El ex ministro de Relaciones Exteriores iraquí Tareq Aziz, que utilizó su dominio del inglés para dar voz y brillo al brutal régimen de Saddam Hussein durante dos décadas, murió el viernes en su país a los 79 años.
“Tareq Aziz murió en el hospital escuela Hussein en la ciudad de Nasiriya”, donde fue llevado cuando su salud empeoró, declaró Adel Abdulhusein al Dajili, vicegobernador de la provincia de Dhi Qar (sur de Irak) donde el ex ministro estaba encarcelado.
“Fue hospitalizado a las 15 (por ayer”, indicó el doctor Saadi al Majed, jefe del departamento de sanidad de la misma provincia, precisando que había muerto de una “crisis cardíaca”.
Sentenciado culpable por “asesinato deliberado y crímenes contra la Humanidad” por la represión ejercida contra los partidos religiosos en los años ’80, fue condenado a muerte en octubre de 2010, aunque también tenía varias condenas por otros crímenes.
Su familia solicitó repetidamente su liberación por razones humanitarias y en 2011, el abogado del ex canciller iraquí dijo que sufría una depresión y quería que el entonces primer ministro Nuri Al Maliki acelerara su ejecución, que no llegó nunca a concretarse.
En tanto que principal portavoz de Sadam, Aziz -el único cristiano en el círculo próximo del dictador iraquí- era una figura conocida en la esfera internacional. Su ascenso en política es generalmente atribuido a una lealtad inquebrantable al líder iraquí.
La salud de Aziz era débil desde hacía tiempo y había sufrido problemas respiratorios, cardíacos, de presión arterial y diabetes.
Su hijo Ziad lamentó desde la capital de Jordania que su padre no hubiera recibido “los cuidados necesarios durante su detención, lo que condujo al deterioro de su estado de salud y a su muerte”.
Nombrado ministro de Exteriores en 1983 y viceprimer ministro en 1991, se decía que el poder ejercido por Aziz en la toma de decisiones fue limitado.
Pese a ello, se convirtió en una de las figuras más conocidas del régimen en la escena internacional como voz de Saddam y llegó incluso a eclipsar a sus homólogos estadounidenses y británicos.
Nacido en la ciudad de Sinjar (norte) el 28 de abril de 1936, Aziz procedía de una familia perteneciente a la Iglesia católica caldea; cambió su nombre real (Michael Yuhanna) a Tareq Aziz para evitar problemas debido a sus orígenes cristianos.
Aziz conocía a Saddam desde los años 1950 pero se mantuvo fuera del cerrado círculo musulmán sunita del presidente, cuyos miembros procedían todos de la ciudad de Tikrit, incluso cuando escaló puestos hasta convertirse en el más alto miembro cristiano del gobierno baasista.
Durante un tiempo, fue una figura omnipresente y reconocible para la prensa internacional, con los lentes de cristales gruesos que se convirtieron en su imagen de marca, su pulcro traje y un largo puro entre los labios.
Aziz se entregó a las fuerzas estadounidenses un mes después de la invasión de Irak en marzo de 2003 liderada por Washington, que terminó con la caída de Saddam Hussein y la llegada al poder de la mayoría chiita.
Voces críticas de la ocupación alegan que Aziz fue retenido como prisionero político en venganza por su elocuencia y sus eruditos ataques contra la diplomacia norteamericana y británica.
Aziz fue el encargado de explicar la invasión de Kuwait en agosto de 1990 -cuando el uso de civiles occidentales como “escudos humanos” por parte de Saddam levantó la indignación internacional- o de poner voz a los desencuentros de Bagdad con los inspectores de armas internacionales en los años noventa.
Después de que las fuerzas estadounidenses y británicas bombardearan Bagdad en 1998, Aziz cargó contra la comunidad internacional, el mundo árabe y los “criminales”, en referencia al entonces primer ministro británico Tony Blair y el presidente norteamericano Bill Clinton.
A principios de 2003 realizó una gira europea de alto perfil para evitar, sin éxito, la invasión estadounidense.