Ñacuñán, el pueblo que se quedó sin ambulancia y patrullero

Una disputa política dejó sin chofer al centro de salud. Tampoco hay móvil policial en este lugar de Santa Rosa. “Ojalá no haya una emergencia”, dicen los vecinos.

Ñacuñán, el pueblo que se quedó sin ambulancia y patrullero

Ñacuñán es un pequeño pueblo santarrosino que el lunes se quedó sin su ambulancia y así ha estado desde entonces, con sus vecinos un poco más desprotegidos de la atención del Estado. Y tal vez porque allí, en medio de la soledad del campo, viven apenas unas 30 y pico de familias que rara vez se quejan, el funcionario responsable de solucionar el asunto suponga que no es tan grave y que puede esperar un poco más.

“Con el tema de la salud acá estamos olvidados y encima, sin la ambulancia porque ahora se llevaron al chofer”, dice Daniela Mendoza, mientras pasa frente al centro de salud 75,  donde hay una enfermera todo el día y una doctora que viene los jueves, una vez a la semana.

“Las autoridades siempre dejan a estos lugares apartados para lo último”, agrega Daniela.

Ñacuñán no tiene ambulancia y tampoco móvil policial: a éste lo perdió hace un año a manos de otro pueblo con más suerte y a la ambulancia se la llevaron el lunes, luego de que el intendente de Santa Rosa, Sergio Salgado, decidió reubicar a los choferes y al resto del personal municipal, repartido entre el hospital y los centros de salud de todo el departamento.

Salgado está molesto porque dice que la provincia no le reconoce con partidas de dinero lo que él invierte en salud, y terminó de enojarse el lunes cuando el Ministerio canceló el envío de un subsidio de 6 millones de pesos prometido unos días antes. Como respuesta, el intendente decidió reubicar a los 69 empleados municipales que hasta el lunes trabajaron en dependencias sanitarias a cargo de la provincia. “Si no me reconocen el esfuerzo, que pongan ellos a la gente”, dijo el jefe comunal.

Ñácuñán es uno de los que paga los platos rotos que deja esa pelea entre políticos, especialmente porque el pueblo está alejado de todo y así, sin ambulancia, cualquier ayuda que se pida ante una emergencia va a demorar -mínimo- 2 horas: la primera de ellas para que la ambulancia llegue por la ruta 153 hasta el pueblo; y otra más para que vuelva a Santa Rosa.

“No hay chofer y no sé cuándo van a nombrarlo”, confirma Gabriela González, la enfermera, y explica que en estas condiciones, si llega a precisar un vehículo de urgencia, tiene que pedirlo por radio al centro de salud de La Dormida, que queda a 89 km. Hablando con la gente uno se entera que tampoco hay vacunas porque se rompió la heladera y la mandaron a arreglar.

"Habrá que salir a hacer dedo"

La calle sobre la que se encuentra el centro de salud va desde la ruta al pequeño cementerio, pero antes pasa por la escuela albergue 8-366 Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, a la que asisten 32 alumnos, entre vecinos del pueblo y otros que llegan de lejos y que luego de recorrer hasta 40 kilómetros son los que se quedan en la escuela toda la semana.

“Es grave estar sin ambulancia y tan lejos de todo; lo digo por la gente, por los ancianos y por los chicos de la escuela”, dice Rodolfo Furlotti, el director: “Ante una urgencia no sé qué es lo que vamos a hacer porque tampoco hay móvil policial. La enfermera hace lo que puede pero hasta el sillón de odontología se llevaron”.

Acostumbrado a la falta de recursos públicos, el maestro Furlotti y su personal se las apañan para llevar adelante la escuela y con más ingenio que dinero han encarado algunas obras: convirtieron al estacionamiento de vehículos en dos nuevas aulas; construyeron un entrepiso y su escalera, para guardar elementos de limpieza; hay nuevos arcos para la canchita, columpios en el patio y juegos para el jardín de infantes; además, instalaron el equipo de aire, que la escuela compró con la rifa de colchones y frazadas extras que se amontonaban en una pieza.

“La escuela está linda y ojalá, para tranquilidad de todos, vuelva la ambulancia”, dice el director mientras saluda a un grupo de pibes que se divierte en el patio corriendo detrás de la pelota.

La ambulancia es necesaria en el pueblo pero también es fundamental en la ruta 153, que pasa frente a Ñacuñán y que va desde Las Catitas hasta Monte Comán: “Hace unos días se dio vuelta un auto en la ruta, cerquita de acá, y por suerte todavía estaba la ambulancia y pudieron salvarlos”, cuenta una vecina.

A mitad del pueblo y detrás de un playón con churrasqueras y juegos infantiles está el destacamento policial. Al lugar lo atiende el cabo José Quiroga, de trato amable y servicial: “Acá nunca pasa nada, pero cuando ocurre algo seguro que es grave, sobre todo por la ruta”, cuenta el hombre y confirma que desde hace más de un año están sin móvil. “Si ocurría un accidente nos movíamos con la ambulancia. Ahora no sé, habrá que salir a hacer dedo a la ruta”, dice resignado.

Nadie sabe cuándo volverán los choferes

Alejandro París es director del hospital de Santa Rosa y a mediados de semana confirmó a Los Andes (aunque sin poder precisar una fecha) que estaba tramitando ante el Ministerio de Salud el reemplazo de los 69 puestos de trabajo que quedaron vacantes luego de que el intendente Salgado retiró a su personal.

Entre los empleados municipales reubicados hay choferes, administrativos, enfermeros y también médicos cuyos contratos paga el municipio; parte de esa gente estaba en el hospital y otros en los centros de salud como el de Ñacuñán.

Ernesto Agüero es el jefe de movilidad del área de Salud de Santa Rosa y explica que los choferes reubicados por la comuna son 10; 4 de ellos trabajaban en la ambulancia de Ñacuñán. “Él área ha pedido al Ministerio 14 contratos para reemplazar a la gente que ya no está; 11 de ellos son choferes de ambulancia, pero no puedo decirle cuándo va a ocurrir”, explicó el encargado.

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