Una Nación desarmada

El triste final del destructor Santísima Trinidad, que encabezara el desembarco en las Malvinas, hundiéndose solo en Puerto Belgrano, ha traído a la luz pública la situación de las Fuerzas Armadas argentinas, muy degradadas en todo sentido y, según alguno

Una Nación desarmada

Parece redundante recordar que el Ejército nació antes que la Patria, en la defensa de Buenos Aires frente a las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Fue el Ejército, y pronto también la Armada, quienes llevaron la carga de la guerra de la Independencia.

Mendoza se honra de haber sido la cuna de la organización del Ejército Libertador de América, bajo el mando del genio de José de San Martín. A partir de esa inspiración fundacional, dichas fuerzas se constituyeron en parte importante de la institucionalidad nacional mientras se iba construyendo el país.

Se pueden señalar algunos hitos de ese largo proceso, como la creación de Colegio Militar y de la Academia Naval, en la presidencia de Sarmiento para formar profesionalmente los cuadros de oficiales. En 1901, en la segunda presidencia de Roca, se establece el servicio militar obligatorio, destinado a integrar y darle cohesión a una sociedad aluvional producto de la gran inmigración.

En 1912, muy tempranamente en el mundo, se crea la Escuela Militar de Aviación, origen de la Fuerza Aérea que se organiza como fuerza separada en 1944. Es innecesario repasar el largo y costoso proceso de ocupación del territorio, base de la existencia del Estado Nacional.

Pero si señalar dos hechos que hoy recobran gran importancia, en 1903 por disposición del hoy denostado presidente Roca, Argentina es el primer país en el mundo en establecer una Base permanente en la Antártida y en 1965 una expedición encabeza por el coronel Jorge Leal llega al Polo Sur.

Por cierto que no se pueden ignorar los golpes de Estado, que terminaron a finales del siglo pasado con un gran desprestigio de las Fuerzas Armadas en su conjunto, pero es preciso separar a las personas de las instituciones y también es necesario poner esos hechos en el debido contexto histórico y recordar que fueron acompañados por sectores civiles, partidos políticos, y en algún caso grupos sindicales.

Sea como fuere el hecho es que las fuerzas armadas, luego de treinta años de continuidad democrática, se encuentran en franco proceso de disolución, obviamente por una conjunción de factores políticos y militares. Sin duda las consecuencias de la Guerra de Malvinas -aparte de las ya mencionadas secuelas del golpismo- fueron devastadoras para las Fuerzas Armadas.

A partir de entonces ni los gobiernos, ni la sociedad ni las propias Fuerzas Armadas, han sabido qué hacer para recomponerlas. Desde la sanción de la Ley de Defensa Nacional en 1988 las Fuerzas Armadas no tienen función ni misión. A partir de la eliminación del servicio militar obligatorio en 1994, dichas fuerzas no supieron cómo reorganizarse a partir de ese importante cambio de su composición interna.

En el año 2006 Néstor Kirchner por decreto de reglamentación, la Ley de Defensa Nacional terminó de diluir toda razón de ser de las Fuerzas Armadas. Sin presupuesto desde hace más de una década y media, se han convertido en un aparato burocrático que destina 80% de sus magros recursos a pagar sueldos, retiros y pensiones.

La Fuerza Aérea no tiene aviones, los barcos de la Armada se hunden solos, el Ejército no tiene armas ni municiones. Es decir el Estado ha renunciado a su misión esencial de defender su territorio.

Mientras tanto Gran Bretaña ha decidido denominar con el nombre de Reina Isabel II a un millón de kilómetros cuadrados de la Antártida, que reclama para sí, y están superpuestos con los nuestros. Hace unas semanas ha ensayado lanzamientos de misiles de largo alcance desde sus barcos en las Malvinas. La Argentina lleva cinco años reparando su rompehielos Irízar y ha demorado y reducido la campaña antártica por falta de pago al buque contratado.

Sencillamente somos una Nación desarmada, marchando incluso a contramano de la inmensa mayoría de nuestros países vecinos, sostengan éstos las ideologías que sostengan, ya que, por citar algunos casos, tanto Venezuela como Brasil o Chile han decido fortalecer sus respectivas fuerzas armadas.

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