"Estarás parado ahí todo el día. Puedes darle las gracias a Charles Manson por eso", le advierte la recepcionista, una típica chica hippie, a Don Drapper. En el último capítulo de Mad Men, el principal protagonista de la serie necesita irse con urgencia de uno de esos centros de sanación espiritual tan habituales en la California de los años '60 y no consigue un auto. La alternativa para salir es pararse en la ruta y hacer dedo, uno de los signos de identidad del movimiento hippie. Pero la advertencia era una muestra de que algo había cambiado.
Esta semana, a los 83 años, murió Charles Manson, tal vez el asesino serial más icónico de aquella época, que para muchos se transformó en una suerte de referente. Hubo roqueros que lo rescataron, fue tapa de la revista Life y la Rolling Stone lo entrevistó en varias ocasiones, se publicaron decenas de libros, películas y series de televisión.
Su historia es conocida para los más grandes pero conviene recordarla para los más jóvenes que, en su mayoría, no tienen ni idea de quién es ese viejo pelado, con barba canosa y con una esvástica tallada en su entrecejo que por estos días vieron en las fotos de noticias que llegan a sus smartphones o aparecen en la televisión.
Manson reunió a su alrededor a una banda de colgados a los que cautivó con un discurso lisérgico que iba de Hitler a los Beatles, de las luchas raciales al holocausto. El caldo de cultivo era una sociedad más ingenua, desinformada y supersticiosa que la actual. Una sociedad con ansias de revolución sexual, social y política en la que cabía su trastornada interpretación de la Biblia, de la canción "Helter skelter" y de la cientología. En el final de su locura apocalíptica Manson se imaginaba como el quinto ángel, Jesucristo, que gobernaría el mundo y que los otros cuatro ángeles serían los Beatles.
Pero para llegar a eso necesitaba del caos que, según su interpretación, llegaría por un levantamiento de los negros contra los blancos. Y como no se producía a la velocidad que él imaginaba decidió apurarlo con un plan macabro: con sus acólitos embriagados por el LSD asesinó a nueve personas entre las noches del 8 y 9 de agosto de 1969. Fueron verdaderas carnicerías que incluyeron a celebrities de Hollywood (la actriz Sharon Tate, embarazada de 8 meses y esposa de Roman Polansky, entre ellas), empresarios y gente de la farándula fueron apuñalados sádicamente, con su sangre escribieron en paredes y muebles de las casas y dejaron proclamas de odio.
Tras un mediático juicio que duró nueve meses y tuvo repercusión mundial, los seis acusados fueron condenados y enviados a distintas cárceles, donde ya murieron tres de ellos. La matanza marcó el fin del denominado "verano del amor" y, más profundamente, de aquel sueño hippie de fraternidad universal. Justo el mismo verano en que el hombre pisó por primera vez la Luna comenzó un mito tan macabro como atractivo.
Los integrantes de Guns N' Roses, Trent Reznor o Brian Warner, por caso, se sintieron atraídos por su leyenda. Los Guns grabaron un tema compuesto por Manson (cuando soñó con lanzarse como músico y hasta fue "apadrinado" por Dennis Wilson, baterista de los Beach Boys), Reznor utilizó como estudio de grabación de Nine Inch Nails la mansión donde fueron asesinados Tate y sus amigos, y Warner se transformó artísticamente en Marilyn Manson, licuando a dos íconos de la cultura norteamericana en un personaje andrógino con aires repulsivos. Su mito, incluso, hasta llegó a Mendoza. La Familia Manson se llamaba un grupo que, a principios de los 70, dio algunos recitales de lo que por entonces se conocía como "música beat".
Sin embargo, hay una pregunta que nos involucra: ¿por qué nos interesan tanto este tipo de vidas? ¿Qué hace que tipos como Charles Manson sean absorbidos por la cultura pop y, por ejemplo, sus caras terminen estampadas en remeras? Un dato sirve para ilustrar: Manson era el prisionero que más correspondencia recibía en EEUU. Hace pocos años, incluso, se supo que una joven 53 años menor lo visitaba en la prisión y quería casarse con él. Pero su plan no tenía nada que ver con el amor. Según publicó el New York Post, quería beneficiarse económicamente de la imagen del criminal: cuando muriera iba a exponer su cuerpo en una cripta de cristal y cobraría entrada.
Desentrañar la mente criminal ha sido una atractiva materia para investigadores de la psicología humana y, además, un redituable negocio para el cine y la televisión. "Mind Hunter", una serie que puede verse vía streaming, muestra a dos detectives del FBI dedicados a buscar explicaciones a las acciones irracionales de los asesinos y encontrar las respuestas en el interior de sus mentes. Ni más ni menos que los que aparecen en series como "True Detective", "Dexter" o "Hannibal" que despliegan su obsesión criminal como ya lo había hecho el Dr. Lecter en "El silencio de los inocentes".
Personajes de ficción tan comparables a algunos reales. "Aquarius" directamente se basó en los crímenes del clan Manson para una ficción de dos temporadas.
Quentin Tarantino podría cerrar el círculo. El año próximo comenzará a filmar con un elenco de estrellas una película ambientada en aquel verano del 69, cuyo telón de fondo serán los crímenes de Manson y sus secuaces. La expectativa por saber qué hará un director como Tarantino con un personaje como Manson es grande. A casi cincuenta años de aquella barbarie la fascinación continúa.
Los argentinos tenemos nuestro propio Manson: Carlos Robledo Puch. Preso desde 1972 por cometer once asesinatos. Apenas había cumplido 20 años cuando lo detuvo la policía y tanta fue la conmoción que causó su historia que hasta La Opinión decidió dar la noticia. El diario de Jacobo Timmerman no publicaba policiales pero esa vez el propio Timmerman le pidió a Osvaldo Soriano que escribiera "la mejor nota de Buenos Aires sobre el caso Robledo Puch". Y el Gordo cumplió. La nota apareció en el suplemento cultural de La Opinión y es un relato de los hechos con una pluma que lo vuelve casi un cuento. El Ángel de la Muerte lo bautizó la prensa y le quedó para siempre.
Como Manson, Robledo Puch ha pedido ser liberado en varias ocasiones, es el preso más antiguo del sistema penal argentino, pero no hay juez que se anime a firmar una orden para liberarlo después de 45 años."El Ángel" es el título tentativo de la película que filma Luis Ortega, el hijo cineasta de Palito, que llegará a los cines el año que viene. A diferencia de Manson, Robledo Puch mató con sus propias manos y nunca tuvo seguidores ni hubo remeras con su cara estampada. Es sólo un asesino serial, como Manson.