Museos al aire libre

Sacamos la creatividad a la calle y cambiamos las paredes de museos y centros de interpretación por jardines, espacios naturales y paisajes de película. Sol y viento en lugar de luces y climatizadores, y un buen número de propuestas para disfrutar.

Museos al aire libre
Museos al aire libre

El Machu Picchu (Perú), esta magistral obra de ingeniería –que reservaba el terreno llano para el cultivo y proyectaba las viviendas en laderas– no es una excepción del imperio inca, pero sí la más famosa y mejor conservada. Después de pagar el elevado precio de la entrada y de tomar un mate de coca para superar el mal de altura, dedicate a disfrutar esta ciudad perdida, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pasea por sus calles, admira el majestuoso paisaje y llévate el pasaporte: a la salida te ponen un sello que demuestra tu visita a este imponente escenario.

Más de 3 millones de personas vienen cada año a las pirámides de Guiza, la única de las siete maravillas del mundo antiguo que sigue en pie. La pirámide de Jufu (o Keops, como se le conoce) es la más visitada de este colosal triángulo que se completa con las de Kefrén y Menkuara y, con la Gran Esfinge, siempre vigilante.

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La meseta, a media hora de El Cairo, es el lugar idóneo para tu bautizo turístico en el Antiguo Egipto. Aquí también disfrutarás de tu primer paseo en camello y, si vienes por la noche, de un inolvidable espectáculo de luz y sonido.

Lo verás en las postales, folletos de oficinas de turismo, tiendas de souvenirs… En Oslo, todos los caminos parecen terminar en las formidables esculturas del parque de Vigeland. Lo encontrarás al oeste del centro de la capital noruega, dentro del Frognerparken; pero, en julio, cuando las temperaturas alcanzan el máximo y marcan 21ºC, sólo tienes que seguir a las familias y grupos de jóvenes para encontrar las 32 has. de este espacio verde.

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Entre picnic y barbacoas, disfruta de las figuras humanas de tamaño natural que creó el noruego Gustav Vigeland por encargo del Ayuntamiento; en especial, Livshjulet (La Rueda de la Vida) y Monolitten (Monolito): un bloque de granito de 14 m compuesto por 121 figuras desnudas entrelazadas.

En plena Capadocia encontrarás el Parque Nacional de Göreme, un museo al aire libre catalogado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Te sorprenderán las iglesias que los cristianos excavaron en las rocas, algunas de hasta cuatro pisos y muy bellamente decoradas. Y, en el exterior, te encantará este mágico paisaje de la Anatolia Central.

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Dedícale tiempo y tómalo con calma: la afluencia de turistas es alta y el tiempo para ver cada monumento, muy estricto.

El primero de los museos nipones al aire libre, el Hakone Open-Air Museum, abrió en 1969 en un área cercana a Tokio y famosa por sus aguas termales. En sus más de 700 m2, este original espacio muestras obras de artistas modernos, como Rodin, Miró, Giacometti, Renoir y Brancusi, a las que hay que añadir 26 esculturas de Henry Moore y cerca de 300 obras de Picasso.

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Una de las instalaciones más recientes es Woods of net, un pabellón de madera en cuyo interior los niños pueden trepar por redes de colores. No te pierdas el espacio dedicado al baño de pies –perfecto para recuperarte de la caminata– y, si te quieres ahorrar la entrada, recuerda: el sábado, día de las familias, el acceso es gratuito.

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