Néstor Kirchner no es José de San Martín

En una inconcebible e irrespetuosa actitud, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación difundió un video en el que desembozadamente se compara al ex-presidente con el Padre de la Patria. El colmo de los colmos dentro de la batalla histórico-cultural

Néstor Kirchner no es José de San Martín

El título parece una perogrullada porque aunque todos los argentinos nos sintamos identificados con nuestro gran prócer fundacional, el General Don José de San Martín, y aspiremos incorporar en nuestro espíritu algunas de sus muchas virtudes, no por eso nos creemos o nos sentimos la reencarnación del Libertador o queremos ser considerados como su alma gemela.

Sin embargo, esta semana un desvergonzado video producido por el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno nacional ha intentado poner en pie de igualdad al ex-presidente Kirchner con San Martín. La pieza publicitaria se denomina “25 de febrero.

Nacimiento de dos gigantes de la historia”, y busca implícitamente indicar que el hecho de que ambos hayan nacido en la misma fecha los equipara. Así, entre otras barbaridades, el spot dice:

“Nacen el mismo día. Son dos estrategas. Son dos luchadores incansables de la libertad y la justicia. Los dos plantean la independencia de Argentina y Latinoamérica. Los separan 172 años de historia. Uno fue bautizado el padre de la patria. El otro, revivió el sentido de la palabra patria. Uno dijo: ‘Serás lo que debas ser o no serás nada’. El otro: ‘No pasarán a la historia aquellos que especulen sino los que más se la jueguen’”.

No está en nuestro ánimo calificar al ex-presidente, que de eso se encargará la historia; lo que sí descalificamos enfáticamente es la pretensión de comparar a una figura política actual (para colmo por el mismo equipo de gobierno que él incorporó, presidido hoy por su señora esposa) con el personaje más importante de nuestra historia. Alguien que prácticamente ha alcanzado por unanimidad el respeto y la aceptación de los argentinos; algo excepcional en un país dividido en facciones constantemente en pugna, que cambian de nombre pero no de actitudes beligerantes.

Desde ese punto, el respeto institucional hacia San Martín debería estar fuera de toda discusión y llevarnos a considerar al Padre de la Patria como el punto superior del espíritu nacional y latinoamericano que nos indica el camino hacia el reencuentro de los argentinos, pero no querer remplazarlo o intentar equipararse con él, con lo que sólo se logra poner al gran hombre a defender una parcialidad política de la Argentina contra otra u otras, precisamente lo que nunca quiso nuestro prócer, y por lo cual terminó exiliado puesto que prefirió el destierro voluntario antes que ser jefe de una facción.

Que además dicho video sea promocionado por el Ministerio conducido por la hermana del supuesto homenajeado y del gobierno presidido por su esposa, habla de un nepotismo elevado a su enésima potencia y de un culto a la personalidad impropio de una república democrática institucionalmente seria.

Luego de estos años de renacidas divisiones históricas, cuando parecían superadas considerablemente, en nada ayuda al reencuentro materiales publicitarios como éste. Colocar a infinidad de calles, plazas, estadios y todo tipo de sitios públicos el nombre del ex-presidente es un retroceso cultural de enorme envergadura que nos retrotrae a épocas y gestos que incluso los partidos que los promocionaron parecían haberse autocriticado. Sin embargo, con la idea de instaurar un relato desde el poder, ahora no sólo se busca transformar en prócer a una figura contemporánea sino que, en el colmo de los colmos, también se busca igualarlo con nuestro prócer mayor, una irreverencia se la mire por donde se la mire.

La sedimentación histórica separa lo coyuntural de lo permanente, por eso la memoria de los pueblos se construye con las personalidades que han resistido el paso del tiempo, para lo cual, precisamente, lo mínimo que se necesita es, precisamente, el paso del tiempo. Luego, entonces, las generaciones venideras determinarán, con la tranquilidad y la imparcialidad necesarias, a quién le corresponde el honor de pasar a la historia mayor de un pueblo y ser recordado por siempre, pero cuando eso se apresura, todo deviene mera publicidad al servicio del poder de turno, con lo cual no sólo se hiere la memoria de nuestro Gran Capitán, sino también de aquél con el cual se lo pretende comparar. Al pretender hacerlo parecer lo que no es, se lo rebaja incluso por debajo de lo que puede llegar a ser.

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