Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza Radio Mitre
Si las queremos vivas, si queremos combatir de verdad la violencia de género y los femicidios como los de Micaela García; si queremos que no haya ni una menos, tenemos que plantear que no haya un juez más como Carlos Rossi ni como Eugenio Zaffaroni.
Los mecanismos institucionales del juicio político impulsado por todos los partidos tienen que destituir a Rossi o provocar su renuncia.
Pero con eso no alcanza porque lamentablemente la Justicia argentina está llena de jueces como Rossi, hijos putativos de la doctrina Zaffaroni.
La fábrica de jueces como Rossi tiene un responsable directo que fue miembro de la Corte Suprema de Justicia y hoy es uno de los principales asesores de Cristina, la exitosa abogada que nunca ganó un juicio y perdió el juicio varias veces.
El falso garantismo, el abolicionismo como doctrina, diseminó magistrados por todo el país que tienen una mirada teórica muy lejos de los problemas de la vida cotidiana. Todo el tiempo buscan vericuetos en las leyes para dejar libres a los delincuentes de todos los colores.
Siempre hay una excusa. Siempre es el sistema capitalista el responsable de que haya criminales, asesinos y violadores. Siempre es la injusticia social la que produce delincuentes. Por lo tanto, siempre se puede condenar y responsabilizar a esa ideología y dejar libre a los que superaron todos los límites morales al violar y ahorcar a una niña o a varias.
¿Es tan difícil comprender esto? ¿Es tan complejo ponerse en el lugar de las víctimas o de los familiares de las víctimas y dejar de favorecer a los victimarios? ¿Se puede ser juez con una ceguera dogmática semejante que tira nafta sobre los incendios sociales?
Todo eso se lo debemos al presunto brillante intelectual Eugenio Raúl Zaffaroni. Por eso hubo algunas definiciones muy categóricas que nos ayudan a pensar.
Dijo Fabiana Túñez, la titular de la Secretaría de la Mujer que, en el caso atroz de la violación seguida de muerte de Micaela, hay dos culpables: el autor material, es decir Sebastián Wagner que tiene que ir a la cárcel para siempre y el juez Rossi, que lo dejó en libertad pese a todas las recomendaciones en contrario y que se tiene que ir a su casa. El magistrado dormía con la conciencia tranquila a pesar de que, tanto el servicio penitenciario como el fiscal, le aconsejaron que no dejara en libertad a ese chacal. Pero el juez Rossi no les dio bola y siguió el manual de Zaffaroni. Así le fue a Micaela y así le va a ir al juez. Pero insisto, no alcanza. Hay que renovar la Justicia, apelar a nuevos jueces con un pensamiento más abierto, menos dogmático y con más sentido común.
Rolando Barbano, el brillante editor de la sección “Policiales” de Clarín, lo resumió como nadie: “Hay jueces que aplican la pena de muerte pero con las víctimas”. Carlos Rossi aplicó la pena de muerte a Micaela García.
El propio presidente Mauricio Macri dijo que no podemos contar con jueces como estos. El ministro de Justicia empujó la idea de apelar al juicio político o que Rossi dé un paso al costado. Hasta el propio Papa Francisco se comunicó con los padres de Micaela para consolarlos en su desgarro si es que eso es posible.
Fue tan brutal lo que pasó que Cristina apeló a un comunicado de La Cámpora para expresar su solidaridad con la familia García y en las redes sociales la sepultaron con mensajes durísimos cuestionando la idolatría y la estrecha relación que tiene con Zaffaroni.
Es que nadie olvida varios de los casos que dejan la moral de Zaffaroni a la altura de un zócalo. El jurista dicta cátedras por el mundo y trata de ocultar las cuestiones que el periodismo demostró varias veces.
Tengo varias preguntas al respecto para Zaffaroni: -¿Se puede estar en la Corte Interamericana pese a que hay fallos suyos denigrantes de la condición humana y decididamente inmorales y humillantes para las víctimas? Hablo del fallo Tiraboschi donde usted minimizó una violación de una nenita porque fue realizada con la luz apagada y porque no fue penetración sino sexo oral al que fue obligada la chiquita.
Al imponer la pena por abuso deshonesto, sostuvo que no correspondía aplicar la pena máxima porque, entre otras razones, la víctima, una niña de ocho años, había sido abusada con la luz apagada y, en palabras de la sentencia, “el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aún más el contenido traumático de la desfavorable vivencia de la menor”.
O el caso del juez Axel López que es casi calcado del que estamos padeciendo ahora con el juez Carlos Rossi. Zaffaroni fue el abogado defensor de Axel López que dio la libertad condicional a un condenado por cuatro ataques sexuales. Repito: liberó a un condenado por cuatro ataques sexuales. El perito psiquiatra recomendó que no lo liberara. Pero el juez López, igual que Rossi, ignoró esa recomendación y lo mandó a la calle. El delincuente manejó un remise y violó y mató a la primera pasajera que subió. Axel López fue a juicio, Zaffaroni lo defendió diciendo que los informes de los peritos, fiscales o penitenciarios no son vinculantes y logró que no fuera condenado. Hoy el juez Axel López sólo tiene el castigo de su conciencia. Esperemos que con Rossi no pase lo mismo.
¿Se acuerda de aquellas famosas resoluciones donde según usted, alguien no había robado un auto porque estaba en la calle y se lo podría haber encontrado? ¿O que un cuchillo no es un arma sino un utensilio de cocina y eso fue un atenuante para un delincuente que lo utilizó? ¿No tiene ninguna responsabilidad además de haber pagado la multa correspondiente por haber alquilado sus departamentos para que en 5 de ellos se ejerciera la prostitución? ¿No cree que sus excusas fueron poco creíbles cuando señaló que fue su amigo íntimo el que administraba esos departamentos y que usted no conocía a los inquilinos?
¿No siente algo de pudor o de culpa por ser cuestionado e impugnado por personas intachables como Rodolfo Terragno, Diana Cohen Agrest o Santiago Kovadloff? ¿Tiene alguna responsabilidad en la instalación, en parte de la Justicia, de un falso garantismo que a la hora de la verdad funcionó como una nueva humillación a las víctimas y como una defensa de los victimarios bajo el pretexto ideológico de que eran víctimas del sistema capitalista? ¿Cree de verdad que se puede construir una sociedad democrática con vigencia plena de los derechos humanos y la paz, con premios y sin ningún castigo? ¿El abolicionismo no nos lleva a la primitiva ley de la selva?
Zaffaroni utilizó terminología de alto calibre. Habló de “hordas mediáticas y de terrorismo mediático que incita al linchamiento” y sugirió modificar la Constitución Nacional para acotar lo que él denomina “oligopolios audiovisuales de intereses vinculados al capital transnacional”.
Junto a Cristina y a Víctor Hugo Morales se convirtió en el tridente de avanzada en la persecución y hostigamiento hacia el periodismo no adicto. Ese periodismo que está horrorizado por cómo un juez como Rossi liberó fácilmente a un asesino como Wagner siguiendo la escuela de Zaffaroni.
La propuesta es clara. Si no queremos una menos, si no queremos un femicidio más, debemos buscar los caminos para no tener un juez más como Rossi, ni un juez más como Zaffaroni. Para que se haga justicia y no demagogia barata y criminal.