Todos los meses tenemos un fenómeno nuevo en Netflix. En diciembre fue la alemana Dark y ahora, en este enero caluroso, el suceso parece venir del otro lado del Atlántico también: The end of the f***ing world, de factoría inglesa, ya es tema de infinidad de artículos y de reseñas en todo el mundo.
¿Qué tiene de especial? Pues todos los que la ven quedan locos por esta "poco convencional" historia, cuyo punto de partida es el siguiente: James (Alex Lawther), un adolescente de 17 años, ha creído toda su vida que es un psicópata. Para probar su sensibilidad es que tomó por costumbre matar animales e incluso una vez metió su mano en aceite hirviendo. Nunca sintió nada.
Sin embargo, para sacarse las dudas de una buena vez, decide matar a una persona. La primera candidata en ser acuchillada es Alyssa (Jessica Barden), una chica desinhibida y problemática de la misma edad que, cuanto menos, comparte con James algún tipo de sociopatía. Ella, a su vez, para probarse a sí misma que puede mantener una relación más o menos estable con alguien (y algo de sexo también, de paso), empieza a salir con él. Así es como inicia esta serie de ocho minicapítulos.
El punto es que entre los dos, lejos de amortiguarse, se potencian. Entonces deciden fugarse de ese pueblo pequeño y tóxico donde viven. Quieren dejar atrás las familias disfuncionales de las que vienen: una madre abandónica, una madre suicida, un padre cursi, un padrastro acosador...
El camino que emprenderán será un viaje bizarro, lleno de situaciones impredecibles y con un voltaje muy, muy alto, de humor negro. Una seguidilla que mezcla relato de formación (ese camino de aprendizaje) y otro de carretera, que tiene mucha diversión pero también un profundo cuestionamiento a las instituciones.
Pero ojo, que tiene más méritos: un montaje dinámico y sangriento, una elección de canciones adictivas (¡tengan Shazam listo, por favor!) y el hecho de que cada uno de los ocho episodios no duran más de 20 minutos. Un consumo ideal para el almuerzo, para no estirar mucho el sueño o para entretenerse en el colectivo. ¿Será que esta brevedad empezará a explotarse más?
¿The end of The end...?
Hay quienes ven a la serie como puro relato pasatista. Incluso el creador de Netflix, Reed Hastings (que no es de andar alabando sus productos todo el tiempo) ha salido a decir que no puede dejar de verla. “Uau, nueva serie. La serie más salvaje, original, adictiva y atractiva en mucho tiempo. Tremendamente buena (...). ¡Mírenla!”, dijo en su perfil de Facebook.
The end of the f***ing world, que viene con la irreverencia desde el título, es una producción del canal E4 (Skins) de Inglaterra. Fue una coproducción con Netflix, a cambio de los derechos de emisión internacional de la serie, que salió a la luz en la gigante plataforma el 5 de enero.
Con dirección de Jonathan Entwistle y de Lucy Tcherniak, sobre la base de un guion de Charlie Covell, ha ganado un puñado de elogios en medios internacionales. The Hollywood Reporter destacó íntegramente la serie, sobre todo las actuaciones; al igual que Hoy, donde la llamaron “batty diversion” (“diversión extravagante”). Se quedan cortos, claro.
Y a nadie le pasará desapercibido el talento de la pareja protagónica: Barden se posiciona, casi como por arte de magia, entre las nuevas y bellas caras inglesas, mientras que él confirma su genialidad para interpretar personajes retorcidos y con miradas ausentes (fue Alan Turing en la película The Imitation Game, aunque es más recordado por el capítulo Shut Up and Dance de la tercera temporada de Black Mirror). Él mismo es quien deja abierta la posibilidad de que haya una segunda temporada (aunque muchos ya empezamos a descartarla).
Es que, hay que decirlo, esta serie está basada en un cómic homónimo de Charles Forsman. Dijo a JÓN magazine el actor: "Bueno, no lo sabemos [si habrá segunda temporada] . Estaba basada en un cómic de Charles Forsman y el cómic termina donde lo hacen nuestros episodios. (...) Yo le daría [al guionista] la oportunidad de explorar algo desde su imaginación... Estaría muy emocionado con eso, porque creo que es brillante. Así que ya veremos, básicamente". Nosotros también: ya veremos.
