El mundo estaba en plena guerra mundial cuando por la tarde del 13 de setiembre de 1942, llegó a Mendoza el magnate del petróleo estadounidense Nelson Rockefeller, quien por aquel momento era el director de la Oficina de Coordinación de Asuntos Interamericanos de Estados Unidos. En el viejo aeródromo de "Los Tamarindos" lo esperaba su amigo el rector de la Universidad Nacional de Cuyo, Edmundo Correas, para saludarlo junto a otras personalidades académicas locales.
Es posible que esta entrevista realizada por Los Andes, haya sido la primera a un multimillonario en ese tiempo. El potentado manifestó la importancia que tenía Mendoza para la exportación. Conozcamos un poco más sobre aquellos conceptos vertidos en la nota:
"El prestigioso hombre de negocios estadounidense, señor Nelson Rockefeller, que se halla en ésta viaje a Santiago de Chile para asistir al Congreso Interamericano Seguridad Social y Previsión, cumpliendo la misión que le encomendara el presidente de Estados Unidos de Norteamérica para coordinar las relaciones comerciales y culturales entre el país del norte y las naciones de hispanoamérica, en su breve estada en esta capital, formuló declaraciones especiales a la United Press para el diario Los Andes, de Mendoza, referente la exportación de diversos productos mendocinos y a la aceptación que los mismos merecen al público consumidor en su país.
Respondiendo a una pregunta concreta en el sentido del concepto que merecen en la gran república del norte los vinos que producen en la provincia de Mendoza, expresó que a él particularmente le agradan mucho... Sabe que los mismos gozan del favor de los buenos catadores.
Agregó que la producción vitivinícola de aquella provincia andina es reconocida como de alta calidad,
Respondiendo a otra pregunta referente a la diversidad de clases y tipos de vinos producidos, expresó que aquélla abarca en general los gustos y necesidades del consumo, recalcando especialmente la favorable impresión que causan los de mayor calidad, comparables a los que por tradición se importaban preferiblemente de Europa .
- ¿Cree usted, señor Rockefeller, que estaríamos en condiciones de poder desalojar o por lo menos de competir de manera más efectiva en el mercado norteamericano con aquellas marcas de mayor arraigo?
- No me siento capacitado para responder categóricamente a esta pregunta. No olviden que los intereses de la competencia son muchos, tanto en lo que respecta a la producción de otros países como a la nuestra propia. Ustedes podrían estar ahora en ventaja con respecto a otros países de donde importábamos esos renglones (sic) -ventajas derivadas de la actual situación de guerra por que atraviesa el mundo- y en cambio no lo están tanto en lo referente a la competición con nuestra propia producción.
Si bien muchas industrias y actividades han sufrido mermas en obsequio a la intensificación de la industria de guerra, es lógico que las mismas dificultades que la situación imperante ofrece a la importación hagan que se contemplen todas las posibilidades compatibles en el momento que atravesamos para aumentar nuestra propia producción, de acuerdo a las necesidades del consumo interno. Pero, en síntesis, tenemos la convicción de que los vinos mendocinos gustan en Norte América y que la intensificación de la exportación de los mismos es potencialmente factible.
También requirió el cronista la opinión del señor Rockefeller sobre la fruta que produce Mendoza.
- En general, toda la fruta que se consume en mi país de procedencia argentina, es favorablemente acogida y se puede comparar a la producida en las regiones privilegiadas de Estados Unidos, por su sabor, tamaño y calidad.
Pero en especial; sobre la producción frutícola mendocina, insistimos, ¿qué impresión tiene usted sobre la acogida que merece?
- Estoy en situación parecida a. la que me creó su pregunta sobre los vinos. Como en lo que se refiere a esto; mi impresión personal es favorable, ya que yo también consumo fruta mendocina y es de mi agrado, En un país que como el mío -agregó el señor Rockefeller- abarca un territorio de tan variadas condiciones climáticas y geológicas, es fácil lograr una gran diversidad de cultivos, todos ellos de buena calidad. Precisamente por ello, el hecho solo de poner en un mismo plano las excelencias de nuestra producción frutícola con la de países extranjeros, supone para éstos toda una acreditación de calidad.
También recabamos la opinión del ilustre viajero sobre las posibilidades de aumentar la exportación de otros productos a Norte América...
- En los tiempos que corren -respondió el señor Rockefeller- estimo que está un tanto fuera de lugar considerar esas cuestiones. Las necesidades que impone la guerra en que estamos empeñados relega a segundo plano todas estas cuestiones. Por lo demás, ya conocen ustedes la escasez de barcos que esta misma situación determina. Y hablar de aumentar el intercambio para cuando termine la actual conflagración, me parece que aún es prematuro. De todos modos, para poder por lo menos mantener un nivel acorde con las necesidades del consumo y con los intereses recíprocos de ambos países, es necesaria, a mi juicio, una política de amplia colaboración y coordinación, inspirada lealmente en el propósito de propender a una América unida, grande y feliz.
- ¿Y este es el motivo principal de su viaje, señor Rockefeller?, preguntamos?
- Precisamente, nos respondió sonriendo, al tiempo que nos extiende su mano franca y cordial, indicándonos así que la entrevista ha terminado".