Las fiestas cristianas de fin de año dan muchos motivos para escaparse a mágicas ciudades en las que el espíritu navideño se patentiza en calles, monumentos, tiendas y restaurantes. La globalización que nos inculcó al gordito bonachón de atuendo rojo y pieles que cada 25 de diciembre arriba con regalos para los niños, también popularizó los mercadillos navideños que nacieron en Alemania hacia el siglo XIV.
Las pesadas confituras centroeuropeas, las galletas o el pan de jengibre y hasta el árbol -que debe ser abeto- se reproduce en hogares de todos los continentes por esto de que las fronteras son mera formalidad. Sin embargo, en la aparente homogeneidad las particularidades abundan, y es ahí donde reside el encanto de hacer rodar el globo terráqueo y poner el dedo para adentrarse en algún país lejano donde la Navidad tiene color propio. Si usted está leyendo esta nota y no piensa tomarse un avión en las próximas horas, viaje con nosotros.
Costumbres de allí y allá
Al parecer San Nicolás hace bien los deberes en Bélgica. Visita a los más pequeños el 4 de diciembre como para evaluar cómo se portaron durante el año y, según los datos recabados, llevarles obsequios el 25 y una ramita a los que hicieron rabiar a los papis. Una vela blanca preside las celebraciones en los hogares irlandeses. La enciende el más pequeño de la casa en Nochebuena dando así la bienvenida a la Sagrada Familia.
En Letonia se usa leer un poema antes de abrir cada regalo. También reúnen leña para armar fogatas y quemar todo lo viejo, lo malo y lo olvidable del año que pasó. Algo similar sucede en Italia, donde tiran a fuera todos los trastos viejos antes de que el nuevo año comience. Diversos estudios asocian estas tradiciones con ritos paganos que se aggiornaron a los modos cristianos.
La representación del pesebre es frecuente en los hogares católicos pero con títeres es una costumbre extendida sólo en Polonia. Junto a cada árbol hay un escenario titiritero para recrear la historia del Niño Dios. Además en la mesa navideña se coloca un cubierto más, para Jesús y se reparte una confitura entre los presentes cómo símbolo de reconciliación.
La tradición de Babushka, en tanto, es propia de Rusia. Según cuentan se trata de un personaje que reparte presentes entre los chicos buenos. Dicen que en la época del nacimiento cuando los magos fueron guiados por la estrella, Babushka decidió no ir a ver a Jesús dado el extremado frío en su tierra.
Otros personajes se "han transformado" en Noeles con el correr del tiempo y la mixtura cultural de la aldea común. Así en Islandia a los temibles Jólasveinar, que asustaban a los niños, se los ha visto crecer en bondad en el último siglo. Ahora son atentos e incluso llevan regalos en Nochebuena. Hay más, no es uno solo, son 13. Llegan desde el 24 de diciembre al 6 de enero. Los pequeños, agradecidos.
Los mercadillos alemanes son conocidos en todo el mundo. Nacieron en la Baja Edad Media y hoy están replicados en todos lados. Pequeñas cabañas iluminadas y decoradas con motivos navideños ofrecen el famoso vino caliente especiado, galletas, pasteles, panqueques de papa, dulces de mazapán, todo tipo de salchichas y frutos secos, además por supuesto de todo tipo de obsequios. Los de Berlín y Colonia, los más numerosos.
Las Posadas son populares en México, Guatemala y El Salvador. Desde el 16 al 24 de diciembre el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret hasta Belén es recreado por vecinos que van de hogar en hogar. Hay reuniones diarias en las que se rompe una piñata. Dicen que debe ser una estrella de 7 puntas representando los pecados capitales que finalmente son vencidos por la fe -al partirla- y da su recompensa: dulces para todos los presentes.
En la colombiana Medellín el Día de Velitas comienza con las celebraciones. Es el 7 de diciembre cuando se decoran casas y calles con luces y guirnaldas para esperar el día de la Inmaculada Concepción de María. La usanza creció muchísimo en los últimos tiempos por lo que muchos turistas deciden visitar esta ciudad a fines de diciembre.
En Filipinas la fiesta es a lo grande desde setiembre. Se escuchan villancicos y las calles se ornamentan para esperar al Niño Dios. Las misas de gallo de Adviento como el panunuluyan" esa búsqueda de hospedaje de María y José es representada por una pareja en cada barrio. Finalizan asilados en la iglesia antes de la celebración religiosa. Además en todas las ventanas de los hogares está el parol, una luz que simboliza la estrella de Belén.
Se suele decir que es el Corte Inglés el que larga el tiempo navideño en Madrid cada noviembre con su tienda exclusiva de adornos en la Puerta del Sol, como lo hace la iluminación de las calles y las afamadas tiendas Lafayette en París. Algo similar sucede en Hawai cuando llega un buque cargado de árboles, tradición que lleva un siglo, desde EE UU. Es ahí cuando todo se viste de verde, rojo y blanco, y hasta nieve artificial para parecerse más a los relatos del continente.
En Japón no hay muchos católicos. Sin embargo el final de diciembre es época de festejos. El 23 es el cumpleaños del emperador y como la TV, el cine y ahora las redes sociales son socializadores. Cada vez más japoneses se acercan a la tradición.
La publicidad de Kentucky Fried Chicken de los años 70 convenció a sus consumidores de que el pollo frito es la comida tradicional para estas fiestas. Así logró imponer sus productos. El pollo de Navidad ya es un clásico. Hasta China da muestras de una cada vez más celebrada Navidad en la que no faltan fuegos de artificios ni regalos. Eso sí los lleva en sus bolsas Dun Che Lao Ren el Santa Klaus vernáculo.