Los datos son claros: los ingresos de la música grabada entre los años 2015 y 2016 registraron en nuestro país una caída promedio del 11,7%. Al menos así lo demuestra un reciente relevamiento de la Universidad Nacional de Avellaneda, con fecha de noviembre del año pasado.
El informe, que lleva el título de “Situación de las industrias culturales argentinas en el período 2014/17” y que fue difundido por el Centro Universitario de las Industrias Culturales (CUICA) de esa casa de altos estudios, nos mapea una cuestión muchas veces discutida: la crisis de la industria musical, un tema que no es nuevo pero que merece ser seguido de cerca.
La investigación, que en el apartado sobre la música lleva las firmas de Diego Zapico y Javier Tenenbaum, arroja algunas luces. Para empezar, divide el panorama en dos partes: la música grabada (sellos discográficos, productores, distribuidoras, tiendas minoristas de venta, plataformas digitales) y la música en vivo (salas de conciertos y espacios de música en general, managers, agencias y teatros), aunque también influyen periféricamente otros sectores.
El sector principal
Pero el primer subsector es, como afirman los autores, el más importante dentro de la industria. A causa de esa importancia es que es tan dramático el cambio que viene soportando la industria en los últimos años, y en el que todavía no termina de asentarse.
De hecho, los ingresos aquí vienen principalmente de la venta de productos físicos (CD y vinilos, por ejemplo) y de la venta digital (descargas y streaming, principalmente).
“La tercera fuente de ingresos (no transaccional) del sector de la música grabada tiene que ver con los derechos por licenciamiento: comunicación al público o a través de sincronizaciones”, agregaron los autores.
Merma la compra del disco físico
El mal diagnóstico con el que empezamos esta nota se deduce de la caída del 31% en las ventas del producto físico (que es la más acentuada de los últimos años), del modesto crecimiento de ventas digitales (un 6,4% por debajo del salto que había dado en los años anteriores) y de la baja del 8,4% de recaudación bruta DCP y del 31,4 de sincronizaciones.
El caso del vinilo es especial, puesto que aunque continuó con una tendencia alcista, desaceleró el ritmo, si es que lo comparamos con el boom de los años anteriores.
Recordemos: entre 2014 y 2015, el crecimiento del vinilo se había multiplicado por 10 en valores constantes. Esto fomentó que se crearan dos fábricas de vinilos en la Argentina en 2016 (y recordemos que Sony anunció el año pasado que volvería a producirlos, después de haberlos discontinuado en 1989).
“Es interesante constatar que la caída en la venta de producto físico durante 2016 deja la participación de estos formatos aún por debajo de la media internacional (27% contra el 34%) pese a que la Argentina históricamente había estado entre los países con más presencia de este formato a nivel global”, agregaron.
Pero la venta de productos físicos sigue cayendo, y es algo realmente dramático si tenemos en cuenta que solamente en la Ciudad de Buenos Aires los empleos directos e indirectos que generaba el sector en 2011 llegaban a los 2.400 en toda la cadena, según un estudio del Observatorio de Industrias Culturales de CABA.
Un dato que destaca es que entre los álbumes más consumidos en la Argentina, aparecen muchos artistas nacionales.
Tensión en la industria
Es interesante reconocer la tensión que hay entre lo más escuchado (consumido) en productos físicos y en medios digitales. Según este informe coyuntural, en el primer caso hay una fuerte presencia de repertorio local en los rankings, mientras que en el segundo la mayor parte se la llevan los artistas internacionales latinos.
Por poner un ejemplo: en el ranking de CAPIF de 2015, de los cinco álbumes más vendidos, tres eran de artistas nacionales. A saber: Abel Pintos, Esperanza mía y Gustavo Cerati. En 2016, la presencia de locales en los vendidos de forma física fue del 46%, es decir, casi la mitad.
En el circuito de comercialización digital (donde el streaming ocupa el 90% del tráfico) la mayor presencia es de artistas “internacionales”, principalmente latinos.
“Si bien estos rankings son muy dinámicos y cambiantes, en general en ellos no aparecen artistas argentinos en los primeros puestos de escucha”, aclara el informe. Dentro de este tipo de rankings, no suele haber artistas argentinos”, explicaron.
Pero se suma otra cara más: el hecho de que las plataformas más populares, como YouTube, Spotify, Vevo y Apple Music son empresas internacionales, “con escasa presencia e interacción comercial en nuestro país”.
Es decir: aunque el consumo crezca en estos servicios (que parece ser la tendencia irreversible), los ingresos no llegan, o lo hacen mínimamente, a la industria nacional. Las compañías disqueras locales corren, claramente, con una gran desventaja. Encontrar la forma de insertarse en un nuevo modelo de negocio parece ser el gran desafío.