Otros temas tenían prioridad. Quizá el más engorroso que los ocupó hasta ahora fue el de las elecciones provinciales, dónde la Suprema Corte en pleno forma parte de la Junta Electoral de la provincia. Pero ahora, despacio, casi a desgano, empieza la rosca. El 24 de noviembre se cumplen dos años de la asunción de Jorge Nanclares en la presidencia de la Corte; se termina su mandato y empiezan los primeros movimientos para ver quién será su sucesor.
Hace dos años, Nanclares fue electo por unanimidad y así llegó a su cuarto mandato al frente del Máximo tribunal de la justicia mendocina. En permanencia es sólo superado por el otro posible candidato, el eterno Pedro Llorente, que estuvo durante ocho periodos como presidente. En los últimos 26 años, entre los dos supremos suman 24 años al frente de la Corte. Son, casi, los "dueños" del Tribunal.
Hace dos años, Llorente le entregó la conducción a Nanclares. El primero se mostró y se muestra muy cercano al gobernador Alfredo Cornejo, mientras que el actual titular es un moderado y esa característica personal lo transformó en elegible por el resto.
Es que hay tres supremos muy vinculados al radicalismo y otros tres al peronismo. Nanclares llegó a la Corte de la mano de Felipe Llaver, pero siempre fue equidistante. Por eso hace dos años pasó "por el medio". Y ahora parece ser el mejor argumento para su continuidad: es la garantía de no peronizar o radicalizar la Corte.
La puja de 2017
Hace dos años, las versiones del Palacio Judicial decían que había otros dos candidatos a presidir el máximo tribunal: El radical Llorente y el peronista Julio Gómez. El primero llegó a la Corte también impulsado por Llaver en 1987 y había sido senador radical; el segundo fue propuesto por Francisco Pérez, fue senador del PJ y subsecretario de Justicia de Rodolfo Gabrielli y de Arturo Lafalla.
En aquel momento se decía que Gómez contaba con el apoyo de Omar Palermo y de Alejandro Pérez Hualde. Este último ya no está en la Corte.
Llorente era apoyado por José Valerio, quien también fue legislador provincial del radicalismo y llegó a la Corte en 2016 impulsado por Cornejo.
El magistrado restante, Mario Adaro, se mantenía ajeno a aquella pelea de 2017. Adaro fue concejal del PJ en San Martín y ministro de Gobierno de Celso Jaque.
Omar Palermo llegó a la Corte también propuesto por Francisco Pérez. Siempre estuvo ligado a la carrera judicial, tanto en la Justicia provincial como en la Federal (fue fiscal de los primeros juicios de lesa humanidad) y se le reconoce su pertenencia a la agrupación filokirchnerista Justicia Legítima.
Alejandro Pérez Hualde era el caso extraño, porque había sido propuesto por Julio Cobos, pero desde la llegada de Cornejo a la Gobernación tenía una alianza con Palermo para resistir la supuesta avanzada del actual mandatario sobre la Justicia.
Hoy el escenario ha cambiado un poco, pero no tanto. Adaro está más cerca de Palermo y Gómez, Pérez Hualde se jubiló y llegó el radical (ex ministro de Gobierno) Dalmiro Garay, quien está cerca de Llorente y Valerio. Nanclares sigue siendo equidistante.
Las cartas de 2019
La pregunta es si hoy todos los que sostuvieron en 2017 a Nanclares lo apoyarán ahora. El actual presidente de la Corte ya avisó a algunos su deseo de continuar siéndolo. Y también descuentan que, como en 2017, se repetirían sus dos competidores: Gómez y Llorente.
Por ahora nadie ha dicho a viva voz que quiere ser. Una de las versiones que corren es que Nanclares no tendría los votos de radicales ni peronistas; quienes dicen eso recuerdan la ola de nombramientos y ascensos un par de semanas después de su vuelta a la presidencia de la Corte, incluido su sobrino Carlos Quiroga Nanclares, ex subsecretario de Justicia de Jaque.
Sin embargo, la versión tiene un costado débil. Hay quienes sostienen que buena parte de las voluntades que apoyan a un presidente de la Corte son porque tiene la firma para engrosar la familia judicial. ¿Los ingresos de 2017 fueron parte de la negociación?
Otro elemento que se menciona tiene que ver con las relaciones afuera de la Corte, particularmente con los gobiernos provincial y nacional. La cuestión parece importante, aunque si ese fuera el tema en 2017 el presidente debería haber sido Llorente o Valerio. Más aún, Llorente encabezó la Corte en los gobiernos de Gabrielli, Lafalla y Pérez, mientras que en la Nación los presidentes eran Carlos Menem y Cristina Fernández.
Hay quienes dicen que las relaciones entre la Corte y el Gobierno provincial son institucionales. Pero la realidad es que hay muchos contactos con la política, formales e informales, de todos los miembros de la Corte y con todos los partidos. Y no necesariamente se reducen a los que tiene el presidente del tribunal.
El rol electoral del presidente del Tribunal
Como titular de la Corte, Jorge Nanclares todavía está afectado a las elecciones: forma parte de las autoridades que fiscalizarán el comicio nacional del 27 de octubre, aunque no en primer plano.
Las autoridades más visibles son del ámbito federal, como el juez federal Walter Bento. También participa el presidente de la Cámara Federal de Apelaciones, Alfredo Porras. La otra autoridad es la secretaria electoral federal Roxana López, quien reemplazó a la histórica Gabriela Curri.
Claves
Jorge Nanclares fue presidente de la Suprema Corte en los periodos 2003-2005, 20052007 y 2007-2009. Volvió al cargo en 2017.
Pedro Llorente la presidió en cinco mandatos desde 1993 hasta 2003 (cuando fue reemplazado por Nanclares).
Entre 2009 y 2011 su titular fue Alejandro Pérez Hualde. Después volvió Llorente por tres periodos consecutivos: 2011-2013, 2013-2015 y 2015-2017.
"Son los Roger Federer y Rafael Nadal de la Justicia. A veces tercia otro jugador, pero siempre son ellos", define un operador judicial.