Néstor, un patagónico individualista y distante

Néstor, un patagónico individualista y distante

Buenos Aires. Impregnó con su sello propio a toda la década: hizo una conducción personalísima y excluyente, buscó concentrar en sus manos todo el poder que pudiera. Fue un pragmático con dedicación prioritaria a los problemas de la coyuntura. Se rodeó de unos pocos amigos, dejó al resto a la distancia y no admitió disidencias: “conmigo o contra mí”.

Desafiante y apasionado, apeló siempre a la pelea frontal con los que declaró enemigos. Transmitió la mística de la pelea a sus seguidores. No hacía preguntas, tomaba decisiones, no quería que se lo condicionara y mucho menos controlara. La combinación de todo esto se llamó kirchnerismo.

Vivió los primeros 20 años en Río Gallegos y quedó marcado con el espíritu individualista, esforzado, distante y aislado de los hombres de la Patagonia. Su primer contacto con el resto del país lo tuvo en la universidad de La Plata donde estudió durante siete años. Fue al comienzo de la década del ‘70, cuando las cuestiones políticas podían llevar pronto a discusiones intensas, a rupturas profundas, a los gritos y hasta los puños.

Allí integraba el “Grupo Púrpura”, varios militantes que entraban en acción cuando las discusiones políticas terminaban a las piñas. En esos años algunas diferencias se expresaban por las armas, pero no es caso de Néstor Kirchner, ni el de su esposa.

El individualismo y el aislamiento del santacruceño y la pasión platense por la política dura y frontal fueron dos marcas indelebles que lo acompañaron hasta el día de su muerte sorpresiva el 27 de octubre de 2010. Esas características aparecen, a veces todavía más acentuadas, en su esposa.

Néstor regresó en 1976 a Río Gallegos y no tuvo actividad política durante cinco años. Ejerció la abogacía y cimentó su fortuna personal sobre todo con el remate de casas de quienes no pudieron pagar la circular 1050 de construcción de viviendas.

En 1983 perdió una interna del PJ para ser candidato a intendente de Río Gallegos. Pero la ganó en 1987 por apenas 111 votos. Su experiencia en la comuna fue valiosa para el futuro. Como las finanzas estaban agotadas, tomó decisiones duras: bajó los sueldos a los empleados públicos que luego compensó, postergó el aguinaldo, suspendió categorizaciones de empleados y declaró la emergencia económica. Conformó su gabinete con Julio De Vido, Ricardo Jaime, Claudio Uberti y Ricardo Echegaray, entre otros.

Con el éxito en la gestión comunal, Kirchner ganó en 1991 la gobernación con el 60 por ciento de los votos, obtuvo la primer reelección en 1995 con 66 por ciento y la segunda en 1999 con 54 por ciento. En esos años, con una reforma constitucional introdujo la reelección indefinida, retocó el sistema de elecciones y obtuvo un dominio abrumador en la Legislatura. Sumó más miembros al Tribunal Superior de Justicia, criticados por la oposición, consiguió reducir la prensa crítica y alentó con publicidad los medios cercanos.

En la crisis del 2001 vio sonar la hora de la proyección nacional. Recibió el cobijo del presidente Eduardo Duhalde en 2003 para la postulación presidencial. El 27 de abril se ubicó segundo en las elecciones (con el 22,2 por ciento) pese al apoyo del aparato del PJ bonaerense, pero arribó finalmente a la Casa Rosada cuando Carlos Menem renunció a disputar el ballottage.

Kirchner mostró una habilidad para construir el poder desde el piso mínimo que le habían dado los comicios, como en Río Gallegos. Nombró ministros y secretarios a sus fieles de Santa Cruz y confirmó a otros que heredó de Duhalde. Nunca celebró una reunión de gabinete.

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