Osadía de Crear, ese es el nombre del restaurante de la bodega Dominio del Plata de la enóloga Susana Balbo.
La denominación no sorprende más bien resulta autorreferencial de la mujer que allá por los años 80 cuando el arte de hacer vinos era tarea casi exclusiva de hombres, irrumpió en escena dando que hablar. Hoy sus vinos son famosos en el orbe, el 98% de su producción se exporta a más de 20 países.
Una buena oportunidad para probar esos caldos es llegar al restaurante emplazado en la casa vitícola que también fuera vivienda de Susana. Allí José Cacciavillani se esmera en maridar su cocina –mediterránea –argentina- como le gusta calificarla, con los delirios que desatan las copas.
Un cuadro de Roggerone a la izquierda obliga a desviar la mirada por unos instantes, luego el estilo moderno pero muy cálido del lugar sitúa al visitante en lo que los ideólogos del restó soñaron: un ambiente para el disfrute en torno a las mesas o en el living. Y si el solcito mendocino lo permite, la galería es otro excelente sitio para degustar Osadía. La maravillosa vista a los Andes por encima de las viñas, el marco perfecto para la cocina fusión que ensambla creatividad, buen gusto y mucho corazón, según el chef, quien asegura que una cocina sin amor, no es más que un simple plato de alimento.
El trayecto que lo llevó a combinar técnicas de gastronomía internacional con productos regionales resaltando la cultura y las costumbres argentas resultan identificables en cada plato. En las entradas por ejemplo, sopa de lentejas con huevo mollet crocante ($ 42) un acierto que desveló al chef, pero valió la pena. Otras opciones: Dumplings de morcilla y membrillo acompañado de hojas verdes ($ 45) o fondue de camembert con vegetales, chorizo Frankfurt y frutas frescas ( $ 100 para 2).
Para los principales en la nueva carta de temporada se abre el abanico creativo para abarcar los gustos de foráneos y mendocinos. Bife de chorizo con cebollas coloradas, hongos salteados y papas rotas ($ 110); costillas de cordero braseadas servidas con ratatouille, ($ 115); trucha con puré de calabaza y ajos asados ( $ 90). Mención especial merece el rissotto de hongos y puerros donde la habilidad del cocinero y la materia prima hacen la diferencia ($ 90). Vale aclarar que los dos últimos son libres de gluten, la cocina de Caciavillani está preparada para elaborar platos para celíacos, un detalle no menor en Mendoza.
La visión del queso y el dulce ($ 45) o el creme brulée de dulce de leche, ( $ 38) los recomendados para el final.
Pero aquí no termina la cosa, al registrar la carta del Deli encontrará frescas ensaladas, tablas de chacinados, encurtidos y quesos y sandwiches ideales para almuerzos livianos y relajados o para los pic nics que también son alternativa por aquí. Entre los destacados el de crudo, brie, cebollas caramelizadas en pan de campo con pesto de tomates secos ($ 60) o el de milanesa apanada en 5 cereales con morrones asados ($ 60), resultan un guiño súper argentino que no debe faltar en ninguna propuesta gastronómica, y ellos lo saben. Y siguiendo con esta tendencia para el postre ¡chocotorta! ($ 38).
Los comensales pueden optar por los menúes de 3 pasos y cafetería maridándolos con 2 copas de alguna de las distintas líneas de vino las tarifas van desde $ 175 a $ 280.
Cualquiera sea la elección, no deje de probar algún Torrontés de la casa, Balbo se especializó en la cepa en sus primeros años de profesión y no dejó el amor por ella.