Es muy probable que la mayoría de los que lean este artículo lo hagan a través de un teléfono móvil. No es una sensación, es una presunción que surge de las estadísticas. En promedio, el 80% de los lectores de diarios online lo hace a través del smartphone y el resto en una computadora. Claro, no es comparable al placer de la lectura de la versión impresa pero ese es otro tema.
No hay noticia en decir que nuestra vida gira alrededor de los celulares ni aportamos nada nuevo al hablar del tiempo que nos consume. Sin embargo, el impacto cultural, social y económico que representan aún brinda datos muy interesantes.
Celulares cada vez más caros
Un estudio revela que los smartphones cada vez son más costosos para el consumidor. Concretamente 75% más que hace cinco años.
En Argentina parece una obviedad que cualquier objeto de consumo será más caro de un año para el otro, pero el análisis realizado por Idealo.es, un sitio español especializado en comparación de precios, revela que este aumento progresivo se dio en economías más estables que la nuestra.
Las razones radican en las innovaciones que suman y el costo para alcanzarlas. Conexión 5G, Inteligencia Artificial, procesadores ultraveloces o cámaras altamente sofisticadas no son elementos baratos. También sumaron opciones que antes no existían, como el reconocimiento facial y dactilar o pantallas plegables.
En estos casi 15 años de smartphones no sólo creció desmesuradamente el precio, también subió la compra. El estudio revela que en 2016 se incrementó 244% la demanda para renovar o adquirir un smartphone nuevo.
Apple en 2017 decidió romper el límite de los mil dólares por un iPhone y desde entonces otras marcas siguieron ese camino para la alta gama. Pero el precio excesivo tuvo un costado “positivo”: se multiplicaron las opciones de gama media y los fabricantes lanzan hasta cuatro modelos distintos por año.
También se diversifica el mercado con el crecimiento de nuevas marcas. Nombres como Xiaomi o Huawei pasaron a ser tan familiares como Motorola, LG o Samsung.
Y hablando de marcas, algunas se volvieron favoritas a nivel global. El estudio revela que Samsung, Apple y Xiaomi fueron las más elegidas.
La complejidad argentina
En Argentina la tendencia es similar, excepto con Apple. Los costos e impuestos de importación excluyen al iPhone de cualquier concepto de “popularidad”. Las otras grandes marcas, en cambio, gozan de fanáticos locales a pesar de los altos precios. Si el costo de fabricación de un smartphone se fue encareciendo, las empresas debieron además adaptarse a la variabilidad nacional.
Importación de piezas, ensamblaje nacional y subsidios ayudan a que el mercado tecnológico nacional se renueve, aunque, claro, no al ritmo global.
Sin embargo, la opción de pago en cuotas, ofertas especiales o adquisición de segunda mano hacen que el smartphone siga firme, abarcando cada vez más población.
Según el sitio Estatista.com, en el país hay 32 millones de celulares, lo que es equivalente al 72% de los argentinos, aproximadamente.
Un smartphone de alta gama en Argentina cuesta entre 100 mil y 120 mil pesos, lo que parece un exceso en comparación a otros productos. Pero a pesar de su elevado precio deja de sonar descabellado cuando se lo analiza como una inversión. Pocos lo consideran un elemento de lujo y lo ven más como una herramienta de trabajo con gran valor de reventa.
Aunque la alta gama no es para todos, el mercado nacional tiene múltiples teléfonos de entre 20 mil y 80 mil pesos que hacen que muchos inviertan en renovar para estar actualizados.
Seguridad bajo amenaza
Garantizar seguridad es el otro punto flojo de los smartphones actuales y lo que más esfuerzo y tiempo consume en los fabricantes.
Sentirse espiado dejó de ser una sensación y pasó a ser una realidad que las apps disimulan cada vez menos.
El revuelo causado por WhatsApp al anunciar que empezaría a compartir datos con Facebook y el que no estuviera de acuerdo no podría usar la app, sacudió a los usuarios. Tal es así que el mensajero decidió posponer su nueva política de privacidad y se comprometió a revisarla. Sin embargo, la esencia no cambiará y los datos compartidos serán una realidad.
La recopilación de datos de un usuario es un recurso muy valioso para las empresas. No sólo sirve para orientar publicidad sino también para saber qué hacemos cuando utilizamos un smartphone.
Información es poder y en el mundo digital es un arma de doble filo. Mientras más datos de nuestro uso y conducta se recopilan, mucho más preciso será el funcionamiento de un teléfono, una app o un servicio. Pero al tiempo seremos prisioneros de una empresa que maneja nuestros datos sin control.
Un estudio reciente del investigador Douglas Leith, de Trinity College de Irlanda, reveló que los sistemas operativos móviles de Google y Apple -que dominan casi el 100% de los smartphones- están enviando información constantemente a sus servidores.
Para su estudio tomó celulares propios de cada marca- un Pixel 2 de Google y un iPhone 8 de Apple- y descubrió que apenas se sacan de la caja y se encienden comienzan a recopilar datos, en promedio, cada 4,5 minutos.
Los datos se corresponden al número IMEI, el número de serie del dispositivo y el IMSI -permite su identificación en redes GSM y UMTS- de la tarjeta SIM y el número de teléfono. Luego comparten la telemetría, la geolocalización, las ‘cookies’, la dirección IP y la dirección Mac.
Fuera de los datos en común, el estudio reveló que “Google recoge 20 veces más datos del dispositivo que Apple”. Durante 2020 y sólo en Estados Unidos, Apple recopiló 5,8GB de datos cada 12 horas, mientras que Google juntó 1,3TB en el mismo periodo.
En reposo, los equipos de Apple se conectan al servidor en promedio cada 264 segundos, mientras que los equipos de Google lo hacen cada 255 segundos.
Tanto Apple como Google se han defendido. En declaraciones al portal Ars Technica dijeron que recopilar datos ayuda a mantener la seguridad, a detectar fallas y mantenerlo actualizado al asociar un usuario con un equipo específico.
Del otro lado estamos los usuarios, dependientes de la utilidad del smartphone y aprendiendo a diario a ser responsable de nuestra privacidad digital.
Reforzando teléfonos
Mientras Apple y Google recopilan información para garantizar seguridad y privacidad, se han puesto en pie de guerra contra las apps que acumulan datos sin consentimiento.
Apple ha empezado a rechazar apps que incluyen ‘Adjust SDK’, un conjunto de herramientas que permiten acceder al número de teléfono, modelo, IP y otros datos considerados la “huella digital” del móvil.
En tanto Google restringirá a los desarrolladores el acceso al listado de ‘apps’ que el usuario tiene instaladas en su teléfono móvil, una medida que entrará en vigor el próximo 5 de mayo, como parte de la limitación de los permisos considerados sensibles o de alto riesgo.