Nos encontramos en un año electoral y por ese motivo también pueden aceptarse ciertos artilugios de campaña en la intención de algún candidato o sector de llevar agua hacia su molino. Si bien es cierto que a lo largo de más de tres décadas de gobiernos democráticos la ciudadanía ha madurado lo suficiente como para advertir cuando los futuros candidatos no dicen la verdad, no es menos real que gran parte de las campañas electorales están basadas en propuestas muy difíciles de implementar o también de encuestas de escasa credibilidad. Pese a los aspectos señalados, los jefes de campañas suelen insistir con los planteos, en la intención de alcanzar, aunque sea en parte, los objetivos buscados.
Si nos atenemos a los hechos, podría señalarse que tanto el oficialismo como el kirchnerismo están embarcados en impulsar una polarización, en la intención de no dejar espacios a lo que algunos consideran la "avenida del medio" a través de la cual podría incursionar un tercer espacio político. De allí que los planteos se centren especialmente en discusiones entre quienes defienden la actual gestión gubernamental, recurriendo muchas veces a la denominada "herencia recibida", frente al posiciones más duras por parte de quienes se encolumnan detrás de la ex presidenta. Es aceptable que ello suceda porque constituyen parte de las reglas de juego de la democracia, aún a pesar de que en varias de las oportunidades los planteos continúan ampliando, o al menos manteniendo, la "grieta" política que se abrió durante los últimos años en el país.
Sin embargo, persisten algunos aspectos por lo menos cuestionables en la actitud asumida por algunos de los dirigentes. Y el mejor ejemplo podríamos tomarlo de lo ocurrido con la gira que la ex presidenta de la Nación emprendió por Europa. Porque en sus declaraciones públicas dejó aspectos a considerar y el primero de ellos pasa por la crítica que formuló hacia la situación del país, al indicar que "la situación económica y social cada día se agrava más, en perjuicio de las grandes mayorías del pueblo argentino", para agregar luego que a ese aspecto debe sumarse el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, "dictado con el voto definitorio de los dos jueces que ingresaron en el año 2016 por iniciativa del actual gobierno".
Los aspectos señalados son parte de la misiva que Cristina Fernández de Kirchner envió al presidente de "The Oxford Union" para explicar por qué adelantó su retorno a la Argentina y no irá al Reino Unido. No es bueno que una persona y mucho menos una ex presidenta hable mal de lo que sucede en su país porque pone en duda la posibilidad de inversiones por parte de aquellos capitales que, para instalarse, necesitan que un país tenga tranquilidad social y seguridad jurídica.
En la misma misiva, la ex presidenta deja entrever una llamativa falta de humildad, al indicar que posponía el viaje a Gran Bretaña, porque "en mi país han ocurrido hechos de suma gravedad, que requieren mi presencia en la Argentina", mientras dos días después, en Bélgica, aseguró que la Justicia argentina "está totalmente alineada con el Ejecutivo” (que conduce Mauricio Macri), olvidando, quizás en un lapsus, que durante su gestión hubo avances sobre el Poder Judicial (como lo constituyó la famosa Justicia Legítima) y designaciones discutibles, como sucedió con la jefa de los fiscales.
En sus planteos pre eleccionarios, los dirigentes deben guardar la suficiente responsabilidad que les permita alcanzar los objetivos buscados sin lesionar lo que ellos dicen defender.