Ni el frío ni las nubes pudieron con la alegría de “los de los cerros"

Sin temor a lo que dijera el termómetro, la facción popular del público de la Vendimia volvió a ocupar el palco más natural del Romero Day.

Ni el frío ni las nubes pudieron con la alegría de “los de los cerros"
Ni el frío ni las nubes pudieron con la alegría de “los de los cerros"

Sobre un terreno pedregoso y empinado, modificado un poco por la mano del hombre, desde las 17 y antes también, la "gente de los cerros" ha tomado posesión y espera la fiesta central.

Son un clásico que crece año a año: gente trabajadora que tiene una pasión por la vendimia que hasta a ellos les cuesta explicar. Lo que no tienen, en muchos casos, es el dinero para comprar la entrada. Pero todos coinciden en que   "de tener la plata, jamás dejaría de ir a los cerros; acá es distinto", como explica Ivana Torres una locutora de FM 93.3 Maipú.

En esta ocasión tendrán la suerte de ver dos veces el espectáculo ya que a las 18 se desarrolla el ensayo general que, 4 horas más tarde, podrán ver en su versión oficial.

Debajo, el teatro griego se ve claro, sin las luces que luego lo modificarán; de frente se extiende la ciudad de Mendoza aquietada como una foto. Arriba el cielo poblado de nubes grises y amenazantes que ondulan el cielo. Pero nada temen “los de los cerros”, para ellos “todo esto es hermoso, la vista, la gente que se saluda”, cuenta Alejo Romero (56) quien ha llevado a su sobrino Marcos (15) por primera vez al espectáculo: “me encanta dice el adolescente- y espero que gane la de La Paz”.

A esa hora de la tarde la brisa es tenue y apenas fresca y se tolera con una campera no muy gruesa. Yoly, Jhoana y Alejandra llegaron desde La Paz, "en el colectivo de la municipalidad a la mañana", cuentan sonrientes. "Es la tercera vez y cada vez nos gusta más", dice Yoly que es profesora de danza. "Queremos que gane La Paz, obviamente, hace mucho que no tenemos reina", rememoran mientras se pasan bizcochos que ayudan a pasar con mate.


    Marcelo Rolland / Los Andes
Marcelo Rolland / Los Andes

Para que ese cerro adquiera un tono piramidal es necesario la mano de César Palacio, un jubilado que desde hace 20 años viene con su zapa y decora de “escalones” y “pasadizos” el cerro “para que la gente no se caiga”, se enorgullece mientras muestra su zapa. “Vengo a eso de las 9 para empezar. Y el año pasado fue el único que no vine: me operaron del corazón.

Hacia abajo, frente a la tela perimetral, Mara (vitralista), Nicolás (empleado público) y Ángel (plomero gasista), se resguardan de una posible lluvia con un nylon sobre sus cabezas. Mara: "Formamos un grupo que nos juntamos desde hace 25 años, y solamente nos vemos este día; el día de la vendimia. No nos juntamos durante el año ni en los cumpleaños. Cuando uno no viene sabemos que es porque murió; y hacemos un minuto de silencio". El plomero pinta como nadie la camaradería que se vive sobre el suelo pedregoso: "Acá todo es buena onda y solidaridad; si te falta yerba, alguien te presta, si te ven solo, te invitan a jugar al truco; todo se comparte sin problemas" dice entusiasmado. El empleado no habla demasiado; él como casi todos allí, ha llevado sus binoculares y está pendiente del ensayo general que se ve allá abajo y que está a punto de terminar.

Mara recuerda que el año pasado fue la virreina en la elección de la “reina de los cerros”.

“Esta vez no me presenté; es que no me he arreglado lo suficiente”, susurra y sonríe mientras la brisa que ahora parece tener más ahínco, juega con sus cabellos pelirrojos.

Con la llegada de la noche, quienes no han llevado comida se acercan al carrito de choripán que es otro clásico de los cerros. “Cien pesos el chori, 50 el cono de papas y 80 la gaseosa de litro y medio”, enumeran Fabio y Betina, los gourmet de la gente humilde de los cerros.

Reina y virreina, las elegidas 

Este año, y por quinta vez, se llevó adelante la elección de la “reina y virreina de los cerros”. El evento salió de la pasión vendimial que envuelve a Victoria Herrera, su impulsora y claro referente del fenómeno.

Para presentarse los organizadores han colocado dos condiciones: “ser mayor de 40 y ser madre”, algo que quienes no lo son pretenden modificar.


Yolanda y Verónica, reina y virreina de los cerros | Marcelo Rolland / Los Andes
Yolanda y Verónica, reina y virreina de los cerros | Marcelo Rolland / Los Andes

Ayer, la reina fue Yolanda Basualdo (49), una enfermera de Tunuyán que tiene 4 hijos.

A su lado estaba la virreina, Verónica Abed (45) de Guaymallén que se presenta como "organizadora de eventos y locutora"; es alta y tiene dos hijos.

Ambas fueron elegidas por el voto de los presentes. “Y queremos agradecer a las chicas que nos maquillaron”, sentenciaron.

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