Muchos pensaban que estos dos tenistas muy probablemente no se volvería a ver la cara en una final. Los dos están en sus treinta, edad que a cualquier deportista le empieza a pesar. Sin embargo, en este Australian Open demostraron que la edad es sólo un número. Roger Federer con 35 estaba batallando con lesiones y hasta se especuló de su retiro.
Tan solo participó en cuatro torneos en 2016 y ninguno de esos lo pudo ganar. Le veíamos perder partidos que parecían fáciles y hasta cierto cansancio en su mirada. Sin embargo, el descanso que se tomó lo hizo llegar a Melbourne con un segundo aire y así, llegar hasta la final.
Mientras, Rafael Nadal estaba en una situación similar. Con 30 años su estilo siempre se basó en la fortaleza física y llegó el momento en el que cuerpo, específicamente las rodillas, no daban más. El año pasado sólo ganó el torneo de Montecarlo y los rumores de una baja drástica se hacían presentes. Se tomó su tiempo y ahora está ante su más grande rival en otra final.
Y es que este duelo sin duda está entre las mejores rivalidades del deporte blanco, si no es que es la mejor. Sus épicos enfrentamientos se pueden comparar con los de Ivan Lendl y John McEnroe o Boris Becker contra Stefan Edberg.
Porque además de todo son estilos completamente diferentes. A Federer se le conoce bien por esa elegancia con la raqueta y una técnica exquisita. Del otro lado, Nadal es un monstruo de la cancha que corre y corre, devuelve y devuelve, con una mentalidad de acero que parece inquebrantable. Es decir, que cuando estas dos leyendas se enfrentan es para ver qué manera de jugar tenis se impone. Hay de dos: la fuerza o la técnica.
Ahora, los veteranos que parecían acabados se ven la cara en una final de Grand Slam por primera vez desde el 2011. El récord favorece y por mucho a Nadal, quien tiene seis victorias por dos de Federer.
En realidad, los números en enfrentamientos directos en finales favorecen mucho a Rafa. Son 14 triunfos por siete del suizo. Sin embargo, como buenos viejos lobos de mar tienen todo para demostrar que la estadísticas, como su edad, son sólo números.
El mismo Roger lo dijo: "Hace unos meses, con Nadal estábamos más para un partido de caridad… Y ahora jugaremos la final de Australia, como en 2009". Ahora, nos pegan directo en la nostalgia con una final soñada.