Su valor patrimonial no sólo reside en su arquitectura de casona suburbana, fiel a las tendencias de las familias de la alta sociedad mendocina del siglo 19. Adosados a sus muros y en cada espacio del gran salón adaptado para guardar obras de destacados artistas, el lugar trasciende en nuestra provincia como uno de los primeros escenarios dedicados exclusivamente al arte.
De allí la importancia de que después de 5 años de estar cerrado al público por problemas en su estructura edilicia, comience en esta semana la primera fase de recuperación del Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú - Casa de Fader (en Luján).
La segunda, que incluye su salvaguarda desde el punto de vista estético, estilístico y patrimonial con la puesta en valor de sus murales y cientos de pinturas -entre las que se incluyen las de Fernando Fader-, se concretará recién dentro de un año. Este paso será un hecho una vez que se haya concluido la totalidad de las obras de construcción con las que los especialistas buscarán hacer del extenso edificio un lugar para visitar.
La necesidad de cerrar el museo en 2012 surgió debido a que la estructura comenzó a ceder por la humedad del suelo. Los pisos comenzaron a agrietarse y los muros a colapsar, sobre todo la fachada, donde se espera realizar las primeras intervenciones esta semana. Por su valor patrimonial de conjunto histórico, se incluirá también la recuperación del museo jardín, con el cierre frontal y perimetral.
Daniel Chicahuala, secretario de Infraestructura, se refirió en este sentido a los aspectos relativos a las obras que están a cargo de la UTE Sanco Capsa. El funcionario explicó que la intervención para recuperar el edificio ubicado en el carril San Martín 3651 de Mayor Drummond costará 28 millones de pesos.
Previo a iniciar los trabajos tanto en la fachada del edificio como en los 20 metros hacia adentro, que en conjunto constituyen el sector más comprometido desde el punto de vista constructivo, el Gobierno solicitó el asesoramiento y análisis de un equipo de técnicos de la UTN Mendoza, quienes realizaron estudios profundos para conocer el comportamiento del edificio.
A partir de su diagnóstico, el equipo de profesionales determinó la existencia de fisuras menores e importantes en la estructura y humedad ascendente en sectores puntuales. La principales causas de ello fueron que el edificio se emplaza sobre suelo limoso, el aporte de humedad en el terreno y las diferentes intervenciones que se efectuaron a través de los años desde que la casona original fue construida en 1889.
Así, dentro del plan de trabajo en esta primera instancia, que se extenderá durante un año, incluye el realce de muros mediante la construcción de submuración bajo cimientos hasta alcanzar un suelo granular.
Desde el punto de vista técnico, la recuperación también prevé la reparación de todas las fisuras y grietas con relleno y la vinculación en distintos niveles de los muros y mampostería mediante perfiles. De acuerdo a la información aportada por el ministerio de Infraestructura, se realizará un refuerzo del muro de la fachada, pero también se incluirán torreones y cubierta de losas de bovedillas y se construirá una cubierta para modificar los desagües pluviales.
Dentro del plan general, en el que también cumple un rol fundamental la secretaría de Cultura, que mañana tiene previsto anunciar más detalles de este proyecto-, está estipulada la recuperación y rescate de las pinturas originales que guarda el museo. Por ahora, el Gobierno, con el asesoramiento de especialistas en patrimonio, ha llevado adelante un plan para salvaguardar las piezas y así poder iniciar las obras de construcción iniciales.
Proteger las obras
Pedro Canepuccia, experto en conservación arquitectónica y restauración del patrimonio cultural, es uno de los profesionales dedicados a la tarea de devolver a los mendocinos uno de sus museos más importantes. Explicó que el refuerzo estructural lleva implícita la necesidad de proteger las piezas de arte.
Canepuccia se refirió además al valor patrimonial que guarda el edificio donde vivió por algunos años el gran pintor Fernando Fader (1882-1935) junto a su esposa. “Se trata de un museo que guarda una historia en sí mismo, al igual que las familias que habitaron la casona y las obras que guarda”, consideró el experto y detalló que un equipo especializado en restauración y conservación de piezas artísticas -formado principalmente por profesionales locales- ha trabajado en la salvaguarda de las colecciones originales y de los murales, como así también de las reproducciones de obras del arte universal.
Emblema del arte con más de un siglo de historia
En cada rincón del Museo Fader la historia habla a través de muros, pisos, esculturas y obras que dan cuenta de la trascendencia histórica y artística del complejo ubicado a pocos minutos de la Ciudad de Mendoza. Para situarse en sus orígenes hay que remontarse a finales del siglo 19, cuando Emiliano Guiñazú, terrateniente y comerciante, compró la propiedad de más de 120 hectáreas.
A la casona original, de tipo rural, Guiñazú le otorgó un aspecto más residencial en sintonía con la burguesía de entonces. Agregó carpintería, incorporó columnas metálicas en la galería e hizo decorar los muros de los locales interiores con símil de diversos materiales y motivos ornamentales. También mandó a construir la sala de la pileta interior con mosaicos venecianos y la reja del cierre frontal.
Llegado a la provincia para hacerse cargo de una empresa hidroeléctrica en Cacheuta, Fernando Fader fue invitado por Guiñazú para pintar los murales. En ese devenir, el genial pintor se casó con su hija Adela y habitó la casona entre 1907 y 1914.
En 1940, Narcisa Araujo, viuda de Emiliano Guiñazú, donó la casas a la Provincia, con el propósito de convertirla en museo. El 15 de abril de 1945 se creó el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú y se inauguró en 1951.
Abierto al público hasta 2012, replicó las ideas museográficas del profesor Julio Suárez Marzal, reconocido pintor y primer director. Fue él quien llevó a cabo el proyecto de remodelación de la casa original y su entorno.
Uno de sus mayores aportes en este sentido fue la creación del “museo jardín”, con la incorporación del verde en los recorridos a través de un trazado al estilo francés que incluía salas de exposición al aire libre.