¿Nuestro folclore tiene mucho camino por recorrer? "Es inagotable", asegura Nahuel Jofré, sancarlino de 25 años y uno de los protagonistas de la Nueva Canción Cuyana.
Y no lo dice gratuitamente, porque en la mochila tiene un disco que puede volver de fierro sus palabras: "Canciones en Cuyo Vuelo", que todavía no presentó oficialmente (ver recuadro), ya cosechó elogios unánimes y hasta dos premios.
“Me voy, me voy, a la montaña más alta”, canta ya al comienzo de este primer álbum como solista, y el pulso de la guitarra lo acompaña, enternecida hasta la médula. Sigue: “Me voy a buscar el sol / que la otra tarde el cerro me robó”.
Sin embargo, hoy subirá hasta una altura bien diferente, cuando desembarque este puñado de 11 canciones en la terraza de la Municipalidad de Mendoza, en el marco del ciclo “Música y vino en las alturas”.
Cantará y tocará el guitarrón, acompañado por Facundo Merelo (voz, también productor del disco) y Matías Gorordo (percusión).
Ya los títulos parecen iluminarnos sobre su lenguaje. Pura vena cuyana: “La flor de la montaña”, “La flor del desierto”, álamos, cumbres y caminos. Sí, una “vuelta” al origen que ya estaba confesada en su anterior proyecto, Ama Cunkay, donde dejaba en claro que tenía “corazón de secano”.
Para él la tradición no es una materia inerte, sino el barro con el que se modela el presente. Por eso, escuchar el disco es como mirar el profundo Valle de Uco: “Más que el paisaje que se ve, es el paisaje que se siente, y las consecuencias que nos deja a los que habitamos en ese paisaje”, aclara Nahuel, al que le dicen “Gatito”, por su mirada afilada.
De la raíz a la cumbre
Cerca de la disolución de Ama Cunkay (que duró diez años, hasta el 2015), Nahuel empezó a meterle pilas a otro proyecto.
En "De pago en pago" se sumó a realizadores audiovisuales, que viajaron hasta el secano para retratar el cancionero lavallino, que nunca antes había sido registrado musicalmente y que seguía vivo por tradición oral.
Allí pudo conocer, de primera mano, el legado de cantautores como Calixto Brizuela (“De pago en pago” es, de hecho, una de sus cuecas). Y en ese secano (un desierto nunca conquistado, un desierto que no es desierto) Nahuel también pudo macerar su estilo.
El documental "De pago en pago: cancionero popular del secano" se estrenó en 2015 (puede verse gratuitamente en www.depagoenpago.com/cancionero-popular-del-secano), pero la plataforma sobrevivió.
-¿Qué pasó al final con Ama Cunkay?
-Cada uno estaba con sus proyectos a la par, y yo había empezado a trabajar con Facundo Merelo en este disco solista. Ahí tomé la decisión de dedicarme por un tiempo, lo más fuerte posible, a este proyecto. Para que saliera era necesario ponerle el cien por cien de mi capacidad de trabajo. Ahí decidí “colgar” con el grupo.
-¿Y qué papel jugó ahí "De pago en pago"?
-En ese momento estábamos trabajando en el documental, y de a poco ese grupo fue creciendo y consolidándose. Tanto es así que, una vez terminada la peli, quedamos conformados como un equipo que ha seguido produciendo cosas. Por eso es que, cuando yo lancé mi carrera solista, “De pago en pago” funcionó como plataforma que contuvo este proyecto desde lo comunicacional, desde el diseño.
-Pero, a un nivel personal, a la hora de madurar tu estilo, ¿cómo influyó?
-Muy profundamente, porque pasaron dos cosas a nivel creativo. Una fue ese camino interno, hacia el folclore más antiguo, de música de raíz de nuestra provincia. Y el otro aprendizaje fue el viaje al exterior (N. del R.: el documental se presentó en Colombia): poder proyectarnos desde nuestra región y con las expresiones más fieles a este tiempo.
-Era un cancionero inédito.
-Sí, por eso es que, artísticamente mi disco no está ligado al documental, sino al equipo de jóvenes que lo conformamos.
-¿Pero ya estabas componiendo en ese tiempo?
-Sí, hay canciones en el disco que tienen una data de hace cuatro o cinco años, que no habían entrado en ningún proyecto.
-Tuviste un acercamiento que quizás no tienen otros folcloristas, que es ir al terreno.
