Las intensas nevadas que se produjeron en la alta cordillera mendocina desde el jueves 9 al sábado 11 del corriente se convirtieron en la gran noticia del invierno que está en proceso e hicieron que la actividad turística local pudiera presentar a pleno uno de los emblemas de su cartera de ofertas: la nieve.
El centro de esquí de la ruta nacional 7 y los parques de nieve vecinos recibieron una masiva visita de viajeros, especialmente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires, distritos en vacaciones escolares, y también de otras partes del país y del exterior. Sin olvidar que los mendocinos del Gran Mendoza y de otras zonas, en grupos de amigos o en familia, eligen pasear por la montaña cuando saben que los recibirá el imponente paisaje del manto nevado. Una justa recompensa por años en que las estaciones invernales privadas de la región norte ni siquiera pudieron abrir por la falta de los ansiados cristales de hielo.
Si precipita algunas veces más hasta setiembre, y algunos cálculos meteorológicos así lo presagian en principio, este segmento de la industria sin chimeneas tendrá una de las mejores temporadas de toda la década. Las estimaciones previas calculan que habrá nieve hasta dentro de 2 meses. En años anteriores, las escasas precipitaciones hicieron que los complejos tuvieran que cerrarse o funcionar sólo algunas semanas. En este momento las perspectivas cambiaron.
Hasta aquí hemos descripto en parte lo que podríamos considerar como las consecuencias comerciales-turísticas elementales derivadas del fenómeno. Hay otra realidad que mantiene nubes negras.
En el otro aspecto esencial, vital para Mendoza, el agua para el regadío de sus plantaciones, la situación no es tan auspiciosa como la turística. Los técnicos del Departamento General de Irrigación (DGI) han comentado que si bien las precipitaciones caídas constituyen una buena noticia, no revierten la crisis hídrica que viene castigando los procesos productivos de la provincia.
No hay que perder vista que en los años buenos nevó algo en abril, y también en mayo y junio, pero en este 2015 que transitamos, eso no ocurrió y recién nevó a mitad de julio. Sin el reciente temporal, hubiéramos estado muy comprometidos y peor que en años anteriores.
Lo cierto es que con el reciente temporal se ha acumulado 50% de la nieve que se necesita en un año medio.
La Dirección de Gestión Hídrica del DGI enfrenta el tema con la verdad: las reservas del imprescindible líquido siguen en una situación de crisis porque se dispone del 50% de lo que deberíamos tener acumulado en los embalses. Sí se repiten nevadas en las próximas semanas, caerán sobre suelos fríos y esa circunstancia brinda la posibilidad de que las blancas capas acumuladas no se derritan tan rápidamente.
Entonces, habrá que esperar el mandato de la naturaleza y se sucedan nuevas precipitaciones. La verdad definitiva se conocerá en octubre, cuando Irrigación elabore el pronóstico de escurrimiento de nuestros ríos, y entonces se tendrá un panorama más definido de la situación que tanto preocupa a los mendocinos. Tras un lustro de una potencial sequía, las expectativas son altas. Mientras tanto, en el llano lo mejor que podemos hacer los habitantes comunes es cuidar el recurso como si lo que sale de las canillas fuera oro.