Mientras esperamos a Natalia Oreiro charlamos con Martino Zaidelis, el director de la película, que nos cuenta cosas de la filmación. Y algo que resalta es que cuando decía "acción", Natalia se iluminaba y la cámara la amaba.
Pero eso también ocurre cuando entra en una habitación, porque apenas lo hace el ambiente cambia y una oleada de energía ingresa al lugar en donde estamos. Saluda a todos los que están con un beso y una sonrisa y el ánimo es otro. Natalia Oreiro es, sí, una estrella.
Hace unos años decidió volcarse al cine y la apuesta dio sus frutos. No sólo actúa, sino que se involucra en todos los aspectos que puede de la industria (en futuros proyectos también va a producir y oficiar de guionista).
También está radiante porque volvió con todo a la música: presentó "United by love", uno de los 5 temas oficiales del Mundial de Rusia; visitó ese país que tanto la ama para promocionarlo, y acaba de lanzar una segunda canción titulada "Mi Pobedim".
En esta entrevista hablar de su nueva película, el gran momento que está pasando, también sobre el feminismo y sus próximos proyectos.
-Volviste a la comedia después de varios años...
-Fue buenísimo volver después de haber hecho varios dramas. Fue una de las cosas por las cuales también elegí este proyecto. Es muy difícil encontrar un buen guión de una comedia, y éste tenía cosas muy buenas. Ni bien lo leí llamé al director (Martino Zaidelis) y le dije que la iba a hacer.
Estoy muy contenta con el resultado. Tiene una gran edición, muy buena musicalización, locaciones; además es la primera película que distribuye Paramount en Argentina, y eso no es poco.
-La película juega con la fantasía de patear el tablero de repente y decir todo lo que uno piensa...
-Pilar, la protagonista, es alguien que no aguanta más y decide mandar a todos literalmente al carajo. Ella termina en esas circunstancias porque es una olla a presión. Eso socialmente sucede, el hecho de tragar y tragar y no decir nada. No hay un límite que nos diga hasta cuándo es suficiente el menosprecio, el maltrato, cuánto puede soportar un ser humano. Entiendo que lo que a Pilar le sucede, lo que derrama el vaso, es esta especie de placebo espiritual que tiene con el personaje de Hugo Arana. Eso le da la confianza como para decidir mostrar lo que siente. Y la búsqueda de este personaje, o lo que en definitiva entiendo yo, es que todos anhelamos el equilibrio de poder decir las cosas que nos pasan, cuando nos pasan, de la mejor manera posible y que se entienda, sin llegar a herir a los demás. Porque es muy liberador decir la verdad, pero la consecuencia de eso, dependiendo el cómo, también puede ser hiriente.
-Claro, porque Pilar se da cuenta que en ese camino hiere a varias personas...
-Exactamente. Eso fue muy trabajado desde los ensayos, también que los personajes y las situaciones sean reconocibles, reales. Es fácil como espectador pensar que ella manda a todos al carajo porque son unos nabos que la maltratan. Y, en definitiva, lo que sucede con las personas con las que tiene un vínculo real, es que ella se da cuenta de que le duele lastimar a los demás y no lo puede controlar. Cuando entiende que lo que está haciendo es encontrar ese punto de equilibrio, es cuando decide que no necesita más nada que encontrarse y disfrutarse para poder elegir.
-¿Hay en tu carrera un momento en que vos decidiste mandar a todos al carajo?
-En mi caso fue bastante orgánico porque comencé desde muy chica, gracias a mi profesor de quinto año, Julio, que además enseñaba también teatro y hacía talleres en la escuela. Evidentemente, vio en mí algún potencial porque me propuso darme clases fuera de hora. Por lo tanto, fue un proceso natural y nunca algo abrupto para el otro. Acá de lo que estamos hablando es también de cómo toma la otra persona un cambio de 180 grados. Sí me ha sucedido en algún momento de mi oficio encontrarme inmersa en un camino que, si bien había elegido, no estaba siendo tan afín. Decidí frenar y barajar de nuevo. A eso lo llamo “El precio de mi libertad”, y de libertades estamos hablando. Me resultó difícil dejar de hacer algo que tenía éxito, como televisión diaria o giras como cantante, y dedicarme a hacer cine. Quería hacer eso y, claro, la gente que profesionalmente me acompañaba no estaba de acuerdo.
-¿Tuviste alguna situación en la que te traten de loca?
-No hace falta que te digan que estás loca para entender que del otro lado lo piensan. Cada vez que uno intenta hacer algo diferente cuesta mucho, incluso a mí también me pasa cuando es otro el que lo intenta. Uno se acostumbra a algo, lo acepta, y después se lo cambian. ¿Por qué? Bueno, el porqué está en cada persona, pero socialmente en principio es difícil la aceptación. Después se naturaliza, pero el que tiene que atravesar ese camino lo vive como un desafío, con obstáculos, con enojos, pero ahí es cuando sale a relucir la fuerza interior, la convicción o esa intuición que uno puede tener y darle bola. A veces, somos muy negadores de ciertos patrones que repetimos; ya sea por comodidad, miedo o lo que fuere. Volviendo a la película, lo que genera es una empatía con el espectador que no tiene que ver con el género, aunque obviamente a las mujeres les va a pegar directamente.
