La noticia fue confirmada ayer por la mañana por el agente de la compañía, Lino Patalano, quien afirmó primero en una agencia de noticias: “Venía sufriendo desde hace mucho tiempo por esas dolencias cardíacas, pero a fin de año su estado se agravó”.
Por ese motivo, en abril, para las funciones de apertura programadas para el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, la banda informó que la nueva gira de “Viejos hazmerreíres” (que justamente pasó por Mendoza la semana pasada), Rabinovich se encontraba en condición “ausente con aviso”.
Más tarde en la televisión, Patalano relató apesadumbrado: “Hacía dos años que prácticamente le decían que ya no iba a poder trabajar, pero él salía, se defendía, ser reía, y el escenario le daba una vitalidad impresionante. Es un ejemplo a seguir por todos”.
De todas maneras, de un tiempo a esta parte, su estado de salud estaba resguardado cuidadosamente tanto por sus familiares como por sus compañeros de escenario, después de que Daniel en diciembre de 2012 sufriera un preinfarto mientras estaba de gira en Montevideo y debió someterse a un cateterismo en un sanatorio de la ciudad uruguaya. Allí arrancaron sus complicaciones cardíacas.
El más carismático
Sin desmerecer en lo más mínimo al resto de sus integrantes, quizá por su bigote prominente o por su sonrisa irónica, Daniel Rabinovich conformaba la trilogía más visiblemente popular de Los Luthiers y sus desbordes delirantes junto con el ex locutor radial en programas de música clásica, Marcos Mundstock, conformaban la pareja de mayor tono de carcajadas de la compañía.
Su nombre completo era Daniel Abraham Rabinovich Aratuz. Nació el 18 de noviembre de 1943. Hasta los 18 años vivió en el Palacio de los Patos, un complejo de viviendas emplazado en Ugarteche y Las Heras, en Buenos Aires. En una entrevista con un medio español Daniel manifiestó que “Allí había varios folcloristas, que me dejaban asistir a sus reuniones. Fue donde por primera vez escuché cantar a voces y tocar la guitarra”.
De todas maneras su principal educación artística de su juventud había sido de hecho la música. Su bisabuelo, de apellido Halevy, llegó a la Argentina desde el ex país Besarabia (hoy Moldavia) y como no había hecho el servicio militar porque ser rabino, tuvo que comprar el documento de un muerto (Rabinovich) para poder salir de su país.
Ya de niño, Daniel escuchaba el piano de su madre y su padre (un abogado penalista que defendió a celebridades como Tita Merello y Hugo del Carril) tenía el hábito de cantar y silbar tangos. De los 7 a los 10 años vivió en Mendoza, donde se trató el asma.
No tardó en aprender un instrumento y a los 14 años tomó clases de guitarra y durante los años de la Escuela Secundaria formó un grupo de folclore.
Los primeros trovadores
Una vez graduado en la UBA, inició el proyecto de Les Luthiers con sus compañeros de la facultad Jorge Maronna, Gerardo Masana y Mundstock, el trío fundador.
Como se ha sabido, al principio fueron siete sus integrantes pero falleció prematuramente el fundador, Gerardo Massana, en 1973 y más tarde se apartó también uno de los actores y compositores Ernesto Acher.
Arrancaron con el formato “I Musicisti”, se separaron, pero en 1967, con Rabinovich, Maronna, Masana y Mundstock, Les Luthiers inició sus casi cincuenta años de trayectoria.
El humorista tocaba también el violín y otros instrumentos menos convencionales, órganos realmente alocados, fiel al nombre de grupo, que en francés y español significa “constructor de instrumentos de cuerda”.
Entre los más podríamos mencionar el Calephone Da Casa, su flauta calefón ; la Gaita de Cámara, un trío formado por clamaneus, glamocot y orlo, cuyo aire se lo dan una cámara de tractor ; el Tubofono Silicónico Cromático, el más impresionante de todos, una especie de variación del sikus, está diseñado por 32 tubos de ensayo de los laboratorios químicos.
En 2007, Rabinovich fue galardonado en España con la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica, en una ceremonia en el Teatro Avenida de Buenos Aires.
Extra luthiers
Por otra parte, Rabinovich trabajó tanto en cine como en televisión. Participó en "Espérame mucho" (1983), así como en las miniseries "Los gringos" (1984) y "La memoria" (1985).
Además, actuó en “Tiempo final” (2002) y “La familia potente” (2003).
Las últimas películas en la que estuvo fue en “Extraños en la noche” y “Papeles en el viento”.
Se dedicó también a la literatura y escribió “Cuentos en serio” (Ediciones de La Flor, 2003) y “El silencio del final, nuevos cuentos en serio” (Ediciones de La Flor, 2004).
Según la última información recibida, la muerte de Rabinovich no alejará a Les Luthiers de los escenarios.
Así lo recuerdan
Marcelo Hernández es el creador de la agrupación local Lutherieces, que nació en honor a los fabricantes de instrumentos más divertidos del mundo. "Daniel Rabinovich era mi amigo, fue una noticia muy triste para mí, aunque esperada, porque sabía de su enfermedad -dijo desde Buenos Aires, ya que viajó para estar en el velatorio, en la zona de Belgrano-. Tuve ocasión de compartir con él muchas cosas, incluso tuve el honor de presentar su libro de cuentos en la Feria del Libro de Mendoza. Era uin tipo muy divertido, siempre contando anécdotas, muy inteligente. Un tipazo. Les Luthier pierde al fundador, al clown".
Luis Pérez Galeone es productor, fue el responsable de llevar a cabo los últimos shows de Les Luthiers en nuestra provincia. "Ni bien lo conocí, me pareció lo que a todos, que él era el más simpático del grupo. Desde hace 6 años tengo el honor de trabajar con ellos, y en los últimos espectáculos en Mendoza (del 13 al domingo 16 de agosto, con lleno total) los pude notar, fuera del escenario, más tristes, más apocados a los Les Luthiers, en especial a Mundstock. Rabinovich ya se había retirado del grupo y se sabía que estaba muy grave. Daniel era una persona sensacional, todos los artistas lo han considerado una persona excelente en el trato, y como artista es irremplazable. Pero seguramente Les Luthiers seguirá…"
Cristian Gambetta, periodista, parte del staff de shows de Les Luthiers en Mendoza: "Era uno de mis héroes. Cuando tuve oportunidad de charlar con él le dije: 'En su familia deben estar todos con bronca porque todo el talento se lo llevó usted'. Con una sonrisa me dijo: 'No es tan así. Soy escribano y nunca ejercí, tengo el título al pedo...' Un capo total."
Tuvo infancia mendocina
Rabinovich sufría asma, por lo tanto, su familia siguió el consejo médico y encararon la mudanza a Mendoza. “Allí viví unos tres años, cuando yo tenía entre 7 y 10. Hice segundo, tercero y cuatro grado en esta provincia”, dijo en una entrevista que Los Andes publicó en 2006. “Como mi tía -hermana de mi padre- vivía acá, nos vinimos con toda la familia.
Mi padre era abogado -de ahí mi trato con el derecho- y no tuvo problemas en trasladar su estudio para acá. Cuando pasaron esos tres años, los médicos consideraron que estaba bien y nos volvimos a Buenos Aires”. Vivió en calle Martínez de Rozas, entre Emilio Civit y Julio A. Roca.
“Casualmente esta mañana fui a pasear por esa zona y cuando pasé por la casa, me animé y toqué el timbre. La gente que vive ahora ahí me atendió muy bien y les pedí que quería ver mi casa. Sentí una gran emoción”, recordó en 2006.