El arquero uruguayo pidió disculpas por su falla en la jugada que derivó en el segundo gol de Francia. Sin embargo, dejó un mensaje optimista: “Si veo todo lo que he logrado con esta selección, me siento más orgulloso que defraudado”.
Fernando Muslera quedó marcado como la cara de la derrota de Uruguay en los cuartos de final del Mundial de Rusia 2018 ante Francia. El arquero cometió un grosero error que derivó en el segundo gol del conjunto galo y que sepultó las ilusiones del elenco Charrúa en el certamen.
“Estoy caliente, como todos. Este momento de calentura no me lo va a sacar nadie”, dijo Muslera una vez finalizado el encuentro. “Mi error hundió las esperanzas”, se lamentó.
En ese sentido, reveló: “Recién charlaba con mi representante y a veces es difícil encontrar por qué a mí. Pero, si miro para otro lado, veo todo lo que he logrado con esta selección y me siento más orgulloso que defraudado”.
El jugador del Galatasaray de Turquía pidió disculpas a sus compañeros y a los hinchas, pero dejó un mensaje optimista para el futuro. “Estoy fuerte para lo que se viene”, aseguró.
“Soy un agradecido a todo lo que hace el pueblo, al sacrificio que hicieron los que vinieron acá a Rusia, los que no pudieron y se quedaron allá. Les pido disculpas. Se genera una ilusión, y de mi puesto pasa que se cometen estos errores que nos llevan a salir. Es una lástima, pero hay que seguir adelante”, sostuvo.
Para Muslera, que jugó su tercer Mundial tras las actuaciones en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, Francia “es un firme candidato para ganar la Copa”.
Finalmente, el arquero uruguayo se refirió a la continuidad de Oscar Washington Tabárez al frente del seleccionado: “El Maestro está más fuerte que nunca. Estas cosas le generan más rabia y más fuerza para seguir adelante. Seguro que sí va a seguir”, concluyó.
Del clima de fiesta en Montevideo a la tristeza infinita
Con tristeza por la eliminación y orgullo por lo realizado, los uruguayos asimilaron la eliminación. “Con haber llegado a estar entre los ocho mejores del Mundial estoy contenta”, dijo Adriana Noble, la dueña de un quiosco de venta de golosinas decorado con una gran bandera uruguaya.
Se había cumplido media hora tras el final del partido, pero Noble seguía envuelta en una bufanda celeste que decía Uruguay. Antes del partido, el clima era de euforia.
En la mañana la banda de músicos de la marina de guerra desfiló por las calles de Montevideo tocando canciones de aliento a la Celeste de varias épocas.
Las mismas canciones sonaban en centros comerciales y supermercados. En el centro comercial Costa Urbana decenas de personas se agolparon frente a los televisores de la plaza de comidas, muchas de ellas envueltas en banderas o con camisetas, bufandas, gorros, sombreros y pelucas de color celeste.
“No tengo rabia, porque nos ganaron bien”, dijo Carlos Lorenzo, chofer de colectivo, que todavía no había quitado la bandera de Uruguay de su ómnibus.
En los minutos previos al inicio del partido lejos de reinar el bullicio reinaba el silencio. La mayoría de los presentes estaba ensimismada, como los guerreros antes de una batalla.
