sin la previa conciencia de sus riesgos. Mientras haya jueces “garantistas” que dan prisión domiciliaria a los asesinos porque “las cárceles no educan”, o porque “no hay suficiente lugar para alojarlos”, no va a existir un freno a la comisión de delitos. “No hay miedo a violar la ley”, “Nadie va preso”, los autos matan más gente que los revólveres.
En todo el mundo se castiga severamente la violación de las leyes, acá se es permisivo. Las consecuencias: tenemos el índice más alto de muerte en accidentes de tránsito, de muertes por robos, de femicidios, pero todo tiene la misma raíz: la Justicia y la Policía no están a la altura de las circunstancias, y esto no es un tema de izquierdas o derechas, si no averigüen qué le pasa a un ladrón o a un corrupto en los principales países de izquierda.
Por eso pido mayor dureza de la Justicia y la Policía, que se castigue severamente a los delincuentes, no por mi hijo, que ya es tarde, sino por los de los que aún no les ocurrió; por eso, sumémonos al reclamo. Ni uno más muerto ni uno menos vivo.
Víctor Derlich - Padre de Sergio Derlich (1988-2015)