La posibilidad de darle órdenes a una máquina, a un robot, eran cuestiones de la ciencia ficción literaria, televisiva y cinematográfica. Hay que ir a libros como “Yo, robot”, de Isaac Asimov o producciones como Star Trek, Star Wars o Blade Runner para contemplar la interacción entre máquinas y seres humanos de forma fluida y natural.
Sin embargo, el 30 de noviembre de 2022 ocurrió algo particularmente significativo en el devenir de la tecnología y la humanidad. Ese día la empresa OpenAI puso a la alcance de cualquier simple mortal una herramienta de inteligencia artificial (IA) generativa y ese fue el puntapié de una revolución que 12 meses después intentamos comprender.
Se trata de ChatGPT, una plataforma que se caracteriza por absorber el contenido de internet y ponerlo a disposición de los usuarios, a través de un chat en el que el interesado dialoga en lenguaje natural con la máquina. De esa conversación se obtienen todo tipo de respuestas sacadas del conocimiento presente en la web.
El impacto fue tan grande que la popularidad de la herramienta generó 30 millones de usuarios y 5 millones de visitas diarias en cuestión de dos meses sobre la página que contiene a la herramienta.
Los usos de ChatGPT que obligan a redefiniciones de todo tipo
Según lo destacan distintos analistas, quienes recurren a ChatGPT lo hacen con múltiples intereses, desde crear poemas hasta hacer trámites burocráticos. Ya son mundialmente famosos los casos en los que un abogado armó su defensa durante un juicio en Estados Unidos a partir de esta IA, o legisladores argumentando sus debates a partir de la aplicación. También hay cientos de casos de estudiantes que recurrieron –y recurren- a este chat no solo para obtener información sino para resolver –y que le resuelvan- tareas, evaluaciones y demás exigencias académicas.
La posición de OpenAI se ha visto reforzada por un acuerdo con el gigante Microsoft, que ha invertido 13.000 millones de dólares para el desarrollo de su tecnología y la ha aprovechado en su propio chatbot, Bing, que busca ser un asistente de IA presente en todas las herramientas de la compañía.
Numerosas empresas usan hoy ChatGPT, como la aplicación para aprender idiomas Duolingo, el programa de mensajería instantánea Slack, la plataforma de alojamiento Airbnb y la multinacional de refrescos Coca-Cola.
Los escándalos y temores por ChatGPT en su primer año de vida
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, se ubicó en el centro de las miradas luego de que se desatara una feroz tormenta en torno a él dentro de OpenAI. Hace una semana, Altman fue despedido de la compañía luego de una filtración a la agencia de noticia Reuters que hablaba sobre un gran riesgo que comenzaba a crecer puertas adentro de la empresa y que amenazaba a toda la humanidad.
Es que dicha fuente relató la existencia de una carta que investigadores internos hicieron llegar a las máximas autoridades de OpenAI para que tomaran conocimiento sobre el peligro que crecía en torno al desarrollo de la IA generativa. Es que habían descubierto que dicha IA había podido resolver cálculos matemáticos, proceso que está reservado al ser humano ya que solo hay un resultado posible en dichas operaciones y no existe la posibilidad de probar y aprender, tal como ocurre con la IA. Ese proyecto fue conocido como Q*.
Esa presunta advertencia derivó en el despido de Altman, uno de los principales promotores de la evolución de la inteligencia artificial más allá de nuestra comprensión. Sin embargo, horas después de ser echado tuvieron que reincorporarlo por, dejando patente la lucha de poder en torno a la empresa y su tecnología, y revelando su alianza férrea con Microsoft.
Algunos trabajadores creen que Q* podría impulsar una “innovación” en la carrera hacia la Inteligencia Artificial General (AGI, en inglés), meta última, definida como un sistema capaz de llevar a cabo cualquier tarea intelectual al alcance de los humanos.
Ha trascendido también que el despido de Altman se produjo tras su intervención en Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), donde dijo que OpenAI había logrado “traspasar el velo de la ignorancia y acercar la frontera del descubrimiento”.
ChatGPT y los cambios en el mundo laboral
Según lo menciona el portal DW, es probable que el chatbot tenga uno de los efectos más directos en el mundo laboral. El banco de inversión Goldman Sachs estimó que hasta 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo podrían ser automatizados por la IA, como ChatGPT. Y esta vez puede que no sean los llamados empleos básicos los que se vean afectados, sino sobre todo los trabajos académicos de oficina y las profesiones creativas.
Lo que en un principio parecen malas noticias, quizá no sean tan dramáticas, a segunda vista. “Aunque es probable que el impacto de la IA en el mercado laboral sea significativo, la mayoría de los empleos e industrias sólo se ven parcialmente afectados por la automatización y, por tanto, es más probable que sean complementados que sustituidos por la IA”, explican los autores del estudio.
Los debates en torno a ChatGPT y su impacto en la sociedad
Tanto en la ONU, como legisladores de Estados Unidos y Europa han hecho foco sobre las consecuencias negativas de la IA. En el Reino Unido se debatió durante noviembre de este año el problema y se subrayó la necesidad de supervisión a través de distintos mecanismos que aseguren su gobernanza con principios universales.
Sin embargo, la velocidad de los cambios que traen tanto ChatGPT como el resto de las IA hacen crujir a las instituciones y demandan respuestas rápidas que no siempre llegan a tiempo.