Por Mario Fiore - mfiore@cimeco.com - Corresponsalía Buenos Aires
La semana comenzó con una buena noticia para el presidente Mauricio Macri: finalmente, luego de 15 días de cacería, fueron recapturados todos los prófugos condenados por el triple crimen de General Rodríguez. Este homicidio múltiple, ocurrido en 2008, fue el hecho que reveló los vasos comunicantes entre narcotraficantes y poder político dado que uno de los asesinados, Sebastián Forza, fue un generoso aportante de fondos a la campaña de Cristina Kirchner de 2007 y, por otro lado, la Justicia cree que estaba al frente de una asociación que proveía efedrina a los cárteles mexicanos para fabricar drogas de diseño.
En plena campaña electoral de 2015, uno de los sicarios, Martín Lanatta, decidió comprometer al ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Aníbal Fernández, acusándolo ante las cámaras de TV de ser el autor intelectual de la muerte de Forza y de sus socios. Después de aquellas explosivas declaraciones, María Eugenia Vidal le ganó a Fernández la gobernación bonaerense. Pero a los 17 días de asumir el cargo, los tres condenados por el triple crimen protagonizaron una fuga que introdujo, sin escalas, a Vidal en una pesadilla.
Con la noticia de la recaptura, el Gobierno nacional intentó dejar atrás el papelón que protagonizó hace una semana, cuando aún no se sabe bien de quién recibió información falsa y anunció que los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci habían sido atrapados en un paraje rural, algo que no era cierto porque sólo el menor de los Lanatta había sido capturado.
Las grietas esperadas
La semana terminó con otra buena noticia: el bloque de diputados del Frente para la Victoria (FpV) en la provincia de Buenos Aires se dividió y Vidal consiguió autorización para tomar deuda a fin de hacer frente a un descomunal déficit (50.000 millones de pesos para la Provincia y 10.000 millones para los 135 municipios). Los intendentes del PJ decidieron hacer rancho aparte del cristinismo (La Cámpora) y acompañaron al gobierno provincial. Para ello contaron con el apoyo de Daniel Scioli y de Julián Domínguez, que a último momento apostaron también por la gobernabilidad de un territorio donde el nivel de tensión política no para de subir.
El peronismo bonaerense está hoy divido en cuatro sectores: los intendentes más jóvenes (Martín Insaurralde, “Juanchi” Zabaletta, Mariano Cascallares), los caciques históricos (Alejandro Granados, Julio Pereyra), el massismo y el cristinismo. Sólo este último grupo votó en contra las leyes de Vidal. La intención de Macri es trasladar la radiografía bonaerense al plano nacional. Hace unos días, el gobernador tucumano Juan Mansur almorzó con los caciques más veteranos del PJ bonaerense en el restaurante El Mangrullo, de propiedad de Granados. Decidieron explorar un distanciamiento de Cristina Kirchner pero diferenciándose de Sergio Massa y de Juan Manuel Urtubey. Gradualismo versus shock es la discusión en el PJ, como si se tratara de política económica.
Macri también ordenó a su ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, sincerar el déficit fiscal que heredó de Cristina Kirchner. Aunque el oficialismo acudió a algunas triquiñuelas para darle mayor dimensión a la ya por sí voluminosa deuda -técnicamente no se puede considerar que sea del 7% del PBI, como el oficialismo venía sosteniendo desde la campaña-, los números que ofreció el ministro lograron irritar a la ex presidenta, quien le pidió a Axel Kicillof que salga en su ayuda. Dos libretos con visiones contrapuestas de la realidad quedaron así enfrentados.
En la Casa Rosada, los funcionarios se mostraban satisfechos porque la intención del macrismo fue hacerla reaccionar a Cristina Kirchner, ya que entienden que eso ayudará a generar la división entre el peronismo ortodoxo y el cristinismo que el gobierno nacional necesita acelerar para garantizarse un Congreso más amable.
Crisis y oportunidad
La crisis provocada por la fuga de los tres sicarios y los enormes problemas que tuvo el Gobierno para atraparlos obliga ahora al presidente Macri a tomar decisiones firmes. La de declarar la Emergencia en Seguridad en todo el país está tomada; se busca generar una ágil reestructuración y limpieza en las fuerzas federales y motivar a que las provincias hagan lo mismo con sus policías.
Pero como en cada crisis hay una oportunidad, la Casa Rosada también persigue con este tema arrinconar al cristinismo. Por eso está moviendo influencias en la Justicia para que Aníbal Fernández sea investigado en las causas relacionadas con el tráfico de efedrina.
Además de haber sido acusado por Martín Lanatta de ser ese siniestro personaje apodado “La Morsa” que ordenó el triple crimen, Fernández podría quedar comprometido aún más si Ibar Pérez Corradi, que está prófugo desde 2009 y estaría por entregarse, cuenta su verdad.