En el año más particular que muchos hemos vivido, la tecnología ha dado muchas satisfacciones y también algunas amarguras. Sin entrar en las particularidades nacionales - como la escalada de precios, el retraso en la actualización de productos o la limitación en las conexiones - elegimos tres cosas buenas y tres malas que la tecnología nos ha dado en pandemia.
Lo mejor
Videollamadas
Esta es la mejor prueba sobre cómo una tecnología ya existente alcanza nuevos niveles. Desde el pionero Skype hasta las videollamadas de WhatsApp, no había nada que no conociéramos. Sin embargo un jugador casi desconocido irrumpió y cambió el panorama: Zoom.
La aplicación se presentó como la mejor solución para verse con amigos, compañeros de trabajo o familia cuando las pandemia nos separó físicamente. Su facilidad para hacer una videollamada y grabarla la hizo rápidamente popular. Claro, a veces falla o se hacen papelones por no saber mutear el audio o apagar la cámara, pero fueron males menores en relación a sus beneficios.
También sacudió a la competencia como Google Meet o Microsoft Teams y ayudó a impulsar otros servicios menos conocidos pero igualmente efectivos como Jitsi.
Brilló en la emergencia pero ahora es probable que no haya vuelta atrás, incluso cuando acabe la pandemia. La inversión realizada y la comodidad para resolver encuentros le darán vida a las videollamadas, incluso cuando ya sea posible viajar y verse cara a cara.
Servicios online
¿Cómo habría impactado esta pandemia hace 10 años? Esa es la pregunta que trae alivio al ver las conexiones y servicios en la nube con los que contamos hoy y que no estaban hace una década. Así como destacamos las videollamadas, otros desarrollos fueron esenciales y cumplieron - con mayor o menor éxito- con la exigencia.
¿Debemos tener mejor conexión a internet o tecnología más adecuada? Claro que sí, pero incluso con lo precario estamos mejor que hace unos años donde internet era más limitado y su velocidad, mucho menor. En un mundo sin 4G y sin conexión hogareña, el teletrabajo y la educación a distancia habrían sido mucho más deficientes.
Hay que ser conscientes de que ningún producto o desarrollo suple a la presencialidad pero fue posible conectarse y trabajar, estudiar, ver un recital o una charla de expertos. No deseamos que esas actividades sigan así pero es ver el vaso medio lleno en un mundo que se paralizó y que sigue bajo la amenaza de apagón
Entretenimiento
Estar encerrados en casa generó nuevos descubrimientos o selló la relación con algunos servicios así videojuegos, streaming y redes sociales llenaron nuestro espacio de ocio.
Netflix era el rey de las plataformas pero su corona la disputan ahora Disney+, Amazon Prime Video, HBO Go, Starz, Mubi o Acorn TV, los servicios que el encierro nos hizo conocer y querer.
Y hablando de querer, quedó demostrado que el amor por los videojuegos. Las descargas se multiplicaron y el furor en ventas de PS5 y Xbox Series X, con calidad y capacidad inédita, demuestra que este entretenimiento es a prueba de escépticos.
El aislamiento también terminó de consolidar a TikTok entre las redes sociales más populares. Explotó los challenge de bailes, bromas y efectos de cámara para desplegar creatividad sin salir de casa. También amplió su rango generacional y dejó de ser exclusiva para adolescentes. Muchos hicieron el ridículo pero otros lograron viralidad gracias a su talento, que es la meta ideal en unas redes cargadas de desinformación y haters.
Lo peor
Aplicaciones para detectar y prevenir Covid
Así como la pandemia obligó a las empresas a improvisar formas de seguir con trabajadores a distancia, las compañías tecnológicas y los gobiernos tuvieron que unirse y lanzar en tiempo récord aplicaciones para dar algo de certeza sobre el coronavirus. Sin embargo, ningún desarrollo logró ser efectivo ni popular.
Los gigantes como Apple y Google anunciaron al inicio de la pandemia una alianza para desarrollar una API conjunta que serviría para que los desarrolladores armaran aplicaciones que ayuden a prevenir la enfermedad, a detectarla o saber donde está más esparcida. Era una épica tecnológica sin precedentes pero ninguna app logró popularidad ni efectividad. Los gobiernos lanzaron aplicaciones propias que la mayoría de la gente sintió más como una vigilancia estatal que como una herramienta sanitaria.
En algunos países los mapas y radares Covid comenzaron a funcionar pero en Argentina brillan por su ausencia. Además los constantes cambios en la información sobre la enfermedad tampoco contribuyeron y aún seguimos esperando un desarrollo que sea algo más que un folleto con información sobre cómo detectar síntomas.
Desinformación y odio en las redes
Como si los cuestionamientos a las redes sociales no fueran ya suficientes, llegó el 2020 y todo fue a peor. Las compañías detrás de ellas han logrado sumarles funciones sin precedentes y captar más usuarios que nunca pero no logran controlar lo peor que circulan en ellas: desinformación y mensajes de odio.
De Twitter a Facebook y de Instagram a TikTok, entre todas suman millones de seguidores que a diario desafían sus políticas -muchas veces sin darse cuenta- y comparten información falsa, especialmente sobre el coronavirus, que ha puesto la salud en riesgo y no sólo por la enfermedad.
Teorías conspirativas surgen allí a diario y algunas muy delirantes como fomentar la ingestión de dióxido de cloro, decir que las vacunas producen esterilidad o asegurar que los barbijos pueden provocar más enfermedades han crecido sin control. Ojalá fueran las únicas pero son solo algunas de las muchas informaciones falsas que han circulado por las redes y que ninguna inteligencia artificial ni persona mediando en redes ha podido frenar.
Gratis pero...
Finalmente la gran decepción tecnológica del año ha sido el anuncio de Google que le pone límite a sus servicios gratuitos. Sabíamos que la generosidad con la que habían lanzado un sinfín de servicios tenía como precio un acceso irrestricto a nuestra privacidad pero se compensaba con grandes y útiles herramientas. Sin embargo, el bajo límite que ha puesto Google a la gratuidad hace sentir el cambio más como un chantaje que una oportunidad de mejorar sus servicios a través del pago.
Mapas, almacenamiento de fotos, correo, nube personal y el mejor buscador son casi un monopolio de Google. Y justamente allí ha puesto el ojo el gobierno de EEUU que ahora cuestiona que el poder dominante de los servicios online esté en manos de unas pocas empresas. No solo apuntan contra Google, sino que incluyen además a Apple, Amazon y Facebook. Entre estas cuatro compañía acaparan el dominio de lo que más utilizamos en los celulares y eso genera preocupación, real y fingida, por parte de organizaciones, gobierno y otras empresas.