Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Cuando se habla de hacer un ajuste muchos políticos, sobre todo los pseudo progresistas, lo asimilan a planes neoliberales o a políticas criminales destinadas a condenar a la población al hambre y la miseria.
En realidad, el concepto de ajuste debe estar vinculado a políticas racionales que impliquen una mayor eficiencia del gasto que debería implicar, también, una reducción de las erogaciones del Estado en términos reales.
El problema es que ningún candidato de la oposición se anima a pronunciar la palabra “ajuste” por ser políticamente incorrecta o porque no crean en ello o no se animen a hacerlo. Tan pobre es el escenario que el mismo ministro Kicillof ha dicho que si se el Gobierno se niega al ajuste o plantea gradualismo es porque el programa oficial es sólido. Una manera provocativa de mojarles la oreja.
Qué significaría "ajuste"
El principal problema es la inflación. Es la variable que ha descompaginado toda la macro economía ya que es el peor ajuste que se ha podido hacer sobre la economía. Por la inflación, el tipo de cambio perdió la competitividad y para evitar fuga de dólares, inventaron el cepo, que terminó complicando la actividad económica.
Por más que quieran negarlo, la inflación fue causada por el exceso de gasto público, el cual terminó siendo financiado por emisión monetaria sin respaldo. Pero la inflación, acompañada por el cierre de la economía, se agravó porque cayeron las inversiones ante la situación de incertidumbre.
El gobierno lleva 3 años gastando más de lo que recauda, a pesar de que cobra impuestos ilegítimos, como ocurre con ganancias. No obstante, no trepidó en hacer que el Banco Central emitiera moneda en cantidades crecientes.
Las consecuencias han sido una inflación creciente cercana al 30% con un estancamiento de la economía. Las exportaciones han caído no porque el mundo esté parado sino por el atraso cambiario generado por la inflación.
El primer problema que deben solucionar es la inflación porque es el impuesto más injusto y más regresivo, que afecta a los sectores de bajos ingresos y a toda la economía en general. ¿Quién quiere mantener esta situación?
El segundo problema está ligado al anterior y es el del tipo de cambio. El problema es que no se puede liberar su cotización, como sería deseable, mientras no se achiquen las expectativas inflacionarias. Este es el punto en el que todos los técnicos aconsejan gradualidad y no porque el programa actual sea sólido, como dice Kicillof, sino por lo contrario, ya que tiene tantas distorsiones que es muy inestable.
Caminos a seguir
Lo mismo ocurre con el cepo cambiario, o la imposibilidad de comprar divisas libremente, ya que al estar totalmente centralizado en el BCRA, y este hacer frente a los pagos de deuda, no puede correr el riesgo, al comienzo, de quedarse sin reservas.
Pero ¿es posible seguir con el tipo de cambio atrasado? No. Que consecuencias tendría para los trabajadores? Lógicamente, una pérdida de poder adquisitivo medido en dólares, aunque si la inflación es controlada, sería más llevadero.
En el medio quedan las medidas que deberían adoptarse para ajustar el gasto, y entre ellas, a la cabeza, figuran los subsidios a las tarifas de servicios públicos, que también impactarían en el poder adquisitivo de los salarios, aunque de forma menos nociva que la inflación.
Los desafíos serán grandes pero si hay algo que debe quedar claro es que el actual sistema no es sustentable para volver a la senda del crecimiento que permita aumentar inversiones y crear empleos.