Ni con aviones echaron a los loros de Cochicó

Desde hace más de 14 años invaden en invierno este pequeño pueblo en el límite con La Pampa. Hacen un ruido ensordecedor y ensucian todo. Este año intentaron ahuyentarlos con “aviones-pájaro” de aeromodelismo pero el experimento, como otros, fracasó.

Ni con aviones echaron a los loros de Cochicó

Desde 2001 el paraje alvearense de Cochicó, que linda con la provincia de La Pampa, ha visto crecer la población de loros barranqueros que pasan el invierno en esas tierras. La llegada masiva de estas aves, ya todos lo saben, provoca un ruido insoportable y aumenta la posibilidad de aparición de enfermedades.

Este lugar se encuentra a 95 Km al sur de la ciudad de General Alvear. Al límite con la provincia de La Pampa, es el ingreso a Mendoza por la ruta 143.

El centro cívico de Cochicó está compuesto por el destacamento policial, el puesto de Iscamén con la barrera sanitaria, la escuela albergue Wolf Schoolnik y las viviendas de la zona.

El pueblito es tranquilo y aseguraba una vida serena a sus aproximadamente 50 habitantes. Sin embargo, esa paz profunda del campo se ha visto afectada desde hace más de una década por la llegada en invierno de cientos y cientos de loros barranqueros que, además de hacer ruido, ensucian casas, plazas, escuelas y paseos.

Si bien el fenómeno no es nuevo (comenzó allá por el 2001), sí se ha hecho sentir de forma más dura este año. Al empezar las bajas temperaturas no sólo caen las hojas en Cochicó sino que también comienzan a aparecer los loros que copan las ramas de los árboles.

Esa migración natural ha traído aparejado un deterioro en la calidad de vida de los lugareños por el ruido ensordecedor que se multiplica después del atardecer hasta la llegada del nuevo día y la posibilidad de transmisión de la psitacosis, también conocida como “la fiebre del loro”(se caracteriza por la aparición de problemas respiratorios y en casos límites puede costar la vida).

Es una enfermedad que se contagia, precisamente, por medio de la materia fecal que abunda en todo el lugar en esta época y queda cuando estas aves vuelven a la costa.

En ese contexto de malestar se ha probado de todo para poder ahuyentar a los muy coloridos loros. Se han utilizado pirotecnia, potentes reflectores, misiles silbadores y este año se recurrió al exótico uso de aviones de aeromodelismo que simulan un loro gigante.

Este modelo de avión es eléctrico y pertenece a Blas Ocampo, integrante del grupo de aeromodelistas “El Nevado”. En los primeros días de agosto Blas se trasladó a Cochicó con dos loros voladores gigantes para realizar el experimento. A los aviones originales les tuvo que agregar un par de luces porque el intento de disuadir a la bandada  debía hacerse en la noche, cuando llegan en gran número.

Cuando fue la hora de la verdad y los “aviones-loro” surcaron los aires sucedieron episodios  dispares pero todos inútiles. En un primer momento los “bichitos”, como se los denomina en el pueblo, derribaron al primero de los aparatos. Cuando se enfrentaron al segundo huyeron del lugar pero pasado un momento regresaron y decidieron seguir (ya sin ánimos de peleas) al “loro gigante” como si fuera un macho alfa. Fin del experimento.

Otra de las esperanzas era un aguilucho que merodeaba la zona y que, como se sabe, es un depredador natural de los loros. Sin embargo, lejos de atacar a los invasores se dedicó a exterminar las gallinas de los vecinos, por lo que al poco tiempo alguno de ellos se encargó de eliminarlo o espantarlo.

Según se sabe, el loro barranquero se distribuye por el centro y norte de Argentina. En nuestro país se lo ubica en la Patagonia, donde hay una colonia protegida en Viedma (Río Negro) y en el sur de la Pradera Pampeana. Estas colonias o bandadas migran en invierno hacia el norte hasta la provincia de Entre Ríos y también al noroeste de nuestro país, desde Mendoza y San Luis hasta Salta.

Desde Recursos Naturales de General Alvear informaron que estas aves son autóctonas de la región y por lo tanto están protegidas por la ley de Fauna, con lo que queda anulada cualquier posibilidad de exterminio o de intervención invasiva.

“El loro barranquero es un animal gregario y bullicioso”, dice una de las definiciones enciclopédicas, y vaya si lo saben los vecinos de Cochicó que cada año reciben la indeseable visita. Poco y nada se ha podido hacer hasta el momento. Comenzarán las altas temperaturas y los loros alzarán sus alas para partir, pero volverán el próximo invierno a instalarse en tierras mendocinas. Queda una pregunta en el aire:

¿habrá una solución definitiva y ecológica?

Loro barranquero

Es una especie protegida por la Ley de Fauna por ser autóctona, por lo tanto no pueden ser eliminados ni exterminados.

Invasión. A su llegada a Cochicó, en el invierno hacen un martirio la vida de esta pequeña población de poco más de 50 habitantes. Han intentado todas las formas legales de auyentarlos, pero no se obtuvieron resultados positivos.

Procedencia. Las aves llegan de la costa atlántica, donde viven en el verano en una colonia protegida.

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