-¿Cuál creés que es el mensaje que deja?
-Es una comedia, una que se ríe de la tragedia del otro. Es particular hacerlo, pero es lo que sucede hasta en los clásicos. Sin ganas de compararnos con ellos, ni mucho menos, entiendo que es trágico lo que le sucede a ella y a nosotros nos causa risa. Pero en un momento necesitamos su reivindicación y que haga todo lo que hace en el film. Ahí sentimos que somos protagonistas de ese hecho porque directamente lo relacionamos con algo que nos pasó. Creo que “Re Loca” tiene una sensibilidad especial, gracias al guión y la dirección de Martino, y del elenco que eligió para cada personaje.
-De las cuatro versiones que tiene este largometraje, probablemente esta sea la más feminista. ¿Creés que tenga que ver con la fuerza de la protagonista?
-Sinceramente, no vi las otras. Leí un guión sin saber que existían otras versiones y creo que la nuestra tiene otras cosas, como un final distinto, por ejemplo. Lo que sí tengo que reconocer es la apertura de Martino de permitirme a mí como mujer, y a varias mujeres del equipo, aportar ideas y cuestionar cosas que existían y nos parecía que no ayudaban a la película. No por el momento, sino por las personas que estábamos trabajando en ella. Tuvo un grupo técnico de mujeres muy grande (productora, asistente de dirección, arte), y eso es algo que hablamos en un principio. Yo pregunté cuántas mujeres había en el equipo y había un cierto desequilibrio. Le dije que teníamos que balancear porque eso nos iba a ayudar. Si bien no es una película de género, porque podría ser interpretada por un hombre, el hecho de estar en el momento en el que estamos hacía que fuera importante que el equipo estuviera bien balanceado. Y la verdad es que tanto en los ensayos y la filmación sirvió tener a más mujeres porque así surgieron ideas y aportes que se ven transmitidos en el film.
-¿Cómo vivís este momento del feminismo?: el debate por el aborto legal, del que vos participaste también...
-Sí, y también estuve en las marchas de #NiUnaMenos. He hecho personajes como Ariana, de “Entre Caníbales” (2015), que se identifica de alguna manera con el tema. Estamos viviendo un momento transformador, no sólo en Argentina. Creo que es un movimiento mundial al que por suerte no somos ajenos, ni los hombres ni las mujeres. Me parece que esto, además, es algo que nos incluye y nos incumbe a todos. Es hermoso ver cómo los hombres se suman. Todos estamos aprendiendo la forma, el cómo y el cuándo. Celebro la libertad de expresiones y las libertades individuales en todo sentido.
-Se habló mucho de tu paso por Rusia y del sweater que usaste -que también usás en la película- que tiene el arcoiris característico del movimiento LGBT. Teniendo en cuenta las pocas libertades que existen en ese país, ¿fue a propósito que lo usaste?
-No tengo miedo de expresarme ni sumarme a causas que creo justas. No es la primera vez que lo usé, más allá del film. Para mí los momentos de visibilización hay que aprovecharlos, y en mi caso aprovecho para sumarse a cuestiones que me son cercanas. Y, en ese sentido, no fue casual y lo utilicé de forma normal y estoy orgullosa de haberlo hecho. No existe una consecuencia negativa para conmigo allá. Es un pueblo al que amo y admiro mucho.
-Se dijo que te querían sacar el pasaporte...
-Sí, eso me enteré después porque me avisó mi mamá (risas). Me llamó preguntando en dónde estaba, cómo estaba. Por el contrario, tengo un profundo amor y respeto por el pueblo ruso.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos?
-Iba a participar de la película de terror “Bajo tus pies”, pero tuve que bajarme por una cuestión de tiempos. A veces el trabajo sale todo junto y uno tiene que elegir. Tenía que promocionar “Re Loca” y me suelo comprometer al 100% con los proyectos en los que estoy y defenderlos a muerte. Me ofrecieron participar de una serie mexicana muy buena, con un elenco importante, que todavía no pude contestar. Y después tengo un proyecto personal: estoy escribiendo una serie llamada “Grisel”. Va a estar ambientada en los años 20 y tratará sobre una joven criada en un cabaret, que posee formación musical, que sueña con triunfar y convertirse en una gran cantante. Y también se viene “Pimienta roja”, en donde voy a encarnar a Juana Azurduy.
-En general, te cargás al hombro todos los proyectos...
-Es que los concibo así porque soy una apasionada de mi oficio. Es algo que disfruto, que me gusta y que, al tener la bendición de poder elegir, cuando elijo algo me apasiono y siempre tengo grandes experiencias, como en este caso.