El ciclo Música Clásica por los Caminos del Vino, que anualmente se desarrolla durante la Semana Santa, ha alcanzado un nivel de calidad superlativo que ha trascendido las fronteras.
Paralelamente, los beneficios se extienden en distintas vertientes en el orden provincial, partiendo desde el ingreso importante de turistas, pasando por las posibilidades que se les brindan a los músicos mendocinos, continuando con el conocimiento de las bodegas de manera individual y concluyendo con la respuesta que se le otorga también a un público mendocino amante de la música y ávido de este tipo de espectáculos.
Debemos partir de una base: gran parte del crecimiento turístico de la provincia está directamente relacionado con nuestra principal industria de base agrícola, la vitivinicultura.
Hasta no hace mucho tiempo, Mendoza era conocida por el atractivo natural que brindaba la montaña, a lo que se sumaban los aportados por la mano del hombre, como el parque General San Martín con su Cerro de la Gloria, el arbolado público y la reconocida bonhomía del mendocino para recibir a los visitantes.
En ese esquema, el Sur provincial tuvo su crecimiento individual y supo posicionarse a nivel nacional, alcanzando su propio reconocimiento en la materia.
Sin embargo, en las últimas dos décadas la industria vitivinícola tuvo un crecimiento exponencial, partiendo de la base de priorizar la calidad de los caldos que les abrieron las puertas de los mercados internacionales y que permitieron que el consumidor argentino también resultara favorecido.
A reflejo de lo que sucede en otros lugares del mundo, los bodegueros mendocinos advirtieron que se abría una nueva oportunidad, la del turismo enológico. En ese esquema, además de mejorar los vinos, los empresarios decidieron derivar ingresos también a la construcción de sectores para la captación de visitantes.
Si bien en un principio lo hicieron para fortalecer la fidelidad de los clientes, como bien lo señaló un bodeguero, poco a poco descubrieron que también se abría una importante fuente de ingresos. A modo de ejemplo se puede señalar que una bodega del Este mendocino recibe anualmente a más de 40 mil visitantes.
Más aún, en algunos casos a ese turismo enológico se sumó el del aporte del aceite de oliva, lo que abre una nueva e interesante veta tanto desde el plano turístico como en el de la diversificación económica, que permite instalar productos de calidades tan importantes como el vino.
También cabría señalar que no se trató de esfuerzos individuales, sino que hubo un trabajo en conjunto que se inició con un programa que comprendía los Caminos del Vino, para favorecer el recorrido de los turistas amantes del buen beber, que se diversificó con el rally de las bodegas y que instala, como frutilla del postre, a la Música Clásica por los Caminos del Vino, un programa implementado por el Ministerio de Cultura y que cuenta con la valiosa particularidad de que la entrada a cada uno de los eventos consiste sólo en un alimento perecedero que es derivado a distintas entidades de bien público y comedores escolares.
De ese modo, los amantes del buen vino y de la buena música pueden acceder a espectáculos de primerísimo nivel a cambio de una módica suma de dinero. También debe señalarse que los eventos cuentan con una característica especial, que les dan las cavas de las bodegas y el aroma profundo y exquisito que otorgan la molienda de la uva y los primeros pasos en la elaboración del vino.
El turismo es una de las actividades económicas que tiene una mayor y mejor distribución de los ingresos, ya que no sólo vive el hotelero y el sector gastronómico, sino que alcanza también al transporte y a la población en general.
La Música Clásica por los Caminos del Vino se ha incorporado al calendario turístico provincial y también en este caso los beneficios se distribuyen tanto entre los mendocinos amantes de la música como en los cientos de músicos que, con esta iniciativa, encuentran las puertas abiertas para desplegar sus cualidades.
