Hay pocas leyes que el hombre no haya transgredido.
Hay pocos hombres que no hayan transgredido alguna ley (¿o usted, estimado lector, nunca estacionó en doble fila o cruzó la calle lejos de la senda peatonal?).
Sin embargo, hay leyes inquebrantables.
Son las leyes de la naturaleza y, puntualmente, las leyes de la física.
Don Newton (Isaac, para sus íntimos), descubrió 3 leyes básicas, aplicables a nuestra realidad planetaria.
Pido una amplia visión de lo que plantearé, pues lo hago desde una preocupación universal.
Reducirlo a aspectos nacionales, provinciales, regionales, sectoriales o personales, será miopía de concepción.
El mundo, en las últimas 3 décadas, ha crecido, desde lo tecnológico, mucho más que en el resto de su historia.
Y eso, ¿es bueno o malo? Excelente. Por ahí vamos bien.
En esas mismas 3 décadas, han crecido los conflictos armados, la inseguridad, el narcotráfico, el hambre, el hacinamiento urbano, el sobrecalentamiento global, la deforestación y, además, tenemos 1.700 millones de habitantes más que demandan salud, vivienda, educación, alimentos, agua potable y energía y que nadie está dispuesto a proporcionarles.
Y eso ¿es bueno o malo? Malo. Por ahí vamos mal, la calidad de vida de la humanidad (al menos, del 99% de ella), se encamina hacia un precipicio. Cuando comience la caída libre, ya nada podrá detenerla.
Primera ley de Newton: “Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él”.
Si nada hacemos, nuestra casa y nuestra sociedad -el planeta y la humanidad-, seguirán deteriorándose y nos estamos acostumbrando a ese deterioro. La aceptación de la condición de esclavo es el principal impedimento en la búsqueda de la libertad.
Segunda ley de Newton: “El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa”.
Unas pocas personas no podrían cambiar el curso de las cosas. Se necesita una fuerza proporcional al problema a solucionar. Es inmenso pero aún es posible. Un camino de mil millas se inicia con el primer paso.
Stephane Hessel, mostró el camino a los indignados de Madrid.
Estos, a su vez, motivaron a “Somos el 99%” y “Ocupemos Wall Street” en Estados Unidos.
“Yo soy 132”, en México, logró la democratización del país y también la independencia de los medios, que no es un logro menor.
En Grecia, acabamos de ver un giro en busca de su independencia económico-financiera de la banca sin banderas, también gracias a la expresión masiva de “inconformistas”.
En Hong Kong hay manifestaciones exigiendo democracia.
Tercera ley de Newton: “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria”.
¿Debemos pretender cambiar algo, sin que alguien se resista?
Sabemos que hay una minoría que se beneficia con esta pérdida de calidad de vida, con los conflictos bélicos, con el mundo direccionado a las finanzas y al consumo desenfrenado, con la obsolescencia programada y con otras lacras de nuestro presente.
Grandes y poderosos intereses se opondrán a cualquier cambio en este mundo donde prevalece la inequidad, la injusticia y la falta de libertad.
Porque quien depende de otros para su subsistencia o para el respeto de su dignidad, no es libre ni vive en una sociedad justa.
Para que continúe el bienestar de unos pocos es necesario anestesiar el malestar de todo el resto. Así, entonces, es menester despertar de esa anestesia.
Lector amigo, te invito a transgredir la ley. En realidad, las 3 leyes... de Newton.
No importa cuánta fuerza de sentido contrario encontremos.
No importa si somos sólo tú y yo o si somos una fuerza incontrolable.
Pongámonos de acuerdo y cambiemos este reposo aletargado que conduce a nuestro planeta a una calidad de vida cada vez más conflictiva.
Nada ocurrirá si seguimos creyendo que las Maras de El Salvador, las guerras en Ucrania o en Oriente Medio y el hambre de África, son cosas que les pasan a otros.
La búsqueda de la paz, la equidad, la justicia, la libertad y la convivencia armónica es tarea de todos.
Y para cumplir esta tarea es necesario transgredir ciertas leyes... (con su perdón, don Isaac).