El muro que se levanta entre un barrio y una villa en Las Heras
trascendió a través de distintos medios provinciales y nacionales y generó polémica en la opinión pública. Pero más allá de las voces a favor y en contra, la comuna tuvo que buscar una solución para dar respuesta a un problema de fondo que va más allá de la mala convivencia que hay entre los vecinos del barrio policial Covirpol y el asentamiento colindante.
Más allá de los distintos argumentos que justifiquen o no la construcción del muro, la realidad es que la pared se está terminando de construir y es un hecho que ya no tiene vuelta atrás. Pero desde la Municipalidad de Las Heras buscan dar una solución habitacional a las más de 120 familias que viven en el asentamiento y que ocupan los terrenos de la cooperativa Covirpol desde hace 12 años.
Desde la semana pasada, cuando comenzaron los enfrentamientos entre los vecinos del barrio y el asentamiento, la comuna comenzó a dialogar con los habitantes de la villa y llegaron a un acuerdo: los trasladarán a un terreno o a un barrio, aunque no se sabe cuándo.
Nelson Mogro es carpintero y presidente de la unión vecinal del asentamiento. En relación a la condición en la que se encuentran fue muy claro: “Somos conscientes que esto no es nuestro y lo único que queremos es tener un lugar donde vivir. Nos conformamos con que nos den un terreno que tenga las instalaciones de luz, agua y gas. Mucho se dijo que nosotros no queríamos movernos de acá y eso no es cierto”.
El miércoles pasado los vecinos se reunieron con el intendente lasherino Rubén Miranda. “Quedamos muy conformes con todo lo que hablamos. Si bien va a demorar el poder tener nuestras propias viviendas nos dijeron que iba a venir una motoniveladora a limpiar todo esto y a poner ripio, ya que no podemos vivir así. Además nos prometieron poner luminarias en las calles”, señaló.
Es por esto que la próxima tarea que apuntaron desde la comuna es realizar un relevamiento para saber cuántas familias viven actualmente en el asentamiento. “Creemos que nos darán un terreno cerca de la cancha de Laverriere” (en Panquehua), adelantó Mogro.
El problema del muro
El asentamiento está ubicado en un terreno que está pegado al Covirpol y que pertenece a la misma cooperativa del barrio. Si bien los habitantes de la villa intentaron comprar ese terreno, tal como lo señalan ellos, nunca llegaron a un acuerdo.
El problema que queda ahora para los habitantes de la villa es que con la pared se les corta el único acceso que tienen al lugar a través de una calle asfaltada e iluminada. Antes, esta arteria (que atraviesa el barrio) era usada por la gente para ir a la parada de micros que está en calle San Martín o por los taxis y distribuidores que se acercaban.
Con la pared levantada, los únicos dos accesos que les quedan son por el callejón Los Olivos (o calle México) y por el callejón Moyano. Estos caminos son de tierra y no cuentan con alumbrado ni con veredas, además de estar al lado de un canal en el que se han acumulado basura y ramas. La entrada al asentamiento es similar: puentes angostos rodeados de basura.
“Nosotros no sólo nos sentimos discriminados con la pared sino también inseguros, ya que acá no puede entrar ni la ambulancia ni los bomberos y nosotros no podemos salir del asentamiento de noche por la oscuridad que hay en los callejones”, comentó Gastón Brizuela, un albañil que vive allí.