-Es algo muy necesario. Al menos yo lo considero así, porque es la materia prima. A diferencia de lo que los folcloristas o la gente cree, es un terreno muy sensible.
-¿En qué sentido?
-Es un campo donde hay oídos dispuestos a las nuevas canciones, y donde la materia prima para interpretar esa música antiquísima es la sensibilidad. Es una memoria que hay que aplicarla a la generación de propuestas nuevas.
-¿Y cómo ves al folclore hoy?
-(Ríe un poco) Me pasa que tengo una mirada muy poco objetiva. Me respuesta es que miro a los costados y cerca mío veo luz. Veo compañeros, gente que siento que estamos en la misma, y eso está bien. Por ejemplo, en Cosquín de este año, siendo que es un espacio que está en decadencia desde hace un par de años, se han visto cosas interesantes como el Dúo Nuevo Cuyo, Marcelino Azaguate, Ramiro González...
-¿Esperanza?
-Pequeños faros que indican que es posible continuar haciendo música popular del interior de nuestro provincia, situada en un lugar y fiel a este momento, sin repetir esos estereotipos cristalizados del folclore.
-Siempre con el desafío de permanecer en la raíz, porque es muy fácil empezar la aventura de la fusión y terminar en cualquier lado...
-Eso es lo que más se ve, y lo que está ganando todos los espacios de difusión: en la tele, en los festivales... Esa ola tiene más que ver con imitar ciertas formas “exitosas” de las canciones masivas en el ámbito del folclore, pero creo que no conducen a ningún lado, porque no tienen nada sólido para decir en materia de música popular.
-Hay más camino por recorrer, entonces.
-Es inagotable. El folclore en general, y la música folclórica en particular es, o debe ser, una expresión de la sociedad en movimiento.
-¿Y de dónde te cayó la inspiración mientras componías este disco?
-Una parte importante de la inspiración me gusta llamarla “materia prima”, como si fuera una cosa artesanal. Tiene que ver con lo que históricamente el folclore se ha nutrido: de los paisajes humanos, donde hay elementos de la ruralidad, de lo urbano, pero que es principalmente humano. El concepto es ese: el hombre y la mujer como personajes principales de lo que una canción tiene para decir.
-Qué linda definición me estás dando.
-Me gusta pensarlo de esa manera. No es tanto las cosas que veo y llevo a la canción, porque eso daría el resultado de un testigo que pasa o que llega a un lugar en paracaídas, y lo que ve lo registra y lo sale a difundir. Eso me parecería poco fiel. Trato de referirme a vivencias que no me han pasado únicamente a mí. Trato de evitar la canción autorreferencial, que es algo muy usual en el ámbito de la canción de autor. Me gusta pensar en las “canciones que nos pasan”.
Fue en Pomaire, un pueblito chileno de artesanos alfareros, donde Nahuel escuchó por primera vez la grabación de un poema de Armando Tejada Gómez que se refería al vino de los pobres. El tema lo conmovió, por lo que -en un rapto creativo- quiso “intervenirlo” con su música (lo hizo en un pudoroso secreto).
Tiempo después pudo leer los versos impresos, en un libro con título sugerente: “Tonadas para usar”.
Desde ese día se sintió autorizado y hoy las palabras de nuestro mayor poeta son las únicas que se alternan con las que Nahuel escribió: “El vino pobre” es la tercera canción del disco.
Adelanto del disco
Antes de la presentación oficial en el último fin de semana de marzo y el primero de abril (fecha doble para Capital y San Carlos), se podrá escuchar también el 18 de febrero.
Ese día, en el marco del festival “Que el canto se vuelva necesario” (en el Le Parc), compartirá la noche con Jorge Fandermole y el Negro Aguirre.
El disco, que cuenta con arte de tapa del ilustrador Andrés Casciani (colaborador del colectivo "De pago en pago"), puede escucharse de forma gratuita en la página (www.depagoenpago.com/nahueljofre), pero también adquirirse en formato físico en las presentaciones.
La ficha
Nahuel Jofré presenta "Canciones en Cuyo Vuelo".
En el marco de “Música y vino en las alturas”.
Fecha y hora: Hoy, a las 20
Lugar: Terraza de la Municipalidad de Mendoza (9 de julio 500)
Entrada: Libre y gratuita. Se pueden retirar desde las 14 en el CIT II (Garibaldi y San Martín).