Cualquiera que estuvo en el Agnesi va a coincidir con el dato: al menos la tercera parte de la gente que fue a ver al Indio no tenía los 500 pesos de la entrada y en algunos casos ni siquiera una moneda para comer. Así, muchos vivieron estos días de prestado, de la solidaridad del resto o lavando parabrisas en la ciudad.
Hay quien se aguanta ese destino triste de no poder entrar a ver al Indio por ser un seco (un seco al menos a los ojos de quien le pone el precio a los boletos), pero también está el que no, y que entonces busca entrar por la fuerza y de prepo, porque tiene claro que es un ricotero de toda la vida, que siempre hizo “el aguante” y que no puede ser que se quede afuera después de haber hecho tantos kilómetros.
Porque la orden era que aquel que no tuviese plata para la entrada se quedaba afuera: esta semana la productora lo subrayó más de una vez: “Hay un rumor dando vueltas y dice que al quinto tema del show vamos a abrir la puerta y a dejar entrar a todo el mundo, aunque no haya comprado entrada; no es cierto y lo queremos desmentir, al recital del Indio solo va a entrar el público que haya pagado su boleto”, dijeron en conferencia de prensa los hermanos Peuscovich, dueños de la productora que organiza el show del Indio por todo el país.
Pero entonces hubo algunos tipos que, sin boleto, quisieron entrar de guapos y atropellando gente, entre ellos a mujeres y a niños. Y como siguieron sin poder entrar, porque esa era la orden dada a los guardias, entonces se enfrentaron con la Policía, que los reprimió y dispersó, pero volvieron a la carga una y otra vez, no solo contra los uniformados sino contra cualquiera, incluso contra la gente que buscaba entrar, y llovieron botellas, piedras y hasta ladrillos.
En medio de ese tumulto originado por los que querían entrar sin pagar, un pedazo de escombro lanzado al voleo le partió el codo a quien esto escribe; terminé atendido adentro de una ambulancia con el brazo chorreando sangre y tengo que agradecer que la roca no me pegó en la cabeza.
El asunto es que arrancó el show y a los pocos temas, junto con la caída de la noche y para evitar un “quilombo” mayor, ocurrió aquello que no iba a suceder: levantaron la taquilla.
“Ahora entra la gilada, los que vienen por la moda del Indio y pagan el boleto; en un rato entramos gratis los 30.000 ricoteros que no tenemos para la entrada”, me había asegurado un sanjuanino borracho sentado en una acequia muy cerca del ingreso al autódromo y mientras pasaba. No le creí en su momento, pero al final el sanjuanino tuvo razón: “Pedir 500 pesos por una entrada es escandaloso porque acordate lo que siempre cantamos, aquello de que el lujo es vulgaridad”.
El que no quedó hecho un lujo fue el Parque Agnesi. Hubo mucha basura por todos lados: botellas, vasos, plásticos y bolsas. El espacio verde de San Martín que funcionó como previa ideal del show de Solari no resistió finalmente el embate de 100.000 personas y quedó herido de suciedad. Hasta que el personal municipal lo limpie.
La Vip: el rock oficial
De todos los personajes que asistieron a la vip del Indio Solari, el más célebre e internacional fue Manu Chao.
El cantante visitó la provincia para disfrutar del recital y visitar a sus amigos de la Biblioteca Popular Pablito González del barrio La Gloria, institución con la que colabora desde hace años. La foto de arriba fue publicada por el periodista Bruno Larocca en su Twitter, y fue tomada en uno de los hoteles cinco estrellas de la provincia. Al ex Mano Negra se lo ve con el baterista Martín Carrizo, de la formación que acompaña a Solari, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
El sector para los Very Important People (una coqueta carpa en lo alto del Autódromo, con living y delicioso catering incluido) tuvo un claro tinte oficialista con varios integrantes de La Cámpora y la presencia de un fan de la primera hora de los Redondos, el senador Aníbal Fernández.
Los cánticos que se dejaban escuchar, provenientes del sector privilegiado del concierto, tenían estribillos del estilo de “Cristina corazón” y “El que no salta es de Clarín”. Entre los dirigentes mendocinos estaba presente la diputada camporista Anabel Fernández Sagasti.
Uno de los personajes más aplaudidos fue el periodista deportivo Tití Fernández, quien se mostró muy simpático con la gente.
Precios redondos
Además de los $ 500 que costó la entrada, el fanático acérrimo del Indio, por supuesto, contaba con otros elementos de merchandising para gastar más dinerillo.
Quizá el artículo más anhelado fue la remera oficial de la gira, con un valor de $ 180, que mostraba la misma gigantografía del escenario, inspirada en la estética de la película soviética “Acorazado Potemkin”.
Dentro, como el año pasado, se vendió alcohol. El vaso de cerveza costaba $ 50.
Pantalla gigante
Como el año pasado, el escenario del Indio contó con leds verticales gigantes que en la previa fueron usados para transmitir consignas como "Justicia a Walter Bulacio", "Esta fiesta es sin bengalas" o "Respetemos a los pueblos originarios de las culturas preexistentes", temáticas que históricamente Solari ha levantado como banderas de lucha.
