La nariz humana puede distinguir al menos un billón de olores, resolución que supera en órdenes de magnitud al estimado previo de apenas 10.000 olores, informan investigadores en la revista Science.
Los científicos que estudian el olor han sospechado un número más alto desde hace tiempo, pero pocas investigaciones han intentado explorar los límites de la capacidad sensorial de la nariz humana.
“Simplemente ha estado esperando a que alguien lo haga”, dice Andreas Keller, un investigador olfativo de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, que es coautor del estudio.
Para investigar los límites del sentido de olfato de los humanos, Keller y sus colegas prepararon mezclas de olor con 10, 20 o 30 componentes seleccionados de una colección de 128 moléculas odoríficas.
Después, pidieron a 26 participantes de un estudio que identificaran la mezcla que olía diferente en un conjunto de muestras en las que dos de tres olores eran iguales. Cuando los dos olores contenían componentes que se yuxtaponían en más de aproximadamente 51 por ciento, la mayoría de los participantes tuvo dificultades para discriminar entre ambas.
Después, los autores calcularon el número de mezclas posibles que se yuxtaponían en menos de 51 por ciento para llegar a su estimación de cuántos olores puede detectar una nariz humana: al menos un billón.
Donald Wilson, un investigador olfativo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, dice que los descubrimientos son “emocionantes”. Wilson espera que el nuevo estimado ayude a los investigadores a empezar a descifrar un misterio duradero: cómo funcionan en conjunto la nariz y el cerebro para procesar los olores
La nariz humana tiene alrededor de 400 tipos de receptores. Cuando el olor a café perfuma una sala, por ejemplo, receptores específicos de la nariz detectan los componentes moleculares del olor, provocando una serie de respuestas neurales que atraen la atención de una persona a la cafetera.
Pero muchos detalles de esa secuencia aún se desconocen.
“No está clara la relación entre el número de aromas que podemos discriminar y el número de receptores que tenemos”, dice Noam Sobel, un neurocientífico del Instituto de Ciencias Weizmann, en Rehovot, Israel. Algunos científicos asumen que tener más tipos de receptores de olor indica un olfato más sensible.
Pero esa no es la única dificultad que enfrentan los científicos que exploran los límites de nuestra capacidad para oler.
“Es difícil organizar los olores”, indica Wilson. Los investigadores pueden agruparlos en categorías, pero la relación entre éstas no es clara; al contrario de los colores o sonidos, los olores no caen en un continuo claro. En términos prácticos, dice Wilson, eso hace desafiante comparar objetivamente el complejo y almizcleño olor de una colonia de venta en farmacias de Estados Unidos como el aerosol corporal Axe con un desodorante rival, como Old Spice, o con algo que huela a vainilla.
Esas cuestiones quedan para estudios futuros. Pero los nuevos hallazgos podrían ayudar a poner fin al menos a un viejo supuesto, dice Keller. “Mi esperanza es que esto ayude a disipar el mito de que los humanos tienen un mal sentido del olfato”, agrega.