Con el fútbol parado y a punto de llegar a los tres meses de aislamiento, donde recién la economía intenta restablecerse abriéndose los comercios, muchos de los jugadores de nuestro medio se ven muy afectados económicamente. Ni qué decir si los clubes que la están sufriendo también y les deben sueldos o se retrasan en el pago de los mismos.
No todos pueden realizar otro trabajo por hobby o a actuar con solidaridad, para ayudar a otros que sufren por la cuarentena. Muchos -o mejor dicho, la mayoría- deben salir a trabajar por la comida propia del día.
Fue noticia hace un tiempo atrás que el Kun Agüero, quien gana millones jugando en la Premier League, daría clases de español para los televidentes menores de 14 años, en la BBC de Londres. Doble trabajo -futbolista profesional y profesor-, con un principio para ayudar.
Pero en estos lares, la cosa es diferente. Lejos están los jugadores de los torneos de ascenso en la Argentina tomar ese modelo como espejo. Y puntualmente en Mendoza es muy distinto en referencia al ingreso del ex Independiente. No hay punto de comparación.
Esta pandemia afectó muchísimo al fútbol masculino profesional, sin dudas. De allí la desesperación de los clubes de AFA que intentan evitar las deudas, lograr subsidios y realizan planes de pago para los sueldos de los jugadores. Incluso, se presentaron casos en la Primera en que los futbolistas donaron parte de sus ingresos para poder pagarles a los empleados del club al que representan.
Escarbando un poco más en lo regional, acá en el fútbol mendocino, la situación empeora. No todos los jugadores cuentan con un trabajo como personal de planta. Y peor aún cuando se tratan de aquellos incorporados o refuerzos llegados a la provincias a principio de año para jugar en un club. Están varados totalmente en un laberinto sin salida.
Párrafo aparte para aclarar que en esta situación no se da esta problemática en el fútbol femenino, por la sencilla razón de que en Mendoza nunca llegó el profesionalismo y las chicas, siempre debieron contar con trabajos para poder vivir.
Volviendo a la situación puntual del masculino en los clubes de Mendoza, pocos son los que pudieron rebuscárselas, a la espera de que se reanude la actividad en las canchas.
Mauro Visaguirre, defensor del Deportivo Maipú, se vio obligado a buscar un trabajo y más aún cuando se le está por cumplir el contrato (30 de junio). Por suerte lo consiguió en la empresa de su hermano y ahora reparte chips de celulares.
Otros caso es el del defensor de la Lepra Luciano Sánchez, quien vende alimentos para mascotas. Mientras que los jugadores de Fadep, Pablo Dellarole y Mauricio Lobarbo, tiene empleo en un depósito de bebidas.
Pero no todos corren con la misma suerte: el defensor de Huracán Las Heras, Claudio Ulloa, que ya dejó varios curriculum para conseguir trabajo, aún no lo obtiene.
Muchos especulan con la fecha límite de sus contratos, pensando en llegar a fin de año, pero la mayoría tienen cierre en junio. Y la ansiedad y desesperación comienza a invadir a los futbolistas, de los cuales muchos tienen familia.
La pandemia aprieta fuerte cada día que pasa y los jugadores intentan sobrellevarla como mejor pueden, con paciencia, hasta que se les cumplan el deseo inmediato: que vuelva el fútbol.
El tiempo corre y la AFA analiza protocolos para que se reanude el fútbol, en lo posible, con público. Mientras, se apuesta a las cuotas de los socios para sostener el ingreso mínimo. No hay subsidios del gobierno (claramente porque la situación general del país a nivel social se enfoca a la salud, bienestar social y económico). Por lo que, por el momento, la única alternativa es el ‘puchero’ que reciben y aguantarse hasta que se confirme una fecha de reinicio.