A medida que avanza el proceso judicial, salen a la luz viejas y nuevas historias acerca de Gilad "Nicolás" Pereg, el israelí de 36 años que está preso e imputado por los asesinatos de su madre Pyrhia Sarusi (63) y de su tía Lily Pereg (54). Una de las protagonistas es Nancy Díaz, la encargada del cementerio de Guaymallén, cuya vida cambió con la investigación que culminó con el hallazgo de los cuerpos de las hermanas en la precaria morada del horror.
La mujer relató cómo fue cada minuto desde que los rostros de las ciudadanas israelíes colmaron los portales de noticias y las redes sociales. Todavía impresionada por el desenlace del caso, recordó que veía seguidamente a Nicolás -como Pereg se presentó ante ella-, ya que se lavaba la cara con agua de una de las canillas de la necrópolis.
Pese a manejar millonarias cifras de dinero, el imputado por el doble asesinato caminaba los 200 metros que lo separaban de su precario hogar para asearse, al menos, dentro de sus estándares. También solía pedir perros y gatos que eran abandonados y siempre encargaba el mismo favor: que Nancy o alguno de sus compañeros fueran en auto a retirarle las bolsas de comida para sus 37 gatos y cuatro perros que había pagado en una veterinaria.
"Vivía como un linyera. Veía que no tenía relación con los demás y me daba pena. Cada vez que lo cruzaba intentaba sacarle conversación. Sentía que necesitaba hablar con alguien. Además conmigo siempre fue respetuoso, siempre lo vi lúcido. Parecía muy inteligente, muy culto. Durante un buen tiempo se peinó el pelo con barro y cemento. ¿Qué iba a pensar que podría hacer una cosa así?", contó la mujer de 64 años en una entrevista realizada por Clarín.
La vida de Nancy dio un giro inesperado cuando los policías e investigadores comenzaron a poblar diariamente el cementerio a su cargo. En ese momento, su oficina mutó a una sala de investigaciones.
En primera instancia, ella pensó que las israelíes podían estar ocultas en la necrópolis. "Nicolás mide dos metros y tranquilamente podía saltar la reja y dejar los dos cuerpos acá", indicó, por lo que prontamente mostró su predisposición con las autoridades.
Cada mañana, Nancy se sentía una investigadora más. Es que ella fue la que tanto insistió para instalar las cámaras de seguridad en el predio. Esas que permitieron mostrar a Sarusi y Pereg ingresar a la casa de Gilad la mañana del sábado 12 de enero, pero nunca más salir.
"Creo que Dios me puso en este lugar. Yo sentía que nos estábamos jugando el honor de un país. Iba a ser un garrón si los israelíes encontraban los cuerpos. Íbamos a quedar como unos inútiles ante el mundo. Estoy orgullosa de haber colaborado tanto y de haber hinchado tanto para instalar esas cámaras", expresó.
Y agregó: "Soy la primera mujer a cargo en la historia del cementerio. Sentí que tenía que trabajar por poner lindo al lugar donde descansan nuestros seres queridos".
Nancy y la fiscal Claudia Ríos se abrazaban al comenzar la jornada de trabajo y le rezaban a Dios, San Expedito y la Difunta Correa para que las ayudaran. "Creo que todos deberíamos comprometernos un poquito más con la Justicia. Estoy muy orgullosa de todo lo que hicimos trabajando en equipo", reconoció la mujer.
Anécdotas perturbadoras
Mientras los canes olían cada rincón de los galerías del cementerio, Nancy vivió dos extrañas situaciones junto a su vecino de Medio Oriente. Él la invitó a pasar a su mugrienta casa y le contó que lo habían asaltado, aunque ella estaba más preocupada por un fuerte hedor y los 40 animales que la rodeaban.
La encargada del cementerio municipal quedó impactada por los equipos tecnológicos que estaban frente suyo, teniendo en cuenta que no había baño, cama, sillas o muebles. Claro que luego entendió que eran las famosas tareas de inteligencias que realizaba el ex militar.
Pereg, además, le presentó a sus socios, que se paseaban en lujosos autos por Buena Nueva. Nancy enfrentó al israelí y le consultó si estas desconocidas personas tenían algo que ver con la ausencia de Pyrhia y Lily. "Nunca imaginé que iba a terminar trabajando en la resolución de un doble crimen", admitió la trabajadora.